Al día siguiente, al despertar, Shin estaba con el torso desnudó buscando una camisa.
—Buen día —admire su espalda.
Él se volteó asustado.
—¿Cómo estás? —se apresuró a colocarse la camisa.
—Bien —Suspiro.
—¿Le temes a los truenos? —preguntó acercándose a mi.
—No, no es un miedo. Es una fobia.
—¿Siempre la tuviste?
—No, comenzó cuando mi padre murió.
Se acercó, depósito un beso sobre mis labios y se comenzó a colocar la corbata.
¿Qué fue eso?.... ¿Qué fue lo de ayer?... estoy perdida.
—Haré que lo olvides —Habló al ver mi confusión. —Que olvides a tu ex.
Mis párpados se abrieron asombrados.
—Ahora, vamos a desayunar.
Asentí perpleja y confundida.
Me dirigí con las pantuflas de Shin a la cocina, y un rico café, junto a unas masitas esperaban por mi.
Me apure a sentarme y como cual niña emocionada balanceaba las piernas en la banqueta.
—Este es para ti —lo acomodó frente a mi.
—Gracias —amo el café.
Shin se había preparado un té.
Ambos lo desayunamos en silencio, yo, realmente estaba muy incómoda. Más bien confundida.
—Emma ¿Por qué no te vas vistiendo? Yo lavaré la cosas.
Nuevamente asentí y me baje de la banqueta.
Me coloqué un short tiro alto junto con una camisa rosa con pequeños corazones blancos. Me recogí el cabello en una coleta junto con un lazo y en los pies utilicé unas chatitas negras que iban con mi bolso.
Ahora que tenía todo mi guardarropas era fácil decidir qué usar, nunca más ropa extravagante comprada por Shin -reí por mi ocurrencia- la primera vez que me compró ropa si que estaba desnuda.
—¿Estás lista? —Shin golpeó la puerta.
—Si —abrí y salí del cuarto.
Él me tomó de la mano y nos dirigimos así hasta el estacionamiento. Abrió la puerta del auto para mi y luego o cerró, se subió y comenzó a conducir hasta las oficinas.
Al llegar Shin había preparado un escritorio para mi fuera de su oficina. Sobre él había una agenda, una Mac de escritorio, una libreta y un lapicero.
Señale el escritorio confundida.
—Desde ahora ese será tu lugar, aquí puedes hacer todo lo qué haces en mi oficina pero estar aquí hace que los empleados no imaginen cosas de más y sin contar el otro beneficio —sonrío
—¿Otro?
—Ya veras
No podía creer, mi propio escritorio. Aunque realmente no trabajo iba a poder dedicarme a planificar y organizar las obras de Wattpad, también a terminar Legend of Fuyao. Pero ¿Cual es el otro beneficio? ¿Por qué tanto misterio?
Un pitido sonó y me saco de mis pensamientos.
—Si, hola —atendí el teléfono.
—Te ves hermosa hoy —Shin hablo desde el otro lado de la línea.
Probablemente mi rostro estaba teniendo tonalidades rojizas que jamás alguien ha visto.
—Gra-Gracias —me apresuré a cortar.
Levante la vista y Shin estaba viéndome desde adentro de su oficina.
Me tape el rostro con mis manos y me levante, huí, hacia el baño.