[Malena]
Pongo la tele y lo primero que sale en los noticieros es que Agustín Portman está preso.
El mismo día que los chicos me rescataron, los policías lo arrestaron y no fue de casualidad.
"Le pegué la quinta patada en los huevos y él seguía sin decir la verdad, hasta yo me estaba cansando de pegarle.
—Torturenme, peguenme, no me importa. No voy a hablar con ninguno de ustedes tres.—dijo Agustín con un hilo de sangre cayéndole por la boca.—Aunque con ella... a solas podría hablar.— dijo con una sonrisa "coqueta", y lo digo entre comillas porque tenía todos los dientes rojos de la sangre.
Sebastián hizo un ruido raro con la boca y le pegó otra trompada, pero esta fue más fuerte que la anterior.
—Al parecer vamos a tener que pasar al plan B.—dijo Julio agarrando un cuchillo del cajón del escritorio.—¿Por qué tenes un cuchillo en tu escritorio?
Todos miramos extrañados a Sebastián y él se acomodó el pelo, su tic nervioso.
—Para cortar manzana.— dijo riéndose pero obviamente nadie le siguió el chiste.
Julio se acercó a Agustín y le clavó el cuchillo en la pierna.
Él gritó y yo hice un gesto de impresión.
—¿Segura que no te querés ir?.— me preguntó Sebastián por milésima vez en las últimas dos horas.
—Estoy bien, solamente me dio impresión ver eso.— dije despreocupada.
—Entonces... ¿Qué es lo que le hiciste a Malena?.— le preguntó Julio.
Este interrogatorio era para que él confiese todo lo que le hizo a las mujeres que pasaron por esta oficina. Descubrimos que mataba a chicas y después le sacaba fotos a sus cuerpos desnudos, pero no sabemos cuántas fueron en total.
Obviamente los chicos estaban grabando esto para dárselo a la policía pero editado; sin los gritos de dolor de Agustín y nuestros gritos amenazándolo.
—No hice nada, soy inocente, Malena se dejó hacer todo. Me pedía que la toque más y más y ¡AHH!.— gritó cuando Sebastián le cortó el dedo anular de la mano izquierda.
—¡Ay Dios!— me llevé mis manos a la boca.
—Sebastián, ¡yo no decía cortarle sus extremidades literalmente!.— gritó Julio desesperado.
—Si vamos a hacernos los malos, hagámoslo bien.— dijo Sebastián con una sonrisa cínica.
—¡Calmáte Sebastián!.—dijo Gerardo sacándole el cuchillo.—Malena, sacalo de acá.
Saqué (como pude) a Sebastian de la oficina y cerré la puerta detrás nuestro.
Él empezó a caminar de un lado a otro, agarrándose la cabeza.
—Sebastián...— me quise acercar pero no me dejó.
—Me tengo que ir.— me dijo con una mirada de disculpas y bronca."
No lo detuve porque sabía que no era el mejor momento así que entré de nuevo a la oficina y les dije que Sebastián se fue.
Después de eso, Agustín confesó todo lo que hizo con esas chicas y lo que me quiso hacer a mí. Gerardo juntó el dedo y lo puso sobre el escritorio al lado de una manzana cortada que trajo Julio de su casa.
La historia que le dijimos que dijera fue que él estaba cortando manzana y se le fue la mano, así fue como se cortó el dedo.
Qué irónico usar su chiste en su contra.
Julio, mientras nosotros acomodábamos y limpiábamos todo, se puso a editar la grabación de Agustín como si fuera que la grabó el mismo porque es un psicópata.
Después de eso, yo me quedé preocupada pensando que Agustín iba a decir algo sobre esa noche. Pero los chicos se aseguraron de que no diga nada, aunque no me quisieron decir cómo lo lograron.
El pendrive que contenía la grabación se la pusimos en el bolsillo de su saco, para que cuando lo revisaran, lo encuentren.
Al otro día, me llamó Fernanda diciendo que habían denunciado al jefe de abuso sexual, la policía fue a la empresa para poder interrogarlo pero lo encontraron desmayado en su oficina. Encontraron su dedo cortado al lado de una manzana y un cuchillo, cuando lo revisaron en busca de heridas, encontraron el pendrive que tenía la grabación.
Todos se quedaron sorprendidos por lo confesado y lo arrestaron después de eso.
Nadie supo que nosotros estuvimos ahí así que me quedo tranquila por ese lado, aunque me siento culpable de haber estado torturando a un hombre.
Llamo a Sebastián para saber si está bien ya que no me pude comunicar los días anteriores, lo cual fue raro. Él está siempre pendiente a su celular.
—Hola Malena, llamaste justo a tiempo. Estaba preocupado por vos.
Frunzo el ceño y río.
—Vos fuiste el que no contestaba mis llamadas, el que le cortó un dedo a un hombre y ¿el preocupado sos vos?.
Se ríe.—Mhm, siempre me voy a preocupar por vos.
"Preocupado dice, y él fue el que te despidió dejándote en la calle, sola, sin trabajo"
Me parece que es un poco exagerado lo que estás diciendo.
—¿Podes venir ahora a la empresa? Hay algo que te quiero decir... más bien preguntar.— se corrige.
Dudo un poco la respuesta pero después acepto.
"Sos re difícil de convencer eh"
—Perfecto, te veo en un rato.
Me despido y corto.
Me voy a arreglar para poder irme porque no creo que me quiera ver en pijama.
(...)
Una vez lista salgo de mi casa y voy hacia mi auto. Me subo y conduzco hacia la empresa. Ya se me hace raro volver a conducir hasta allá, la última vez que me dirigí ahí fue cuando fui a buscar mis cosas con Gerardo, aunque fue él el que entró a la oficina de Sebastián porque yo no quería verlo ni en figurita.
Después de un rato de tránsito llego a la empresa. Paso la puerta y Ángela viene a abrazarme apenas me ve, al igual que otros compañeros.
—¿Qué haces acá? ¿Cómo estás? ¿Vas a volver? ¿Qué pasó en tu vida estas últimas dos semanas? ¿Te arreglaste con el jefe?—Ángela me llena de preguntas y la tengo que calmar un poco porque está muy emocionada.