El Profesor Alejandro Rios, un reconocido experto en fenómenos paranormales, había dedicado su vida a estudiar los límites entre lo tangible y lo intangible. Había escuchado historias sobre la mansión abandonada y su espejo legendario, y no podía resistirse a la tentación de explorar aquel enigma que capturaba su curiosidad. Armado con su linterna y una cámara, se adentró en la mansión decidido a descubrir la verdad.
A medida que Rios avanzaba por los pasillos en ruinas, el ambiente se volvía cada vez más opresivo. Las sombras danzaban en las paredes, como si fueran testigos mudos de oscuros secretos. Al llegar a una habitación principal, encontró el espejo legendario frente a él. Era un objeto antiguo, adornado con tallados intrincados y rodeado de un aire sobrenatural. Sin embargo, algo parecía distinto en su reflejo; parecía capturar el sufrimiento de las almas que habían cruzado su umbral.