Un día normal en mi casa nueva, estaba viendo televisión tranquilamente en mi gran sala, comiéndome lo que había comprado el día de ayer en el supermercado, ya que tendría dinero más tarde para comprar más comida. Había abierto una cuenta en el banco para guardar el dinero. Solo que la mitad del dinero que ganaba, se guardaba en la cuenta del Señor Reginald, ya que debía evitar que la cantidad de dinero en mi cuenta levantara sospechas, pues yo "no trabajo". Pero esa misma mañana, Ronnie llegó a la casa y le abrí la puerta. Estábamos hablando en el sofá de mi sala cuando me dijo:
-Oye, tengo algo de información que tal vez te suene interesante.
-¿En serio? ¿Y ahora qué?
-Pues me encontré con un viejo amigo de camino a casa. Le pregunté que era de nuestras amistades de la prepa. Pues me contó algo de Jake Collins. ¿Lo recuerdas?
-Claro que lo recuerdo. Fue mi primera pelea en mi camino como luchador.
-Pues que crees... dejó el Dojo Gold's Dragon's. Ahora nadie sabe de él.
-Espera... ¿Qué? ¿Dejó el Dojo?
-Sí, lo abandonó a la semana desde que lo venciste. Dicen que insulto a su Sensei por no haberlo entrenado bien en el Karate. Entonces dejó el Dojo y más nadie lo ha vuelto a ver.
-Qué extraño... ahora me siento culpable. No quería acabar con la vida marcial de ese chico.
-No te sientas mal. No acabaste con su vida marcial. El decidió abandonar... el camino o como sea que se llame.
-El Do.
-Esa cosa.
El "Do" es el "camino". Es el camino que recorre todo artista marcial en busca de la verdadera fuerza. Mi Sensei me dijo que un artista marcial nunca deja de recorrer el Do. Pues todos los días se aprende algo nuevo y tu recorrido termina una vez mueres. Por algo se llama "Karate-Do". Kara (vacío), Te (mano), Do (camino). La traducción correcta sería "El Camino de las Manos Vacías". Haciendo énfasis en que no utilizamos armas. Existen artes marciales que fomentan el uso de armas. Pero mi posición es neutral ante ellas.
-Entonces... si Jake abandonó el Karate, ¿Dónde crees que este? –le pregunté a Ronnie.
-Ni idea. Probablemente este entrenando por su cuenta, o tal vez haya conseguido otro Sensei. En el peor de los casos, se retiró del Karate.
-Vaya... quisiera encontrarme con el de nuevo. Al menos, solo quisiera motivarlo a que siga entrenando. Hay que ser buen perdedor.
-Como sea... el no importa. Oye, ¿Qué te parece si vemos una película en el cine?
-No se... iba a entrenar hoy con el Sensei Hiro.
-Pero es que tú siempre entrenas. Además, si quieres invito a Janet y te dejo sentarte a su lado.
-Que no me gusta Janet, ya deja la insistencia.
-No lo niegues Byakko. Te gusta mi hermana y yo lo sé.
-Lo que digas. Déjame llamar al Sensei Hiro y preguntar si puedo ausentarme del entrenamiento hoy.
-¡Oh sí!
En efecto, llamé al Sensei Hiro. No estuvo de acuerdo con que no entrenara, pero al final reconoció que trabajo muy duro y me dejó ir. Me vestí y salí con Ronnie a buscar a Janet a ver si quería ir con nosotros. Como ya teníamos dinero, pagamos un taxi. Entonces llegamos:
-¡Janet! ¡Janet! ¡Baja! –gritaba Ronnie desde afuera. Janet se asomó por la ventana al verlo y gritó:
-¡Abre con tu llave!
-¡No quiero entrar! ¡Te quería preguntar algo!
-¡¿Qué?!
-¡¿Quieres ir al cine con nosotros?!
-¡¿Hoy?!
-¡Sí! ¡Ya, ya! ¡Te esperamos a que te vistas y nos vamos ya!
-¡Esta bien!
Vaya relación de hermanos. Tienen un temperamento similar. Al cabo de cinco minutos, Janet bajó. Se dirigió a saludarme:
-Hola Byakko. Las historias sobre ti recorren todo Remington. –me dijo Janet riendo.
-¡JAJAJA! Pues... digamos que soy bueno. –le respondí.
-Tenemos que pelear un día.
-Pues... si quieres.
-Bueno vamos, que quiero ver que funciones hay hoy. –dijo Ronnie.
Y así salimos. Mis dos nuevos y únicos amigos y yo fuimos al cine. Era la primera vez que hacíamos algo que no estuviese relacionado con las peleas. Se sintió bien por un momento tener la mente despejada. No pensar en peleas ni en el peligro. Se sintió bien salir con tranquilidad a la calle con ellos dos. Ya el cine, entramos para ver la película. Vimos una película de terror. No me gustan para nada, pero Janet y Ronnie la escogieron. Al salir, estuvimos caminando hacia la salida pero a Ronnie le dieron ganas de ir al baño. Janet y yo lo esperábamos afuera. Cuando de repente... según lo que él me contó: