Él es mi papá

Capítulo: 2

Cédric
Escucho bien a la mujer frente a mí y claro que la recuerdo, Eva, ¿cómo olvidar su nombre? Han pasado años y aunque he estado con demasiadas mujeres nunca me olvidé de esa joven que se entregó a mí aquella noche, un error, pienso ahora que fué mirando al pequeño, un grandísimo error, estaba ebrio y no me protegí.

—Mi hijo —repito y comienzo a reír, no será la primera en intentar hacer algo como esto —deje de hacer el ridículo señorita y déjeme en paz.

—No le miento —murmura mirando mis ojos —¿acaso no ve el parecido? —por supuesto que lo veo, pero no quiero un hijo, no quiero eso, menos una familia, me gusta mi vida tal y como es, es perfecta.

—Señorita

—Señor Greyson —llega mi chofer diciendo mi apellido, maldito sea —su madre lo está llamando —ahora odio haber bajado del auto y querer caminar por el parque este, maldita sean las causalidades.

—Así que ese es su apellido —ríe ella, ¿será tonta? Todos en esta ciudad me conocen, ¿ella no?

—Déjame solo Octavio —asiente y el hombre se aleja, yo me acerco entonces a Eva, ¿no sabe quién soy?

—¿No sabes quién soy?

—¿Debería? —me pierdo en sus ojos marrones, es linda, muy linda.

—No sería la primera vez que una mujer intenta engañarme con algo así como un embarazo.

—No estoy embarazada, tengo un hijo de cinco años y usted es el padre, no sé quien es, pero si lo busqué, volví al club, nunca más apareció por allá o quizás nunca tuve suerte de verlo, tampoco lo necesito

—¿Si no me necesitas para qué me buscas?

—Hice una promesa a mi hijo, él quiere conocer a su padre, es su mayor sueño —responde rápido, sin dudas, no parece mentir, claro que no, ellas nunca mienten, pero yo si y no quiero un hijo, menos a una mujer atada a mí, suspiro sin saber bien qué hacer, tampoco quiero escándalos, cosa que seguro ella haría si sigo mi camino y trato de olvidarla, mi imagen es lo primero para mí.

—Eva, haremos una prueba de ADN —asiente ante mis palabras —si es mi hijo me haré cargo, pero —lo miro —nadie debe saber —vuelvo mi mirada hacia ella —jamás le daré mi apellido —me mira horrorizada —jamás voy a salir con ustedes como una familia —soy sincero —nunca he deseado hijos ni lo deseo, pero tampoco quiero escándalos, al pequeño no le va a faltar un padre, pero jamás, escúchame bien —me acerco más a ella —jamás nadie debe saber.

—Eres...

—Un hombre al que le gusta la libertad que tiene —sonrío —¿qué creías? ¿Que diciendo que soy padre me iba a atar a ti?

—No quiero nada contigo.

—Eso es bueno, no eres la primera mujer a la que seduzco en un club y follo luego —aprieta su mandíbula —tampoco serás la última.

—¿Al menos tienes nombre?

—Soy —me quedo pensativo, ella no me conoce, y ¿por qué no? Sonrío, no quiero problemas así que —soy Charles Greyson —le digo el nombre de mi hermano gemelo, jamás sabrá la verdad esta mujer y lo que menos quiero es que esté detrás de mí, solo asiente.

—Bien Charles, entonces serás

—El padre de tu hijo

—¿Eres mi papá? —ambos miramos hacia el pequeño que habla, al cual se le cae el helado de la mano, el niño forma una enorme sonrisa y luego... luego me abraza riendo, yo me quedo estático sin poder hacer nada —cumpliste mamá —grita alto —cumpliste la promesa —agrega sin dejar de abrazarme.

Y fue ahí que comenzaron todos mis problemas, ahora debía llevar una doble vida, en casa era yo mismo, pero en casa de Eva era Charles, mi hermano nunca sabría y Eva menos, nadie podía saber que tenía un hijo y menos con una mujer como Eva, ella es pobre, sin clase, simplemente no está a mi altura.

La prueba de ADN revela que en efecto Caleb es mi hijo, pero no necesitaba de la prueba, eso ya yo lo sabía, los meses pasan demasiado rápido y cada día siento que crece algo dentro de mí, algo que no conocía, amor, me gusta ser Charles, me gusta jugar con mi hijo y lo peor, me gusta estar con Eva, jamás había sentido esto que siento, las mujeres para mí siempre iban y venían, eran cosas sin importancia en mi vida, pero Eva es distinta.

—Vamos Caleb sopla fuerte —digo sujetándolo, está sobre una silla frente a un enorme pastel, Eva ríe y sus padres aplauden cuando mi hijo sopla y apaga todas las velas, demás está decir, que no soy del agrado de sus padres, ellos ni me hablan.

—Viste papá, las apagué todas —sonrío y beso su mejilla, escuchar decir papá es magnífico, jamás había sentido tanto amor al escuchar una palabra —ahora vamos a jugar fútbol —grita, al igual que yo cuando era pequeño, Caleb ama el fútbol y lo juega muy bien.

El día pasa rápido y cuando me doy cuenta al terminar el cuento Caleb está dormido a mi lado, me levanto de la cama y salgo de la casa, miro las estrellas pensando en como ha cambiado mi vida en estos meses.

—Charles —volteo a verla —te he estado llamando —sonrío, aún no me acostumbro a ese nombre, claro, es el de mi hermano, ¿debería decirle la verdad?

—Eva yo

—Caleb estaba muy feliz, gracias —respiro hondo.

—No me tienes que dar las gracias.

—Claro que si, Charles —ella se acerca más a mí —esto es lo único que quería, que fueras un padre para Caleb, me da igual si no lo reconoces ante todos o si nos mantienes como un sucio secreto, mi hijo es feliz —ella sonríe feliz —y eso es lo mejor.

—Eva —musito acercándome más, llevo mis manos a su rostro —ya no lo resisto más.

—¿De qué hablas?

—De que no resisto más verte y no tocarte —mi boca se pega a la suya y la beso recordando la primera vez que lo hice, ella corresponde al beso sin prisa alguna y siento que es el paraíso, definitivamente Eva nunca puede saber que le he mentido.

—No entiendo para que papá nos envía lejos —reclama Charles que no deja de ver su teléfono.

—Quiere que seamos nosotros quien cerremos el negocio —digo calmado leyendo los mensajes de Eva y le respondo también, sonrío



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En el texto hay: familia, niños, amor

Editado: 07.02.2024

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