[Sebastián]
Estamos en el auto yendo por mi hermana y sus amigas. Entre ellas está Malena y solo por eso voy.
Necesito que me hable, que me mire y no lo hace porque nos besamos. Todo por ese beso, porque eso fue, SÓLO UN BESO. No voy a decir que yo no me siento incómodo cuando trabajo con ella porque sí, cada vez que la veo tengo ganas de agarrarla, besarla y sacarle la ropa tan hermosa que lleva puesta pero eso todavía no lo puedo hacer... o tal vez sí, hoy podría.
—¿Por qué esta cosa te marca dónde está Andrea?.— me pregunta Gerardo mientras señala el GPS.
—El celular de Andrea tiene un chip de rastreo.— digo como si fuera lo más normal del mundo, aunque para mí lo es. Solamente por seguridad.
—Ah, está bien.— dice levantando sus hombros.
Yo sonrío y pongo música. Tengo que admitir que somos los dos iguales en ese sentido, nos preocupa nuestra hermana. Es la única que tenemos y por eso hacemos lo que hacemos.
—Gracias por prestarme ropa hermano, no esperes que te la devuelva.— dice Gerardo. Lo miro de reojo y está sonriendo. Ruedo los ojos y asiento.
—No sería la primera vez que no me la devolves. Me debés como diez camisas.— digo frunciendo el ceño.
—Pero me quedan mejor a mí.— dice el egocéntrico.—Doblá acá.— me marca el camino y le hago caso.
—Acá es.— estaciono el auto y Gerardo y yo nos quedamos viendo el lugar.
—Es un cabaret.— dice Gerardo tan sorprendido como yo.— ¿Por qué vendrían a un cabaret de noche?.
Lo miro y agrando los ojos. Por favor que ninguna de las chicas esté en un caño bailando o me muero.
Nos acercamos a la puerta y un hombre un poco más grande y ancho que nosotros nos pide el documento. Los mira y nos deja pasar.
Pasamos y lo primero que veo son dos chicas bailando sensualmente semidesnudas en los caños. Por suerte ninguna de las dos son las chicas que conozco.
Trato de buscar con la mirada a Malena pero entre tanta gente no la veo.
—¡¿Viste lo que era ese hombre?!.— me grita Gerardo a causa de la música.—¡Todo un bombón de patovica!
Yo me río y lo miro.
—¡Te salió el homosexual de adentro!.— le grito. Él me mira confundido y me grita.
—¡¿Qué?!.
Yo me sigo riendo y busco a las chicas.
—¡¿Nos separamos?!.— le grito en el oído. Él asiente, se va y yo hago lo mismo.
Muchas chicas se me acercan y me intentan bailar pero aunque quiera y me tiente hacerlo, no puedo.
Necesito encontrar a Malena, ¡ya!.
Estoy tan enfocado en encontrarla que ni siquiera me fijo por dónde camino, eso hace que choque con alguien. Miro a quién choqué y no puedo creerlo.
Ella es como un mosquito, está en todos lados.
—¡Sebastián!.— dice Yasmín muy alegre mientras me abraza.
Hago que se separe de mí y la observo mejor.
—¿Estás trabajando en este lugar?— le pregunto en el oído. Ella me mira confundida y asiente con una sonrisa.
—¡Mi show empieza en 10 minutos por si querés verme!.— me grita por encima de la música. Yo ruedo los ojos y trato de irme pero ella me detiene. Agarra mi mano y me saca de ese lugar para llevarme al baño. Cierra la puerta con llave y me mira.
—Ahora sí, podemos hablar tranquilos.
—No hay nada de qué hablar.— digo mirándome en el espejo mientras me acomodo el pelo.
—Sebastián...
—Me engañaste, lo superé, y ahora estoy feliz.— la miro y ella frunce el ceño.
—No fue mi elección engañarte, ese hombre iba a matarme si no lo hacía y...— el ruido de la puerta tratando de abrirse la interrumpe hasta que se abre totalmente.
—¡Ya dije que no quiero trabas en el baño!.— un hombre con pelo canoso y más o menos de mi estatura entra enojado al baño. La mira a Yasmín y cuando me ve a mí, se sorprende.—Sebastián Anderson.
Se ríe y mira a Yasmín.
—Te subestimé, chiquita, sabía que podías traerlo.
Ella le da una falsa sonrisa y se va porque ya están anunciando su show, pero no sin darme una mirada de disculpas.
Cada vez estoy más confundido. ¿Quién es este hombre?.
—¿Nos conocemos?.— le pregunto con el ceño fruncido.
—Soy familiar de un empleado tuyo y sabiendo como es esa persona, seguramente escuchaste mucho de mí. Así que sí, podría decirse que nos conocemos.— dice con una sonrisa.
Yo pienso y pienso si vi su cara en algún lado pero no puedo acordarme.
Mi celular suena y al ver que es Gerardo, atiendo.
—¿Qué pasó?.— pregunto dándole la espalda al señor.
—¡Ya las encontré pero tenés que ayudarme porque me quieren pegar!.— grita Gerardo, asustado.
—¡Te haces la victima con tu hermano, malnacido!.— escucho a Lucía gritar de fondo.
—¡Auch! ¡No me pegues loca!.— grita de nuevo mi hermano.
—¡Loca tu abuela!
—¡Julioooo, ayudame!.— escucho gritar a Gerardo.
—¿Julio está ahí?.— decido hablar después de la pequeña escena que tuvo mi hermano y su conquista. Porque sí, él me contó que le atrae Lucía. No me sorprendí para nada pero bueno.—Decile que...
La llamada se corta y ruedo los ojos. No se puede hablar bien con este hombre.
Miro al sujeto que todavía está acá conmigo y frunzo el ceño.
—¿Me va a decir quién es?.— le pregunto.
—¿Malena está acá?.— pregunta sonriendo.
Frunzo el ceño y una idea de quién puede ser este hombre pasa por mi cabeza así que me acerco a él, intimidándolo.
—¿Usted es familiar de Malena o cómo la conoce?
—Soy una persona especial en su vida.— sonríe y se aleja de mí para ir a la puerta.—Tengo que ir a vigilar mi cabaret pero decile a Malena que la estoy buscando y que la voy a encontrar, otra vez.
—¡No!—lo detengo.—Acérquese a Malena, y no me hago cargo de mis actos.
Se ríe y abre la puerta del baño.
—Sos igual que tu papá. Impulsivo y enojón, nos vemos Sebastián.— dicho eso se fue.
Ese hombre me da muy mala espina.
Salgo del baño y voy hacia la barra. Veo a Yasmin moviéndose sensualmente y debo admitir que me excita. Tiene buen cuerpo y eso es algo que siempre me gustó de ella.