Cédric
Luego de hacerle toda la historia a mi amigo este aceptó, pero con una sola condición, la chica no sería su secretaria, sería la mía, nunca me ha gustado tener secretaria cuando yo mismo puedo hacer mis tareas, pero él vió el interés que tenía y quiere que ella esté cerca de mí aunque siendo sinceros lo que tiene es miedo, no puede darse el lujo de contratar a alguien sin experiencia y además madre soltera, una vez ya lo hizo y no funcionó, por esa razón, tuve que buscar a alguien más para él.
—Te estuve llamando —levanto la mirada del libro que leía cuando escucho a Ania, está recostada al marco de la puerta mientras que yo estoy medio acostado en la cama —y no respondiste Cédric, además, te envié muchos mensajes —termina de entrar y cierra la puerta poniendo seguro —y tampoco me respondiste nada.
—Estaba muy ocupado —digo mientras no dejo de observar como poco a poco se va quitando la ropa que trae, no se puede negar que es bella, al verla desnuda, cierro el libro que ha dejado de ser interesante y lo pongo a un lado
—Mereces un castigo —murmura subiendo sobre mí —estaba preocupada —por lo que supe, Ania y yo nos conocemos desde niños y ella siempre ha estado enamorada de mí, pero claro, mi yo de antes nunca se comprometía con nadie.
—¿A si? ¿Y qué castigo me darás? —sonrío cuando besa mi cuello, sus manos se pasean por mi pecho desnudo hasta llegar a la única prenda que traigo, mi pantalón.
—Cédric —mira mis ojos —quiero hoy quedarme a dormir contigo
—Yo tenía otros planes
—Cuáles? No me digas que saldrás —sonrío llevando mis manos a su rostro
—No tenía pensado dormir, sino disfrutar de ti —su sonrisa se amplía y besa mi boca, es insoportable y tóxica, pero en la cama de demasiado buena como para ignorarla.
Comienzo a vestirme rápido, ya el sol entra por la ventana, Ania aún continúa dormida en la cama y al parecer así estará durante muchas más horas, al terminar de arreglarme bajo rápido hacia el comedor.
—¿Hijo irás hoy al segundo partido?
—Por supuesto papá —digo sirviéndome jugo, por nada del mundo me perdería ver jugar a ese niño, además, hoy pretendo acercarme, quiero conocerlos, saber quienes son y por qué no los puedo olvidar.
—Necesito luego que pases por la empresa
—Está bien
—Y mañana no olvides que iremos a una de esas fiestas benéficas y Cédric, tienes que venir, todos en esta casa deben ir, habrán muchos periodistas y tomarán muchas fotos, la familia debe de estar unida —asiento sé que esas palabras son de mi madre y mi padre solo las repite.
—Bueno, ya me voy, llego algo tarde —camino hacia la salida con una manzana en la mano, me detengo al llegar a mi auto cuando me llaman
—Cédric me llevas? —no espera mi respuesta y sube a mi auto, ruedo los ojos y subo también
—Ya vas tarde Sandra —digo mientras conduzco
—Lo sé, las sábanas se me pegaron —ríe —¿crees de verdad que mi padre gane las elecciones Cédric?, tiene dos buenos contrincantes
—Bueno, ha hecho una muy buena campaña y va muy bien
—No creo que él sirva para eso, ese era el sueño de mamá, no el de él, también es el sueño de mamá que yo sea doctora y también es su sueño que tú trabajes en las joyerías, Cédric, hacemos lo que ella quiere
—Pensé que la apoyabas —bufa cuando me detengo en la escuela
—Y lo hago... cuando está frente a mí —sonrío —pero no quiero ser doctora, al menos no de personas —habla con voz triste
—Hermana, has lo que quieras, no escuches a mamá, si quieres ser veterinaria, solo sé eso
—Explotaría
—Pero es tu vida y punto, nadie debe manejar tu vida —me acerco a su frente y dejo un beso en esta —mamá ya ha hecho su vida, no dejes que controles la tuya
—Para ti es fácil, eres su favorito, yo, en cambio —no me deja hablar porque baja del auto, la observo hasta que desaparece de mi vista, de todos, mi hermana es la que más parecido tiene con mi madre, pero no sé por qué esta la trata de forma tan fría, aunque es así con todos excepto conmigo, debo hablar con ella, Sandra está en una edad en la que necesita su apoyo y no sus leyes.
Camino por el campo, el juego aún no comienza, pero ya están los niños aquí, por más que busco no encuentro al bajito que estoy buscando y eso me molesta, vine a verlo a él, tomo asiento cuando el partido comienza, el chico no está en el campo, tampoco lo veo en los asientos, pero si veo al entrenador aplaudiendo y riendo, me levanto y camino hacia este, ni siquiera recuerdo su nombre porque no le di importancia
—Entrenador —me mira
—Oh Cédric, que bueno que viniste este día, espero que el juego sea de tu agrado hoy también y espero que
—Busco a Caleb —lo interrumpo y menos mal que recuerdo el nombre del chico —no le veo, es el mejor y es a él a quien queremos patrocinar pero no está aquí
—Caleb
—Es bajito y rubio, tiene los ojos azules y
—Sé quién es, es el hijo de mi novia —enarco una ceja, en serio Eva está con este hombre tan soso, si antes me caía mal él, ahora me cae peor, un mal sabor se instala en mi boca —Caleb ya no va a jugar más, al menos no acá y puede quitarlo de la lista de
—¿Cómo que no jugará más? —él baja la mirada, parece de verdad triste
—Su madre no quiere y no hay nada que hacer contra eso —retrocedo negando para luego alejarme de ese hombre, ¿por qué Eva no querría que su hijo fuera feliz? Claro está que al chico esto es lo que le gusta, debo verla, no dejaré que eche a perder el futuro de su hijo.
★★★
Eva
Termino el desayuno y me dirijo al cuarto de Caleb con su comida, es raro que este aún no se haya levantado, siempre lo hace temprano y va a la cocina en busca de algo de comer, entro a su habitación despacio y lo que veo me rompe el corazón, mi hijo está vestido con su uniforme del equipo de fútbol y está mirando la foto de su padre