[Malena]
Salir de la casa de Sebastián fue difícil, yo no podía hablar por los nervios y los dos hermanos se estaban desesperando por eso. Ellos no sabían qué estaba pasando hasta que pude hablar y contarles todo. Al instante salimos de la casa y nos dirigimos a este hospital.
Los Anderson no me querían dejar sola por más que les insistiera que estaba bien, pero son muy duros de convencer.
Hace un buen rato que estoy esperando a mi hermano en la sala de espera y no hay novedades de nada. La chica de la recepción me dijo que lo estaban operando de urgencia pero no me dijo de qué.
—Todo va a estar bien.— dice Gerardo sobándome la espalda.
—Te traje agua.— Sebastián me da la botella de agua y yo tomo un poco.
—Gracias—digo mirando a Sebastián y después a Gerardo.—, a los dos.
Ellos asienten y Gerardo me abraza.
—Tranquila, vamos a descubrir quién hizo esto.— me susurra en mi oído.
—No hace falta, yo ya sé de quién es culpa.— digo molesta levantándome del asiento.
—¿Quién fue?.— pregunta Sebastián.
—Ricardo.—vi cómo ambos hombres se tensaron al escuchar ese nombre.—Hace un tiempo atrás mi hermano y yo tuvimos un accidente de moto. Un auto nos habían atropellado.—me río sin gracia y continúo contándoles la historia, evadiendo un par de hechos.—Cuando descubrimos quién fue supimos que no era un accidente. Ricardo estuvo metido en drogas y con gente peligrosa. Él les dijo que nosotros éramos su familia y que todo lo que les deba nos lo tenían que cobrar a nosotros. Ese día me lo cobraron a mí... y hoy se lo cobraron a Benjamín.
—¿Cómo te lo cobraron a vos?.— me pregunta Sebastián con la mandíbula apretada.
Lo miro y niego con la cabeza.
—Eso no importa ahora.
—Necesitamos meterlo a la cárcel.—dice Gerardo.—Tarde o temprano va a estar encerrado otra vez.— me promete.
—Familiares de Rodríguez Benjamín.— llama el doctor y nosotros nos acercamos.
—¿Cómo está?.— pregunto desesperada.
—Estable. El golpe fue mucho más fuerte que la vez anterior. Tiene dos costillas rotas por el impacto y se golpeó muy fuerte la cabeza lo que provocó accidente cerebrovascular.— explica el doctor Gutiérrez, que también nos atendió a Benjamín y a mí la vez anterior.
—¿Eso qué quiere decir?.— le pregunto temiendo por la respuesta.
—Por culpa de ello tu hermano está en coma, Malena.
—No, no, no. ¡No puede ser!.— digo sintiendo que me falta el aire.
—Respirá.—me dice Sebastián al oído.—Malena respirá.
Me agarro el pecho y tomo una gran bocanada de aire.
—Hay veces en que las personas que se encuentran en coma, despiertan. Benjamín puede despertar, ¿no?.— dice Gerardo esperanzado.
—Podría, pero no quiero darles ilusiones porque no en todos los casos es así.— dice el doctor dándonos una media sonrisa.
—Muchas gracias, doctor Gutiérrez.— le dice Sebastián.
Gracias a Dios que ellos están conmigo, no podría estar sola en este momento.
—¿Podemos pasar a verlo?.— le pregunta Gerardo al doctor.
—Sí, por supuesto. Si me disculpan, voy a atender a otros pacientes.
Yo asiento y antes de que se vaya me mira.
—Lamento mucho lo de tu hermano Male, pero por un lado me alegra que esta vez no te haya pasado nada a vos también.
Como puedo le sonrío y se va.
Paso por al lado de los chicos que están con el ceño fruncido por el comentario del doctor y voy hacia el cuarto que le asignaron a mi hermano.
Cuando lo veo siento que tambaleo y que uno de los chicos me agarra.
Verlo ahí conectado con un tubo que sale por su boca y cables por su brazo me afecta demasiado. También tiene una venda en toda su cabeza.
Él no se merece esto, es una buena persona ¡no se lo merece!.
—Ya escuchaste al doctor, puede despertar.— me dice Sebastian abrazándome.
—Eso espero.—digo escondiendo mi cara en su cuello empezando a llorar.—Debería haber sido yo, no él.
Sebastián se sienta y después me alza y me sienta en sus piernas. En otro momento lo sacaría pero ahora no quiero ni puedo hacerlo.
—No digas eso porque si te hubiera pasado a vos, no me hubiera perdonado el no poder protegerte.—dice Sebastián sobre mi cabeza.—Todo va a estar bien... y yo me voy a asegurar de eso.
Me aferro más a su cuerpo y él se aferra más al mío. Es como si ninguno de los dos quisiéramos soltarnos, por lo menos no hoy.
(...)
"-¡Benjamín! ¡No, por favor! ¡Dejen a mi hermano en paz!.-gritaba con todas mis fuerzas mientras que dos hombres me agarraban de los brazos para que no pudiera escapar.
-¡Malena no hagas nada! ¡Vamos a...-Benjamín no pudo terminar de hablar por el golpe en la cara que le dieron. De tantos golpes ya tenía el ojo morado y ¡me estaba desesperando!.
-¡¿Por qué hacen esto?!.-pregunté llorando.
En ese momento me di cuenta que no tendría que haber preguntado.
El hombre que estaba golpeando a Benjamín se acercó a mí para agarrarme el mentón... y luego empezar a pegarme.
-¡Basta! ¡No le pegues más, soy yo a quién quieren!.-escuchaba los gritos de mi hermano a lo lejos.
Sentía la mejilla caliente y algo que chorreaba por mi frente, era sangre.
Cuando me estaba por quedar inconsciente escucho que el hombre habla.
-Su querido padre debe más plata que cualquier persona que conocemos, él dijo que se lo cobremos a ustedes. Pero me pareció más divertido si lo hacíamos de esta manera, así su papá aprende a no meterse con nosotros. Porque...-ríe sin gracia.-¿Qué cosa es más importante para un padre que sus hijos?.
-¡No, no, no! ¡Nosotros no tenemos nada que ver con Ricardo! ¡Él nisiquiera es nuestro papá biológico!.-gritó Benjamín.-¡Alejáte de ella! ¡Malena!