Él es el amor

Caputlo 38

-Introducción al programa - lee la información que le dieron en la escuela.
-Se ganó la lotería y él está aprendiendo.
-Si a mí me hubiera tocado yo ni el dedo más movería - escuchó comentar a sus colegas.
-No dejes que los chismosos te afectan - le dije Azar, que apareció a su lado.

 

 

Al bajar a desayunar, se encontró con solo dos puestos.
-Buenos días, señorita - la saluda la muchacha del servicio.
-Buenas, ¿dónde están los otros? - preguntó con el dedo a la mesa.
-Su hermano y el señor ya salieron.
-Ah, te dignaste a bajar, a acompañarme al desayuno.
-Si hubiera sabido que no estaban, no lo habría hecho.
-Soy tu madre.
-Si una que no respeta las decisiones de sus hijos.
-Yo solo quiero evitar que cometan un error y pasen la vida a repitiéndose.
-La que debería repetirse eres tú, y si cometemos un error, ¿a ti qué? Es nuestro error.
-Yo quiero evitarlo.
-Y yo estoy enamorada, así como Óscar.
-Ustedes no saben que es amor.
-¿Y tú sí? - preguntó con las manos cruzadas debajo del pecho. - En lo que estoy segura es que por Ian no siento nada.
-Con el tiempo lo vas a ir sintiendo y tendrás una vida asegurada y no una con preguntas.
-Si has olvidado, yo tengo la vida arreglada gracias al trabajo de mi papá.
-Cuando es de tu marido es diferente, además cuando llegan los hijos vas a dejar de trabajar. ¿Y entonces qué? ¿Cómo van a vivir? ¿De qué? ¿O te contentaras del salario de un mesero de verano?
Tomada por sorpresa por las preguntas que le hizo, permaneció aturdida en silencio un minuto.
-Por eso Baldo se está superando - contestó al fin.
-Eso no será suficiente.
-Para mí lo es.
-¿Y por cuánto tiempo?
-¡Por el tiempo que sea! - le gritó ya harta de que la golpea con las palabras. - Es temprano en la mañana y tú ya me estás fastidiando el día y con unos temas tan fuertes y lejanas - dijo y corrió escaleras de regreso al cuarto.

 

 

-Ma, sí, no quedo mucho tiempo. Klarrisa no se resistirá por mucho - oyó Ian hablar en celular.
-Después del vestido y la noche en la que no se separó de mí - continuó él.
A Baldo no le quedó de otra que escuchar la conversación y así enterarse de qué hablar.
En él comenzaron a nacer dudas de que tan cierto sea que, por pelear con mamá y el trabajo, no tiene tiempo de que se vean en los últimos días.

 

 

-No puedo creer que ya la casa escogieron - comentó, comiendo el helado.
-¿Y tú cuándo se moverán? - la preguntó Ingrid, picándola en el brazo con el dedo, emocionada.
-Nosotros no tenemos la urgencia - contestó, encogiéndose de hombros.
-Verano está por terminar. Dios, no puedo asumir cuántas cosas pasaron - comentó, sorprendida y dejando la mano al lado de la boca.
-Este verano cambiaron muchas cosas.
-¿Sí, no? - preguntó Ingrid, tomando la mordida del helado.
-Estamos juntas de nuevo - dijo, sonriéndole. - Yo encontré mi amor con Baldo.
-Yo me encuentro en la situación en la que nunca pensé que me encontraré.
-Óscar volvió. Están juntos, a punto de casarse y hacerme tía.
-Horror en lo que mi vida se ha convertido — dijo asqueada Ingrid, entre el sarcasmo y la sorpresa.
Río por la loca declaración de Ingrid.



#3076 en Joven Adulto
#16132 en Novela romántica
#2940 en Chick lit

En el texto hay: amor, amistad, prejucios

Editado: 11.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.