Él es mi Jefe

Capítulo 4: Perspectiva Anderson

MARATÓN [2/4] 

——

[Sebastián]

Ese mismo día...

Me levanto a las 6:30 AM para empezar mi día e ir a correr. Amo correr porque pienso en todo. En mis problemas, en mi trabajo, en esa chica despistada que volcó mi café la semana pasada...

No sé porque razón pero no puedo dejar de pensar en ella, me recuerda a alguien.  Además de que tiene unos hermosos ojos marrones, un hermoso pelo castaño y un hermoso cuerpo.

Tengo que sacar a esa chica de mi mente. 
Me voy a casar. No puedo pensar en otra mujer más que en Yasmín.

Termino de correr y voy hacia mi casa para bañarme, cambiarme y luego ir a mi trabajo.

Me pongo una toalla en mi cintura y salgo rápido del baño cuando escucho mi celular sonar.

—¿Qué pasó?.—pongo el teléfono en alta voz y voy a buscar mi ropa de trabajo.

—Te tengo una novedad.contesta Gerardo del otro lado de la línea.

—¿Qué novedad?.—pregunto sin darle mucha importancia.

Te conseguí empleada. Es increíble en su trabajo, siempre lo fue, y ahora tenemos la oportunidad de tenerla en la empresa.

—Está bien, decile a Andrea que la entreviste.— siempre le digo a mi hermana que haga las entrevistas porque las chicas se distraen con mi cuerpo y con mi cara, por supuesto.

Termino de ponerme mi traje azul y voy hacia el espejo de mi habitación para hacerme el nudo de la corbata.

—Yo prefiero que la entrevistes vos.—  ruedo los ojos porque odio entrevistar chicas.

—Bueno, te veo en la empresa y me la presentás.— le digo cansado.

—Okay, chau hermoso.— me río y cuelgo.

Mi hermano nunca va a cambiar. Él siempre me puso apodos raros. Una vez me dijo "Pastelito azucarado" delante de un cliente de la empresa, obvio que el pobre hombre pensó que él era mi pareja. Casi lo aniquilo.

"Esa tarde me encontraba en mi oficina con un cliente que no se decidía si firmar un contrato de trabajo con mi querida empresa o en "Glamour", otra empresa igual de importante que esta pero de menos calidad para mi gusto.

—Después de pensarlo... Creo que me voy a quedar en su empresa, señor Anderson. Sería un muy buen negocio y saldríamos ganando los dos.

Sonrío satisfecho, le doy mi número de teléfono por cualquier cosa y me levanto a abrirle la puerta de mi oficina.

—Gracias por elegir esta empresa señor Riveras.— le estrecho mi mano y él la acepta gustoso.

—Por favor, llámeme Roberto. Ha sido un placer hacer negocios con usted señor Anderson. Gracias por la paciencia.

Le hago un gesto amistoso y antes de que yo pueda abrir la puerta alguien me gana de mano y entra sin permiso.

¡Pastelito azucaradoo! ¡Tenemos que hablar!.— canturrea el imbécil de Gerardo con voz afeminada y cerrando la puerta.

Juro que lo mato...

Se da la vuelta y nos mira con los ojos muy abiertos.

¿Pastelito azucarado?.— pregunta el señor Riveras conteniendo la risa.—Señor Anderson, con todo el respeto del mundo permítame preguntar, ¿él es su pareja?.

No, él es mi hermano, no le haga caso señor Roberto.— digo entre dientes y fulminando a Gerardo con la mirada.

Perdón, mejor vuelvo más tarde.— dice el muy idiota.

Por favor no, yo ya me estaba retirando.— lo frena el señor Riveras.—Repito, un gusto hacer negocios con usted señor Anderson.

Lo saludo con la cabeza y se va. Cierro la puerta y me doy vuelta para mirar a Gerardo con mi mejor cara de culo.

Te mato, en serio te mato. ¡¿Pastelito azucarado?! Eso sobrepasó todos los sobrenombres que me pusiste hasta ahora.— lo fulmino con la mirada y él me mira sonriendo inocentemente."

La vergüenza que pasé ese día fue terrible, al final el idiota solo quería avisarme que una reunión se había postergado.

Agarro las llaves del auto y voy hacia mi empresa, luego de unos minutos llego y aparco el auto en el lugar reservado para mí.

Entro a la empresa y cada vez que paso por la puerta principal todos se quedan como estatuas.

—¿Hay alguna llamada para mí?.—le pregunto a Ángela, la recepcionista.

—Sólo de su hermano, dijo que iba a venir hoy, después le pasé todas las llamadas a la señorita Andrea.

—Perfecto.— le contesto a Ángela y luego me voy a mi oficina.

No soy de decir gracias o por favor porque tengo que mostrar autoridad, acá cualquiera agarra confianza enseguida. Pero Ángela es especial porque es como mi segunda hermana, a ella sí le agradezco pero no frente a todo el mundo. Eso sería raro.

Una vez en mi oficina prendo mi computadora y empiezo a trabajar tranquilo... y creo que hablé demasiado pronto porque la tranquilidad no dura mucho.

—¡Buenas noticias!— dice Gerardo emocionado entrando y cerrando la puerta detrás de él.

—Hola hermano, yo estoy muy bien, ¿y vos?.—digo con sarcasmo mientras me apoyo en el respaldo de la silla.

—Ay que bonito, gracias por preocuparte, yo estoy perfecto.— dice poniendo la mano en su pecho.

Ruedo los ojos y le hago seña para que prosiga a decirme lo que sea que quería.

—Hoy viene la secretaria que te dije hace rato.

¿Y eso debería importarme porque...?

—Perfecto. ¿Algo más? Tengo que seguir trabajando.— le digo serio.

—Yyy... ya volvió el ogro.— dice con burla.– Te dejo pero sé que me vas a extrañar.

—Idiota.— le digo riendo.

–Nos vemos Mister Músculo.— saluda tirándome besos y retirándose de mi oficina. Es un imbécil pero es mi hermano y lo quiero.

Una vez que se va yo sigo trabajando ya que la empresa no se mantiene sola.

Suena el teléfono de la oficina y atiendo pensando que es Andrea.

—Estoy trabajando Andrea, ¿que pasa?.— pregunto estresado.

—¿Así es como tratás a la familia?.— contesta esa voz a la cual odio tanto... la de mi papá. Era obvio que no iba a pasar un día sin molestarme.



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En el texto hay: contrato, empresa, jefe secretaria

Editado: 20.04.2021

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