Llamo a toda mi familia y les digo si podemos vernos hoy mismo.
No podemos dejar que ese secreto arruine la reputación de la empresa y, por supuesto, la de nosotros.
El punto de encuentro es en una casa donde vivíamos antiguamente antes de ser los empresarios más importantes de todos.
Llego al lugar y recuerdos vienen a mi mente; la vez que Andrea se cayó andando en bicicleta por primera vez; cuando Gerardo y yo jugábamos a policía y ladrón o a las escondidas, entre muchas otras cosas.
Abro la puerta de la casa que aún se mantiene bastante estable y veo a mis hermanos y padres sentados en el sillón que hay acá.
—¿Para qué nos reuniste acá?.— pregunta mi papá con intriga.
"Hola para vos también, papá"
—Este lugar se usa cuando nadie más que nosotros tiene que enterarse de algo importante.— dice Andrea frunciendo el ceño.—¿Qué pasó?.
—Van a levantar la tumba de Valerie.— digo directo al grano. Noto como todos ellos se tensan al escuchar la noticia.—Elio me dijo que ya no pueden seguir ocultando el secreto. No pueden seguir ocultando su tumba.
—Eso es imposible. ¡Yo le pagué a ese imbécil para que no diga nada y para que esa tumba quede en secreto!. Me lo prometió.— dice mi papá, enojado.
Saco la carta que tenía hoy en mi escritorio y se las muestro.
—Acá está la carta, por si lo querían ver con sus propios ojos.— digo apretando la mandíbula.
Mi papá la agarra y puedo ver como se pone pálido, luego mi mamá, mi hermana y por último, Gerardo.
—No fuimos los únicos.— le susurra mi mamá a mi papá.
Con mis hermanos fruncimos el ceño y Gerardo habla.
—¿A qué te referís?
—A que a nosotros nos llegó esto.— dice mi mamá sacando de su cartera para nada barata, una carta como la mía. La agarro y la leo. Creo que esta es peor que la que tengo yo.
"Tarde o temprano todo va a salir a la luz, van a dejar de ser la unida familia que la gente cree que son.
Todos van a enterarse de que mataron a Valerie Rodríguez."
Mi cara debe ser terrible porque Andrea viene a mi lado y me abraza. Luego Gerardo saca la carta de mis manos y suspira.
—Era obvio que tarde o temprano esto iba a pasar.— dice Andrea. Suspira y me mira.— ¿Qué vamos a hacer?
Yo miro a mi padre y este me mira a mí.
—Es tu problema, Sebastián, tenés que protegernos de lo que pueda pasar.
Yo me río sarcásticamente.
—¿Es mi problema? ¡¿Mi problema?!.— grito cansado de todo esto.—Yo no fui el que asesinó a mi esposa a sangre fría porque descubrió en qué estabas metido. ¿Estás consciente en que vos nos metiste en este problema papá?
Él se ríe y aplaude con falsedad mientras se levanta del sillón.
—Vos no sabías pero tu esposa quería meterse en la venta de drogas, eso la llevaba también a ser parte del "grupo" de mafiosos conmigo. Una vez se metió y casi alguien va a matarte por su culpa. Apostó por vos.— me explica mi padre. Yo frunzo el ceño porque eso no puede ser posible, ella nunca lo haría.—Llegó un momento en el que ella quería salir de ese agujero en el que estaba metida, pero no se puede salir tan fácil.— ríe sarcásticamente.
—Igual eso no te daba el derecho de matarla.— digo mirando el suelo.
—Sebastián, ella iba a decirle a su papá toda la verdad y no podía dejar que lo haga, podrían haber venido a arrestarnos o algo peor. Además no fue mi decisión matarla, pero si lo hubiera sido, igual lo hubiera hecho porque no iba a dejar que lastimen a mi familia para protegerla de sus problemas. ¡Su papá era policía! ¡¿Entendés todo lo que podría haber pasado si tan sólo se hubiera enterado?!. — me grita en la cara.
—Si el secreto se descubre justo ahora, van a venir por nosotros… y no solo la policía.— dice mi mamá paralizada.
—Que Sebastián vuelva a casarse.— dice Gerardo de repente, mirándonos seriamente. Nosotros lo miramos como si estuviera loco.
—¿Para qué va a casarse?.— pregunta Andrea, confundida.
—Para hacer de cuenta que todo está bien, que nosotros no tenemos nada que ver con la "desaparición" de Valerie. Con una esposa, no se levantarían sospechas, solamente demostraría que Sebastián siguió con su vida a pesar de todo pero que aún está buscando justicia por no haberla encontrado. Tendría que hacer una conferencia de prensa y asegurarnos de que todos lo crean. Tenemos que ser convincentes. Eso haría que ningún socio tuyo venga a buscarte ni a acusarte por algo en lo que no hay pruebas. Y por supuesto que el padre de Valerie tampoco podría culparte de algo.— dice Gerardo señalando a mi padre.—Eso sí, tenemos que destruir o tapar cada evidencia que pueden llegar a tener o pensar de nosotros. Tenemos que ser muy sigilosos.
Hace mucho tiempo que con mi familia no teníamos este tipo de charlas. Habíamos decidido dejar todo esto atrás hasta que nos llegó esa carta de advertencia.
Lo que dice Gerardo tiene sentido. Tal vez con un nuevo casamiento logremos distraerlos de todo este asunto.
El padre de Valerie y su familia piensan que ella desapareció pero que puede llegar a estar viva. La verdad es que su cuerpo lo tenemos nosotros en un cementerio privado y nadie sabe que está ahí.
En mi cumpleaños siempre voy a visitarla por el aniversario de su muerte. Por eso odio este día, cada vez que cumplo años recuerdo ver su cuerpo acuchillado. Recuerdo ver a mi papá matándola delante de mis ojos y yo sin poder hacer nada por haber llegado demasiado tarde.
Lo único que sé al respecto es que la secuestró, la torturó y como vio que no cedía a nada de lo que él le decía, la mató.
—¿Con quién voy a casarme?.— pregunto frunciendo el ceño.—No pienso volver con Yasmín, ella me engañó con el padrastro de mi secretaria.
Mis padres se miran con una sonrisa y luego a nosotros. Con mis hermanos nos miramos frunciendo el ceño.
—Tu secretaria.— dice mi padre sonriendo como un psicópata.