Confianza
Los minutos y las horas parecían eternas, Shin no llegaba más. Yang mi cada segundo me caía peor.
—...Y recuerdo cuando fuimos a Mexico, comimos tacos. La noche que pasamos en el hotel nunca la olvidare —río.
—Ajam —intentaba mantener la compostura.
—Quiero otro té —me dio la taza —, por favor.
—Si —susurré histérica.
Solo aguanta un poco más Emma, Shin ya debe estar de camino.
—Aquí tienes —al terminar de darle la infusión la puerta del apartamento se abrió.
Salí corriendo y me pegue a Shin.
—Tienes que explicarlo todo, con lujo de detalles —reclame.
—Mi amor —ella me apartó de él.
—Sentémonos a hablar.
Con Yang mi nos sentamos a esperarlo en el sofá.
A los minutos Shin llegó con una bella taza de café para mi.
—Si lo que vas a decir no me gusta —sonreí —esta taza de café no te salvará de lo que te espera. Pero aún así gracias.
Él se sentó frente a nosotras y suspiró.
—Yang mi, en estos momentos estoy intentando formar una relación con Emma. No me gusta que llegues aquí mintiendo.
Ella se hizo pequeña contra el sofá.
Parpadeé repetidas veces y lentamente se formó una gran sonrisa en mis labios, sin mencionar el alivio que hubo en mi pecho.
—Por más que vuelvas a buscarme y me encuentres cada año, eso no significa que vayamos a volver, o que tengas algún tipo de oportunidad —suspiró —Le haz echo pasar un mal momento a Emma sin razón alguna y sabes que esas cosas no me gustan.
Ella solo asintió.
—Emma, muchas gracias por confiar en mi.
¡je! Si, seguro.
—Si —sonreí.
—Yang mi, es azafata. Nos conocimos en un vuelo. Como en la empresa le dan vuelos gratis ella, cada año, se empeña en buscarme.
—Eres muy injusto —ella chilló.
—Yang mi, hazme el favor y vete. Ya no estoy solo en la casa. Así que no solo me molestas a mi, sino que también a ella.
—No puedo irme Shin, no tengo donde quedarme.
—Renta una habitación en un hotel.
—Por miedo a que me dijeras eso vine sin dinero, solo tengo lo suficiente para el taxi al aeropuerto.
Shin me miró nervioso.
Creo que era mi momento de sacarlo de esa situación.
—Puedes quedarte —suspire.
—¿Estás segura? —él se sorprendió.
—No la vamos a dejar en la calle o ¿Si?
Negó.
—Emma no quiero que estés incómoda.
—Está bien, después de todo solo serán unos días.
—Cinco —Yang mi aclaró.
—Solo cinco días —forcé una sonrisa.
—Eres tan buena —Shin se levanto y se sentó a mi lado.
—Lo se —reí mientas recibía un suave beso en mi frente.
—Dan asco —Yang mi se quejó.
—Organizando, Yang mi dormirá en la habitación de invitados.
—No, no dejare que ustedes dos duerman juntos —gritó histérica.
—En sima que irrumpes en mi departamento y te dejamos quedar quieres arreglar las cosas a tu gusto —Shin gritó y se incorporó.
Pocas veces son cuando lo veo molesto.
—Tranquilo —lo tome del brazo —dormiré con ella en tu habitación. Después de todo son solo cinco días.
Shin estaba agradecido. Pero se notaba que no estaba contento con Yang mi en la casa.
—Gracias por se tan comprensiva.
Sonreí.
—Eso si, no soy tu mucama querida —la señale acusadora a Yang mi.
—Ni siquiera eres útil como mucama —se defendió.
—No insultes a Emma, si te molesta te vas.
Ella nuevamente se sentó en el sofá y se cruzó de brazos.
—Gracias —sonreí —eres mi caballero sin armadura —y sin dudarlo lo bese.
No voy a decir que no quise marcar territorio, por que si quise hacerlo.
Yang mi se levanto y nos empujo.
—Si no te gusta —repitió él —te vas.