[Malena]
Salir de fiesta fue una gran idea, la idea de esta noche era bailar en el caño, (según Lucía), pero con Andrea decidimos no hacerlo por obvias razones. Además, nosotras solamente queríamos despejar nuestra mente de chicos. Lucía quería despejar su mente de Gerardo porque anda muy confundida sobre lo que siente por él. Me pondría muy feliz si estuvieran juntos porque la verdad es que siempre los shipee. ¡Aguante #Luciardo!
Andrea intenta despejarse de un chico que no nos quiso contar pero que con Lucía vamos a averiguar quién es. Lo único que sé es que mi hermano no es porque, por lo que me enteré, ellos no se sentían cómodos siendo novios. Me dijeron que arruinaba su hermosa amistad entonces prefirieron ser amigos.
Y después estoy yo, que necesito despejar mi mente de Sebastián. Desde ese beso no paro de pensar en él y es algo que me está volviendo loca todos los días de mi vida. No paro de pensar en sus labios contra los míos y la sensación de querer volver a tenerlos sobre mí.
Por eso necesitábamos despejarnos, pero hubiera sido mucho mejor era ¡si ellos no estaban con nosotras!. No sé cómo se enteraron que estábamos acá.
En un momento vi a Gerardo que se acercaba lentamente a nosotras y vi a Lucía que quería irse corriendo. La verdad es que no sé que pasó entre ellos pero espero enterarme pronto.
Gerardo dijo que era una casualidad encontrarnos en el cabaret ya que él y Sebastián habían decidido venir hace mucho tiempo. Lucía y Gerardo discutieron un poco pero yo me salve de que me metan en el medio de la discusión porque cuando escuché el nombre de Sebastián me levanté del asiento de la barra y me fui al medio de la pista buscando a algún hombre que bailara conmigo. Necesitaba escapar.
Cuando conseguí a uno empecé a bailarle sensualmente para olvidarme de todo... Hasta que lo vi ahí parado mirándome seriamente.
¡¿Pueden creer que Sebastian me espantó a Daniel?! Era un hombre muy copado, pero por suerte me dio su número de teléfono así que puedo llamarlo cuando quiera.
Después de eso volví a la barra con Sebastián siguiéndome como un perrito faldero. La única diferencia era que ya Lucía y Gerardo no estaban.
Luego de eso, Luci y Gerardo volvieron y, como siempre, siguieron discutiendo hasta este momento.
—¡Ay señor Jesus, que esta mujer deje de pegarme!.— Gerardo le habla al techo.
—¡Me llenaste mi correo de voz y además me espantaste a un hombre que estaba re bueno!.— le reclama Lucía.
—¡Tranquila, su hermano hizo lo mismo con mi chico! ¡Viene de familia espantar hombres!— sonrío sarcástica.
—¡Ese hombre podría ser tu papá!.— me dijo Sebastián.
Yo lo miro para que se calle de una vez y al parecer mi mirada funcionó.
—¡¿Dónde está Andrea?!— pregunta Gerardo con el ceño fruncido.
—¡Está con Julio, no se preocupen! ¡Él es un chico muy buena onda!.— digo defendiéndolo.
Gerardo mira a un punto fijo y ve a su hermana besándose con un hombre, para ser más específicos, con Julio.
A Sebastián y a él les palpita el ojo de una manera muy rara y Lucía se empieza a reír por eso. Está gozando el sufrimiento de Gerardo y tengo que admitir que yo también.
Los hermanitos celosos gritan un par de cosas y estoy segura que todo el cabaret los escuchó. Se acercan a la pareja y yo los pierdo de vista.
—¡Se deben estar matando!— le digo a Lucía mientras tomo mi trago.
Ella asiente y después me mira pícara.
Ay, no.
—¡Tenemos que salvar a ese inocente, pero insoportable, chico!.— me sonríe.—¡Vos distraes a Sebastián y yo a Gerardo!
Frunzo el ceño y la miro confundida.
—¡¿Cómo hago para...?!.— ya entendí lo que quiso decirme con solo una mirada.—¡¿Querés que le coquetee?!
Ella sonríe y asiente.
—¡No, no lo voy a hacer!— grito soltando una risa nerviosa.
—¡Ay dale, ya lo besaste! ¡¿Qué otra cosa puede pasar?!— pregunta Lucía inocente.
Yo la miro obvia y ella se ríe.
—¡Andá y yo después me encargo de Gerardo! ¡Hay que ayudar a esos pobres niños!.— dice poniendo los ojos del gato de Shrek y haciéndose la anciana.
Ruedo los ojos y suspiro.
—¡Vos, Julio y Andrea me deben una!— digo tomando de golpe mi trago para después levantarme e ir hacia la presa.
Toco su hombro y me mira. Yo le sonrío y le hago una seña de cabeza que creo que entiende a la perfección.
Muevo mi cadera tratando de provocarlo y miro disimuladamente hacia atrás para ver si me sigue. Obviamente lo hace.
Lo llevo hasta afuera del cabaret y doblo en la esquina, esperándolo.
Sebastián aparece al lado mío y me sonríe. Me mira de pies a cabeza y se relame los labios.
Llevo un vestido negro brilloso con unos dibujos medios raros pegado al cuerpo con un escote pronunciado y unos zapatos negros con tacos no muy altos porque para bailar se me hacen muy incómodos.


Sebastián me acorrala entre él y la pared y trata de besarme pero no lo dejo.
—Sebastián, perdón pero no podemos hacer esto, no de nuevo.— digo mirándolo a los ojos.
Él me mira confundido y se aleja de mí.
—¿Entonces para qué me sacaste del lugar?.
Bajo mi mirada y Sebastián se ríe sarcástico.
—No querías que defienda a mi hermana.
—Tiene 25 años, ya es bastante madura como para defenderse sola. Aparte estaba besando a Julio que por lo que sé, ustedes son muy amigos.— me acerco a él.—Y no tenías que defenderla de nada, ella estaba muy bien.— digo riéndome.
Él me hace mala cara y rueda los ojos.
—Volviendo a lo nuestro... Fue un beso nada más. No significó nada para mí si eso es lo que te preocupaba.— me dice frío.
Siento como parte de mí se decepcionó al escuchar eso pero hago de cuenta que nada pasa.
—Obvio que no significó nada. Usted es mi jefe y yo su secretaria, nada más que esa relación podemos tener.— digo volviendo a hablarle formal y segura de lo que estoy diciéndole.