El escudero leal (el viaje del caballero)

PARTE CINCO - BOSQUETERROR

Despacio, al son de la llovizna, galopaban lento por el sendero. Sir Jude iba delante; Colm y Milton iban lado a lado detrás. Estaba todo en silencio hasta que Colm, para romper el silencio, sacó de su bolsa una manzana y le dio un mordisco. Sacó otra y miró a Milton, ofreciéndosela. 

—Niño, una manzana: son de una cosecha de Soto de Arces, del sur —Milton la rechazó, las guardo. «En el sur, se encontraban buenas frutas. de las tierras de Lord Lansbury en Soto de Arces siempre se exportaban las mejores frutas a todos los otros reinos; hasta el norte llegaban» Al terminarla, tiró el corazón de la manzana entre los árboles y comenzó a silbar. Molesto por el silencio, miró a Milton.

—¿De dónde me dijiste que eras? —preguntó, curioso y aburrido.

—Soy de las aldeas del Dorado —contestó.

—El Dorado. Trabajé ahí un tiempo —dijo Colm, se rasco la barbilla y siguió—. Serví a Lord Reinhart en Canto de Roble —seguía rascándose y suspiró—.

—¿Y tú de dónde eres? —le preguntó Milton. 

El norteño lanzó una risita, levantó sus ojos para hacerse el interesante.

—Soy un viajero. sí, nací en el norte, pero estuve en Guardamar en las tierras de los ríos, estuve en Casterland en el oeste, llegué al sur a Soto de Arces, hasta que me metí en este maldito reino —apretó los dientes y siguió—. Fue una mala idea venir aquí. Está todo el tiempo nublado, lloviendo, y no hay muchos a quien servir. 

Milton lo observó con curiosidad e indagó —¿por qué robaste mi bolsa? —

Colm miró hacia arriba y contestó:

 —Los vi en la posada, me enteré de que estaban preguntando por la fortaleza —tomó aire y siguió—. Pensé que iban a intentar robarla. Ya que morirían, dije, ¿por qué no seguirlos y quedarme con sus cosas? Sir Jude se dio vuelta y lo miró con odio. El norteño rió y siguieron. 

A pocos metros se veía la fortaleza. Colm cabalgó hasta Sir Jude y le dijo: 

—Paremos, deja tu caballo aquí entre los árboles, desde aquí tengo que atarte y te llevaré conmigo —Sir Jude lo miró con odio y dio vuelta los ojos. Pararon, Sir Jude desmontó fue entre los árboles. Cuando iba a atar el caballo, escuchó,—Déjalo escondido, pero no lo ates, tal vez no tengamos tiempo a desatarlo —dijo en voz alta al caballero. Colm bajó de su montura y fue con las cuerdas para atar a Sir Jude. Al verlo con su espada a un costado, Colm le dijo:

—No, déjala, déjala en el bolso —Sir Jude le contestó —¿Con qué me defenderé? —Colm se dio cuenta de que tenía sentido lo que decía y le dijo —Que la guarde el niño —. Jude resignado le dio la espada a Milton él la guardó en el bolso al costado de su burro. Colm lo ató y lo subió como una bolsa de semillas tras de él en su caballo. Al verlo en esa posición, Colm rió, se subió a su caballo y siguieron hacia la fortaleza.

 

A pocos metros de la entrada de la fortaleza, un guardia se levantó con la mano en su espada y gritó:

—¿Quién pasa?—

—Kyr... soy yo, Colm. Traigo un ladrón, lo agarré cazando en el bosque —se bajó y condujo su montura lentamente.

—¡Yori, es Colm, trajo otro! —gritó a su compañero, quien le hizo caso omiso.

El guardia lo saludó con entusiasmo y le comentó al ver a Sir Jude:

—Mi Lord estará muy agradecido. Le gusta este tipo de ladrón 

—Kyr hizo gesto a la torre para que abrieran, y el guardia preguntó —¿Y ese quién es? —señalando a Milton.

—Es mi ayudante —sonrió Colm—. Me lo pidió su madre, para que el niño se vaya haciendo un hombre... me comprendes, ¿no? —le dio un golpe suave en el hombro y sonrió.

Pasaron la puerta y el olor a podredumbre se sentía en el ambiente. Milton vio a un lado y había: sangre mezclada en el barro, arriba de una mesa una sierra con restos de sangre, había huesos humanos en el barro y a un lado había tres jaulas grandes... Milton siguió a Colm lentamente sin bajarse de su burro, tenía las palmas sudorosas y veía constantemente a Kyr. Era un hombre adulto, los dientes que le quedaban los tenía podridos y en su cara tenía media docena de manchas y granos.

Al llegar, Milton había quedado medio impactado, su corazón latía rápidamente. Colm bajó a Sir Jude y lo condujo parando enfrente de las jaulas. Al volver en sí, vio en las jaulas: dos estaban vacías y en una vio una persona de espaldas.

—Sabes, Kyr, me lo he pensado, ¿tienen a la chica todavía? —preguntó Colm. 

Kyr rió, pateó la jaula y contesto —Sí— mocosa, déjanos verte. 

era Lynette, se asustó al oír la patada pero siguió de espaldas. Kyr rió como un cerdo. 

Colm giró a Jude para que la viera y miró de reojo a Milton también. Dirigió al caballero hacia la otra jaula, fingió intentar abrir la puerta y dijo molesto:

 —Kyr, esto no abre —zarandeó una y otra vez, suspiró con resignación. 

Kyr rió y dijo: —mira que eres inútil —fue hacia ella a abrirla. Intentó una vez, la abrió y miró a Colm sonriéndole; Colm devolvió la sonrisa y rió nervioso, sacó el puñal de su espalda y se lo clavó en el cuello. Milton se sobresaltó; Colm lo pateó dentro de la jaula, mientras Sir Jude se quitaba las cuerdas y pidió su espada a Milton. El otro guardia de la puerta se lanzó sobre Milton Sir Jude se interpuso y contraatacó. Yori era lento, lanzó dos estocadas erróneas al aire y la experiencia de Sir Jude le hizo esquivarlas. Se lanzó a él furioso, dio un golpe de acero que le dejó temblando la mano al guardia y el segundo golpe le partió la espada, ya desarmado Sir Jude le clavó la espada en el vientre. 

—Ven, ven rápido —gritó Colm a Sir Jude. el caballero fue hacia la jaula y dijo nervioso: —¡Mi Lady, mi Lady, soy amigo de vuestro padre Lord Walter, venimos por usted! —. La joven dama asustadiza se dio vuelta y los vio. Colm gritó con impaciencia:

 —se nos escapa el tiempo, ya vienen —dos guardias salieron dentro de la fortaleza y el norteño fue a por ellos como una pantera. 

—¿Cómo abro esto? —dijo Sir Jude, dejó su espada en el suelo y le dio unas patadas. Milton bajó del burro asustado, con las manos sudorosas y los pies temblando, buscó el hacha en la mesa y se la alcanzó a Sir Jude. —Prueba con esto —dijo. 




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