MARATÓN [1/4]
Entramos a la oficina de Andrea y nos acomodamos. Mi hermano y yo nos sentamos en las sillas frente al escritorio, Andrea en la silla giratoria y Gerardo en un puf que trajo de otra oficina.
—Yo soy adoptada.—comienza a decir Andrea.—Los padres de Sebastián y Gerardo me adoptaron cuando tenía cinco años. Según lo que sé, mis padres biológicos me abandonaron cuando era una bebé porque no podían criarme.
«Mi madre biológica era drogadicta y mi padre también estaba en ese ambiente pero por suerte tuvieron un poco de conciencia y decidieron llevarme a un orfanato. Ahí fue donde me adoptaron a mis cinco años. Todos los días, desde que tengo memoria, esperaba y deseaba que alguien me adopte. Siempre veía a chicos que se iban y yo deseaba ser uno de esos chicos alguna vez. Por suerte, ese día llegó y ahora soy más que feliz. - dice con los ojos llenos de lágrimas. Gerardo se levanta de su asiento para abrazarla.
—Y hace veinte años que esta chica fea está en mi vida.— Gerardo dice eso y ella ríe negando con la cabeza.
—Sí, hace 20 años que me tengo que bancar los olores de mis hermanos.— dice señalando con la cabeza a Gerardo y haciendo cara de asco.
—Creeme que te entiendo.— repito el gesto señalando a mi hermano. Nosotras dos nos reímos, y Benjamín y Gerardo se cruzan de brazos mientras nos miran indignados.
—Yo no le veo lo gracioso, aparte vos llegaste a mi vida cinco años después y el que tuvo que cambiarte los pañales y hacerte provechito fui yo, mamita. ¿Sabés lo que fue eso? Literalmente tuve que usar broches.— dice Benjamín. Él y Gerardo ríen y yo los fulmino con la mirada.
Suena el teléfono y Andrea atiende.
—Sí... no, es más tarde... Esa boluda... Ay perdón por decir la verdad Sebastián.—dice con sarcasmo y rueda los ojos.—Sí, sí como digas, chau.—suspira y nos mira.—Perdón, Sebastián quería saber si la reunión era temprano para poder ir a ver a su cachorrita.— dice Andrea con asco.
—¿Otra vez lo llamó?.— pregunta Gerardo.
Benjamín y yo nos miramos porque no entendemos nada.
—Sip, como dije antes, es una boluda.
—¿Podemos preguntar quién?.— pregunta Benjamín.
—Yasmin, la prometida de mi hermano.— dice Gerardo.
Yo abro los ojos como platos, nunca me hubiera imaginado que Sebastián estaba comprometido. ¿Quién se querría casar con un hombre como él?
—O como nosotros le decimos... Zorra interesada.— dice Andrea.
—¿Por qué? ¿Tan mala es?.— pregunto.
—De mala no tiene nada, de zorra las tiene todas.—dice Gerardo.—Ellos dicen que están "enamorados".— hace comillas con los dedos.—Pero ella solo lo usa por la plata.
—Sebastián es tan estúpido que no se da cuenta que solo lo usa por eso, y el idiota le pidió matrimonio.— dice Andrea mientras golpea su frente.
—Capaz que se siente solo y necesita a una mujer a su lado que lo apoye y que esté para él siempre.— dice Benjamín suspirando. Tengo que admitir que a veces él puede ser divertido e idiota... Pero hay veces en las que se pasa de mambo y se cree psicólogo el pelotudo.
—¿Desde cuando hablas tan filosófico?.— pregunta Gerardo riendo y Benjamín levanta sus hombros.
Suena mi teléfono, pido disculpas y salgo de la oficina a atender.
—¿Hola?.
—Hola bomboncito.— contesta esa voz que me hace quedar helada.
—Ricardo.— es lo único que sale de mi boca ante esas palabras. ¿Cómo consiguió mi número?.
—¿Me extrañaste, cielo? Estaba pensando en ir a visitarte, ¿no te encanta la idea?, porque a mi sí.— dice el muy asqueroso.
—¿Cómo conseguiste mi número?.— yo había cambiado mi número cuando me enteré que me estaba buscando. Pensé que esta vez podría librarme de él pero no. Siempre me encuentra, siempre nos encuentra.
—No fue tan difícil, tengo mis contactos. Voy a ir por vos Malena, que no se te olvide eso, bombón.— dice eso y me corta.
Me dejo caer al piso con mi celular en mano mientras lloro. Ya no puedo más, esto me supera. Si él vuelve y me encuentra no sé que voy a hacer, no sé cómo actuar frente a él. Nunca lo supe.
Mi hermano y yo nos cambiamos de ciudad por su culpa, para que no nos encuentre, pero él siempre vuelve y nos busca para hacernos la vida imposible.
Benjamín sale de la oficina y viene corriendo hacía mi, seguido de Gerardo y Andrea.
—Male, mirame. Eu, ¿qué pasó?.— pregunta Benjamín preocupado y agarrándome la cara.
—¿Estás bien? Male, amor.— dice Gerardo.
Quiero contestarles en serio que quiero, pero no puedo. Estoy en shock mirando a un punto fijo.
—¡Male por Dios contestá!.— exclama Andrea igual de preocupada que los otros.
La miro y después miro a Benja.
—Él me encontró Benjamín... Nos encontró.— digo sollozando y veo como mi hermano se tensa.
—Ricardo fue el que llamó, ¿no?.— pregunta con la mandíbula tensa. Yo lo único que hago es asentir. Me abraza seguido de los chicos que no preguntan nada y respiro hondo.
—Vamos adentro, acá hay muchas personas.— dice Andrea mirando a su alrededor, yo hago lo mismo y es verdad, todos nos están mirando.
Me levanto y entramos a su oficina. Me siento y Andrea se sienta al lado mío mientras me soba la espalda.
—¿Quién es Ricardo?.— pregunta Gerardo.
—Nuestro padrastro.— Benjamín habla por mí contándoles algunas cosas que yo no puedo. Como por ejemplo las veces que él trataba de pelear con Ricardo cada vez que me ponía una mano encima o las veces que yo le tuve que curar sus heridas por culpa de ese desagradable hombre.
Las veces que cuando podía me tocaba y se aprovechaba de mí cuando yo a los doce años no podía hacer nada.
Todo eso se había terminado cuando alguien lo denunció por violación, cosa que nosotros no pudimos hacer por miedo a que se entere y nos haga algo peor.
Él violó a una chica de diecisiete años y de tan solo pensar que a mí me podría haber hecho lo mismo me repugna.