—¡Auch! ¡Me rompiste la nariz!.— le reclama Lucas a mi jefe mientras se toca donde lo golpeó.
Nunca lo había visto así a mi jefe, creo que casi le agarra un paro cardíaco.
—¡Vos tenés la culpa por entrar así de la nada!.— le dice Sebastián a Lucas.—Aparte Malena gritó ¡Cuidado! y lo primero que se me ocurrió fue pegar piñas.
"Tiene razón"
Pero yo asuste a Sebastián e hice que le pegara.
"No importa... Sigue siendo su culpa"
—Quería ver cómo estabas, por eso vine.— me dice Lucas.—Pero ya vi que estás ocupada.— mira a Sebastián.
—¿Por qué no viniste a la hora de visita como una persona normal?— le pregunto con el ceño fruncido.
—Tu jefecito tampoco vino a la hora de visita como "UNA PERSONA NORMAL".—dice alterado.
Eso es verdad. Miro a Sebastián y después a Lucas.
—¿Cómo los dejaron pasar?.
—A mi me dejaron pasar por ser yo.— dice Sebastián con una sonrisa arrogante.
No sé por qué pero no le creo.
Ruedo mis ojos y miro a Lucas.
—¿Y a vos?.
—Puede ser que haya... entrado... ilegalmente.— dice haciendo pausas.
"¿Ilegalmente? Que se prepare para ir a la cárcel"
No seas exagerada.
"No exagero. Romper normas del Hospital = cárcel."
—¿Cómo estás?.— me pregunta Lucas.
—Bien, creo. Che y gracias por hacer que casi me agarre un paro cardíaco.— le digo a Lucas con sarcasmo y me voy a acostar de nuevo.
Estos dos me están estresando.
—¿Segura que estás bien?.— pregunta Sebastián.
—Estoy bien, pueden irse tranquilos.— les doy una sonrisa convincente y Sebastián asiente.
—Pero yo vine a...— Lucas no termina de hablar porque mi jefe lo interrumpe.
—Sí, bueno, a nadie le importa.—rueda los ojos.—Ya la escuchaste, nos podemos ir. Te veo la semana que viene.— ahora se dirige a mí y me sonríe.
—Obvio.— le sonrío y Sebastián saca a Lucas a la fuerza.
"Eso fue una visita corta y rara"
No importa, espero que no se vayan a meter en problemas.
(...)
Un mes después...
—¿Dónde está mi teléfono?.— le pregunto a la nada mientras lo busco por toda la casa.
Hace media hora que está sonando y no lo puedo encontrar, capaz que es por el trabajo.
"Capaz que es tu jefecito"
Seguramente.
—Acá estaaa.— agarro mi celular y lo reviso.
2 llamadas perdidas de Heladera idiota.
10 llamadas perdidas de Lucía 💅.
5 WhatsApp de Lucía 💅.
1 llamada de Mi Hermanito el Boludito.
Parece que me estuvieron buscando.
Primero decido llamar al jefe por obvias razones, además quiero saber qué pasó.
—Jefe, ¿todo está bien?.— le pregunto cuando contesta.
—Sí, solamente quería saber cómo estabas. Te llamé un par de veces y no me contestaste.
Me golpeo la frente y niego con la cabeza.
—Perdón, es que no encontraba mi celular y estuve media hora buscándolo.
Se escucha que mi jefe ríe y qué sonido tan hermoso.
"¡Malena! Ese tipo de pensamientos no van con tu jefe"
Solamente dije que...
—¿Malena seguís ahí?.
—Sí, perdón. ¿Qué es lo que dijo?.— le pregunto avergonzada.
—Si podías venir hoy a la oficina que tengo que hablarte.
"Uh, no. ¿Ahora qué hice?"
—Obvio, en un rato estoy por allá.
—Perfecto, chau.
"Que vergüenza ser vos en este momento"
Mejor me cambio para poder ir a ver a mi jefe porque no quiero hacerlo esperar.
¿Qué es lo que tendrá para decirme?
Durante todo el mes trabajé muy bien, así que no creo que tenga quejas sobre eso.
Ahora llamo a Lucy que, por cierto, cuando se enteró que estaba en el hospital vino corriendo y no se fue por nada en el mundo hasta que a mí me dieron el alta. Qué buena amiga.
Decido llamarla primero para ver qué pasó y después a Benjamín.
—Hola Lu, ¿qué pasó? ¿Para qué me llamabas?.— le pregunto apenas atiende.
—¡¿Podés cerrar la boca una vez en tu vida?! .— yo abro los ojos exageradamente por su contestación. Aunque dudo mucho que me lo haya dicho a mí.
—¿Hola? ¿Malena? Ay, necesito tu ayuda. Necesito sacarme a este pesado de al lado mío.— susurra lo último.
Yo no puedo aguantarme la risa porque ya sé de quién habla. Hace exactamente un mes, mi querida mejor amiga se cruzó con algún amigo de mi querido jefe, creo que se llama Julio.
No me pregunten cómo se lo encontró porque jamás me lo dijo, pero lo que sí me dijo es que el hombre le anda atrás como un perrito faldero.
—Tenele paciencia, ya se le va a pasar.
—¡¿Paciencia?! ¡Vení vos con él a ver si le tenes PACIENCIA!.— grita tanto que tengo que despegar el celular de mi oreja.—Agh, tengo que dejarte, ya me está empezando a decir que en un futuro quiere casarse conmigo y tener bendiciones. Chau.
Yo río sin parar mientras le marco a mi hermanito el más Santito.
—Hermanitoo, ¿que pasó? ¿para qué llamabas?.— le pregunto.
—Ho-ho-hola... Que... Ah...
—¿Benjamín?
"Ay por Dios, decime que no está haciendo lo que creo que está haciendo"
Hago cara de asco y decido hablar una vez más.
—Por favor, decime que te golpeaste el dedo chiquito del pie y por eso estás gimiendo.— cierro los ojos.
—Emm... S-s-í... Hablamos más tarde, chau.— habla tan rápido que apenas le entendí.
Qué asco.
"Tan Santo no era tu hermanito"
Para despejar toda clase de pensamiento hacia mi hermano y su actividad física, mejor me voy hacia la empresa que ya demasiado lo hice esperar al pobre de Sebastián.