[Malena]
La miro y sigo sin poder creer que está acá, adelante mío.
—“Hola mamá, tanto tiempo sin vernos”, ¿es lo único que vas a decirme?.— me pregunta mientras se acerca a mí.
—¿Esperabas una bienvenida más cálida de mi parte?.— le pregunto con sarcasmo.
—Soy tu mamá, así que sí lo esperaba.—dice con una sonrisa.—Lamento lo de tu hermano. Me pone muy mal que esté así.
Es todo una farsa, no le interesa nada de lo que le está pasando a Benjamín.
—Dame un abrazo hija, hace tanto tiempo que no te veo y ¡Dios, estás tan grande!— dice abriendo sus brazos hacia mí, pero yo pongo mi mano entre medio de las dos, deteniendo el abrazo.
—¡No! ¡No te vengas a hacer la madre perfecta! Esto no es una película, ¿en serio pensaste que apenas te viera iba a correr hacia vos y abrazarte?.—suelto una risa sarcástica y niego con la cabeza.—Lamento decepcionarte, pero no es así.
Doy media vuelta y le doy la espalda.
—Malena, no estaba en mis cabales cuando me fui, estaba mal, necesitaba ayuda.—dice arrepentida.—Me imagino lo que habrán pasado con Ricardo pero...
—¡No te das una mínima idea de lo que Benjamín y yo pasamos! ¡No te vengas a hacer la figura materna ahora!— grito dándome vuelta para mirarla. Lágrimas se me escapan y ella se acerca a limpiarlas.
—Perdón, en serio perdón. Tenés razón, no sé nada de sus vidas, no sé lo que pasaron de chicos. Pero sí sé que estoy arrepentida de todo y que quiero que volvamos a empezar, que volvamos a ser una familia.— dice llorando.
Yo niego con la cabeza y me alejo.
—Nunca fuimos una familia, ¿por qué tenemos que serlo ahora?.— pregunto seria.
—Por tu hermano, por Benjamín. Él nos necesita.— dice señalando su habitación.
—¿En serio pensás que Benjamín te va a recibir con los brazos abiertos? Él no te quiere ver ni en figurita. Lo mejor para todos va a ser que te vayas.—me dirijo a la puerta de la habitación de mi hermano pero antes de meterme, miro a mi mamá.—Ya lo hiciste una vez, no te va a costar mucho volver a hacerlo.
Me meto a la habitación y miro a Benjamín con la mínima esperanza de que ya haya despertado, pero me decepciono al ver que no es así.
Me acerco a él y me siento en la silla que está al lado de la cama.
—Mamá regresó.—digo agarrándole la mano.—Si la vieras cómo está...—suspiro—... estoy segura que te enojarías. Es como si fuera que nunca existimos en su vida, literalmente dejó su pasado atrás.
Vuelvo a suspirar y niego con la cabeza. No puedo ver a mi hermano de esta manera, con los cables, con el tubo que sale por su boca...
Me levanto de la silla y voy hacia la ventana a tomar aire. Me siento ahogada, siento que todo esto es mi culpa, siento que mi hermano está así por mí. Y esta presión en mi pecho no para y no creo que pare hasta que sepa que Benjamín va a estar bien, que tarde o temprano va a despertar.
Escucho la puerta abrirse y me doy media vuelta pensando que es mi mamá, pero gracias a Dios no es ella.
—Ya se fue.—dice Sebastián antes de mirar a Benjamín por unos segundos para después mirarme a mí.—Va a despertar. No lo conozco lo suficiente pero no necesito hacerlo para saber que él es fuerte y que va a despertar, tiene que hacerlo.
—Sebastián, si él no despierta...
—Va a despertar.—dice remarcando sus palabras. Agarra mi mano y la junta con la de él.—Tenes que tener fe y pensar en positivo. Si yo lo puedo hacer, vos también.
Asiento y lo abrazo sin poder evitarlo. Él rodea mi cintura con su brazo y yo su cuello. Besa mi cabeza y sonrío sin poder evitarlo.
—No sé lo que pasó con tu mamá, pero está preocupada. Se le nota.— susurra en mi oído.
"Adiós momento feliz"
Me separo de él y lo miro a los ojos.
—Creeme, mi mamá solamente se preocupa por ella misma, siempre fue así.
Él asiente sin decir nada y vuelve a abrazarme. Al parecer no quiere que discutamos, cada vez que Sebastián dice una cosa y yo estoy en desacuerdo, siempre discutimos hasta que uno de los dos se cansa de hacerlo.
—Gerardo fue a buscar a Lucía y a Andrea.— me avisa y yo asiento cerrando los ojos.
Estaba necesitando un abrazo que me conforte y el abrazo de Sebastián lo hace. Siento que estoy segura con él, que no importa lo que pase, siempre me va a proteger. Aunque por dentro siento que algo anda mal, que Sebastián no es así y que tarde o temprano la lastimada voy a ser yo.
Sí, díganme pesimista pero siempre me consideré una persona con un sexto sentido.
Corto el largo abrazo que tuvimos y lo miro.
—Sebastián, no sé por qué te importo tanto, ¿por qué te preocupas por mí?.— le pregunto sin poder evitarlo.
—¿No me puedo preocupar por una hermosa chica?.— pone un mechon de mi pelo atrás de mi oreja.
"¿Dónde está la hermosa chica?"
Autoestima cero.
—No me contestes con otra pregunta.— ruedo los ojos.
—Sos la mejor amiga de mi hermano y es como un deber para mí tener que protegerte. Si no te cuidara no creo que estuvieras cuerda al cien por ciento con todas las cosas que te pasan. De alguna manera u otra dependes de las personas.
Frunzo el ceño y me alejo de Sebastián. Cuando él se da cuenta de lo que dijo pone los ojos como platos.
—Malena, eso no es lo que...
—No, lo entiendo. Soy un deber para usted.— digo volviendo a hablarle formal, así recuerdo que es mi jefe y no lo puteo.
—Malena...
—Solamente le voy a decir algo.—me cruzo de brazos.—No necesito una niñera. Me considero una persona adulta y madura que no necesita a una persona para mantenerse en pie.
"¿Madura?"
Por favor, este no es el momento de joder.
— Malena, no quise decir que no fueras madura.
Frunzo el ceño y lo señalo.
—¿O sea que sí quiso decir que dependo de usted? Jefe, no lo conocía hasta este año, pasé muchas cosas en mi vida sin tener que depender de nadie. Ni mis papás, ni mis amigos, ni siquiera mi hermano. Porque sí, él me cuidaba pero no porque yo se lo pidiera, porque solamente nos teníamos nosotros dos.