[Malena]
Tensión sexual: espontánea atracción entre dos personas; y existe sin importar que desees o no hacerte consciente de ellas.
Eso es lo que acaba de pasar con mi jefe y fue muy incómodo.
Creo que nunca habíamos tenido un momento así, pero tengo que olvidarlo, no puedo seguir pensando en ello porque ¡Dios, es mi jefe!.
Ya quiero salir de este lugar, desde que tengo memoria nunca fui fanática de los hospitales. Y por suerte mi salvación acaba de entrar por la puerta de la habitación.
—Te dejo un segundo sola con mi hermano y ya lo espantas.— se burla Andrea.
Yo la miro sonriendo y niego con la cabeza.
—Si tan sólo supieras lo que pasó.
—Contame, futura cuñada.— dice pícara y mirándome con una gran sonrisa.
"¿Dijo futura cuñada?"
Me quedo pensando un rato y empiezo a reírme como loca.
Yo, ¡YO!, ¿novia de ese ser humano, de esa heladera idiota y que además es arrogante? No, gracias.
Andrea me mira como si estuviera loca y agarra mi brazo.
—Bueno... Ya está. Solamente fue un comentario. No es para tanto.— dice frunciendo el ceño.
Ay no, creo que se dio cuenta de algo...
—¡¿Vos y mi hermano...?!— pregunta haciendo una pausa. Abre la boca con sorpresa y me mira con una sonrisa.–¡¿Vos y mi hermano tuvieron sexo?!
Yo abro los ojos demasiado, tanto que pensé que se me iban a salir de lugar.
—¡Obvio que no!.
"Ya quisieras tener sexo con tu jefe."
¿Por qué nunca podes callarte? Subconsciente estúpida.
"Ah bueno, entonces... ¿No querés tener NADA con tu jefe?"
No.
—¡Male!.— me grita Andrea.
Yo la miro confundida y ella con una ceja levantada.
—Te estoy llamando hace media hora más o menos.
—Perdón, es que estoy... estresada.— digo tirándome el pelo hacia atrás.
—Te entiendo, pero, ¿sabes qué?.
—¿Qué?.— le pregunto frunciendo el ceño.
—Mañana te dan el alta.— me mira con una sonrisa.
¡Gracias a Dios! Ahora me siento más aliviada. Lo que no me alivia tanto es saber que Ricardo todavía está allá afuera.
Pero no tengo que pensar en eso.
—Uy.—se queja Andrea mirando su reloj.—Ya terminó el horario de visita.— rueda los ojos y se levanta de la cama, que al parecer, en algún momento se había sentado.
Se acerca y me da un beso de despedida.
—¿Te veo mañana?.— me pregunta a punto de abrir la puerta para irse.
Yo la miro sorprendida porque no pensé que ella iba a querer volver a verme.
—¿Mañana también venís?.— creo que sonó mal mi pregunta.
—¿Te jode que vuelva?.— pregunta mirándome con el ceño fruncido.
—¡Obvio que no! Pero me pareció raro que quieras volver.— le digo con una sonrisa.
—No te vas a poder liberar de mí tan fácil.— dice achinando los ojos.—Tu hermano y el mío seguramente que van a venir a despedirse.— me avisa antes de cerrar la puerta e irse.
Yo asiento y sonrío.
Me quedo pensando un rato y no sé por qué pero pienso en Lucas, mi ex.
Es terrible lo mucho que me afectó desde ese momento en el que nos vimos. No puedo creer que justo me lo tuve que encontrar en esa estúpida fiesta, a la cual yo obviamente no quería ir.
Escucho que golpean la puerta y luego la abren.
—Querida hermanita, nosotros nos vamos porque el policía del Hospital ya nos odia y no queremos aumentarle su odio.— dice Benjamín.
—¿Qué hicieron?.— les pregunto a Benjamín y a Gerardo con los brazos cruzados.
—¿Nosotros? ¿Osea moi tuvo que haber hecho algo?.— pregunta Gerardo.
—¿Por qué hablás en francés?— le pregunta con cara rara Benjamín a Gerardo. Él rueda los ojos y antes de que empiecen su pelea tonta de nenes de 5 años decido hablar yo.
—Bueno vayanse, pero después me van a contar qué es lo que hicieron.— los acuso con mi dedo y ellos sonríen. Me dan un beso cada uno y después se van.
Apoyo mi cabeza en la almohada y cierro los ojos.
Un momento de tranquilidad no le viene mal a nadie. Aunque me gustaría que este momento fuera en mi casa.
Abro los ojos y me encuentro con la cara de Ricardo a menos de 10 centímetros de la mía.
—Ahora me ves... —dice acercándose más y más a mí.—Ahora no, muñeca.— pone sus manos en mi cuello, ahorcandome.
Trato de sacarlo de encima mío pero él es más fuerte que yo y no puedo. Siento que se me está acabando el aire hasta que veo que alguien me lo saca de encima y puedo respirar normal otra vez.
Sebastián le pega unas buenas trompadas hasta dejarlo inconciente. Me mira y viene corriendo hacia mí.
—¿Estás bien? Pensé que te había perdido.— me mira a los ojos fijamente mientras acaricia mi mejilla con su pulgar.
—Estoy bien, gracias.— digo bajando mi mirada a sus labios. Él se acerca cada vez más, hasta que su respiración se mezcla con la mía. Sus labios estaban a punto de tocar los míos pero claro, tengo que abrir mis ojos en el mejor momento
Me siento rápidamente en la cama y paso la mano por mi pelo.
Las palabras de Ricardo quedaron retumbando en mi cabeza y el beso de Sebastián quedó pendiente para mis labios. No puedo creer que todo haya sido un sueño.
Un maldito sueño.
La manija de la puerta se mueve y yo desesperada agarro el botón de emergencia que me dejaron.
A esta hora no puedo recibir visitas, ¡no debería haber nadie acá!
Busco con la mirada algo para agarrar como defensa pero no hay nada.
La puerta se abre de a poco y yo sigo buscando mi celular.
"Hasta que encuentres tu celular ya te asesinaron"
No estarías ayudando demasiado.
Aparto esos pensamientos de mi cabeza y sigo buscando mi celular.
Cuando al fin lo encuentro la puerta se abre de golpe y lo primero que se me da por hacer es gritar, cerrar mis ojos y revolearle mi celular a la persona que está entrando.