El escudero leal (el viaje del caballero)

TERCERA PARTE - CANCIONES Y REYES

Mientras iban lentamente por el bosque nocturno, Milton se abotono el chaleco y compartió la historia que Roland le había comentado una vez .

«—¿Sabes? —dijo al mirarlo y empezó con la historia —. Se dice que el primer rey Holden de la Casa Holdendor era muy soberbio. se burlaba de los otros reyes que tenían peores tierras porque el tenía todo en sus tierras: sol abundante, flores hermosas y variedad de piedras preciosas en las minas —tomo saliva y sintió su espalda estremecer, pero siguió—. Había miles de personas habitándolas. Tenía una mujer despampanante, más oro que todos los otros reyes juntos y mas súbditos que nadie —volvió a tomar saliva y se dio cuenta que estaba nervioso pero continuo—. Una vez, cuando comenzó a hacer su castillo, el quería hacerlo completamente de madera. Talo e hizo desaparecer cientos de bosques... Los cantores del bosque (las antiguas criaturas que servían a los antiguos dioses,) le dijeron que los dioses le permitieron tener todo lo que tenía, pero los bosques eran de ellos, ahí era donde ellos rondaban. Holden se rió de ellos —Milton subió el tono de voz—. ¡De los dioses! y talo la mitad de un bosque para construir su castillo. Tomó como esposa a una bella doncella del bosque y la dejo embarazada... Tuvo felicidad. Cuando su hijo nació, dijo querer tener diez más y para eso tenía que ampliar su castillo, pero —Milton bajo la intensidad del relato y vio de reojo a Sir Jude para ver si lo atendía.al notar que si, siguió—, cuando comenzó a talar otro bosque, los dioses enfurecieron...Las mareas de la Bahía cerca donde el castillo se había construido, subieron, rompieron la mitad del castillo y, en el proceso mataron a su esposa e hijo. La zona más colorida y bella del continente se oscureció, neblinas intensas, altas olas en sus orillas, vientos fuertes y oscuridad. Holden fue recordado como el primer Rey de las Tinieblas y apodado "el condenado". Los dioses le permitieron seguir con su linaje, pero le dieron una lección y el paraíso que había sido esta zona, nunca más lo fue —dijo al concluir con la historia.»

El lo miro con gesto escéptico y dijo: 

—Linda historia —lo miro fijamente y soltó—. ¿pero como sabes que es verdad?

—Nunca dude de ninguna historia del señor Roland. es el hombre más sabio que conozco —contesto firmemente.

—Y el más fantasioso —respondió en voz baja Sir Jude mientras soltaba una risita.

Mientras avanzaban en el camino, la luz de la luna aprecia cada unos pocos ratos; la experiencia de Sir Jude bastaba para que no se perdieran.

Aunque era oscuro, ventoso y lleno de nubes, en la zona había mucha humedad... Por ratos el sudor les pegaba a las ropas. Después de un largo rato siguiéndole la voz de guía a Sir Jude, escucho: —Ves, ves chico, más adelante. Ahí esta —señalo.

—¿Que, que cosa? —respondió Milton desconcertado, no veía nada.

—El magistrado de Lord Walter me dijo que pocos metros de entrar al reino había una posada; no me mintió —contesto felizmente.

Al avanzar un tanto más, diviso a lo lejos un cartel cual decía: "Posada el sapo amarillo."

Eso hizo sentir una sensación agradable en Milton. daba cualquier cosa por un colchón donde recostarse. Además, su estómago le empezaba a rugir del hambre.

Al llegar, Sir Jude le dijo:

—Chico, ten. Entra y pide: una mesa, cerveza y algo para comer —le dio unas cuantas monedas y añadió— espérame enseguida vuelvo.

Un joven salio del establo tomó sus monturas y se los llevó.

Dentro de la posada, Milton vio en la barra a una mujer de mediana edad con dientes chuecos y amarillos, con un trapo en su hombro, entregando platos a sus clientes. La posada era bastante grande, por lo menos en comparación con la taberna del señor Roland.

Milton busco una mesa vaciá, aparto una silla para Sir Jude y espero a que le atendieran, procurando no llamar la atención.

Mientras aguardaba, observo alrededor. Había un hombre viejo de barba blanca que se le caía la baba mientras pegaba una siesta en la silla, había un mujer vieja que comía un plato que Milton no lograba distinguir, y a lo lejos había un hombre joven de cabello negro con barba en el mentón, y una mujer que parecía esas mujeres que el señor Roland le había dicho que debía alejarse...

La posadera, una vez que entrego los pedidos, se paro frente a el y dijo con tono hosco: —¿Que quieres? —Milton pudo ver como caían gotas de sudor de su frente hasta su cuello.

al ver su tono intimidante, le contesto en tono cortes: —Quiero dos platos de estofado.

—Solo tenemos un plato —dijo la posadera mientras masticaba una y otra vez con ansiedad.

Milton la observó, se podía percibir su aliento: olía a un perro muerto.

—Bien, un plato de estofado me alcanzará —dijo y pregunto: —¿tiene algo mas? —educadamente y sin llamar la atención.

—Sobraron empanadas, pero son de ayer —contesto la posadera, mientras que en su vestimenta podía parecer que si demoraba un momento más ahí parada iba a transpirar tanto como para llenar un lago. Milton le dio el positivo para que trajera la comida y espero.

Los platos después de un rato. El estofado iba ser para Sir Jude, pero al ver que no llegaba, no pudo evitar darle una probada: era estofado de cordero, estaba especialmente rico, bien condimentado; aunque por un instante pensó si el señor Roland lo hacia mejor, no lo recordaba bien.

Sus empanadas eran de pollo, estaban bien para pasar el día y no tener hambre en el camino, Milton estaba acostumbrado a comer empanadas de pescado, esas les gustaban. Las que estaba comiendo se le hicieron algo agrias, comió la mitad de una y las dejo, no podía seguir más.

Al pasar el rato y ver que Sir Jude no volvía, se puso a mirar firme a la puerta. Creía que si miraba tanto como pudiera, lo atraería de alguna manera. Paso un momento mirando fijamente y luego se estiro hacia atrás, estaba cansado y tenía los muslos adoloridos por tanto cabalgar, más que nada porque no está acostumbrado. Recostado en la pared, sus ojos se empezaron a entrecerrarse y tras un largo intento de luchar contra sí mismo, perdió y se durmió recostado en su silla contra la pared de la posada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.