Luego de que una chica me engañara de la manera más estúpida posible y de que los Street Arts Boys me acorralaran en el muelle de la ciudad, ahí estaba yo. Rodeado de un gran aro de fuego que ardía a mí alrededor. Frente a un enemigo desconocido que aparentemente quería matarme. Pero que pensaba hacerlo con sus manos. Ante los gritos de los pandilleros, los cuales declaraban que Maxwell ganaría rápido, no me quedó más opción que ponerme en guardia y prepararme para pelear. Maxwell puso la guardia típica de un boxeador. Entonces se acercó a mí. Su primer golpe fue un golpe recto que iba a mi cara, pero que logré parar con mi mano izquierda. Luego de eso lanzó más golpes en distintas direcciones y muy rápidamente. Era increíble como golpeaba, pero aún no entendía su estilo de pelea. Sus golpes eran rectos, cruzados, de gancho, de abajo hacia arriba, de arriba abajo y la sucesión de golpes era tal que no me dejaba responder. Me fue empujando cada vez más y ganaba terreno rápidamente. En un momento, me di cuenta de que me tenía cerca de la pared de fuego. Entonces cuando lanzó un gancho matador, me agaché y le pasé por debajo. Entonces se volteó y me siguió golpeando. Hasta que por fin lo entendí:
-¡Ya veo! ¡Eres boxeador! En ese caso... -intenté derribarlo con un Ashi Barai. ¡Pero él lo defendió con una patada! Y para culminar, me lanzó una patada frontal poderosa sin ninguna forma en particular. Fue solo una patada mal hecha pero muy potente. –No eres boxeador... usas tus piernas.
-............ -lanzó una patada muy alta hacia mi cara. Me agaché y la esquivé. Entonces me lancé hacia él para golpearle la cara pero atrapó mi puño y teniéndome tan cerca empezó a golpearme.
-¡Uah! ¡Gah! –Maxwell me atrapó con el brazo izquierdo y con el derecho empezó a darme golpes en el estómago. Golpes fuertes, sucesivos, rápidos, que no me dejaban pensar. –Pero... ¡¿Qué practicas tú?! ¡Bah! –recibí un gancho derecho en la cara.
-Nada en particular. –taclea con el hombro.
-Uff... ah... ¿qué diablos eres?
Uno de los pandilleros empezó a burlarse de mí y a hablar:
-¡JAJAJAJAJA! ¡Tonto! ¡El Señor Maxwell no conoce ningún Arte Marcial como tal! El solo pelea y ya.
¿Cómo una persona puede simplemente saber pelear? Fácil, a eso se le llama talento.
-El Señor Maxwell creció en la zona más roja de Remington. Era pelear o morir. Lo que de verdad hizo del Señor Maxwell un gran peleador fueron las peleas callejeras diarias que tuvo que enfrentar.
Ahí fue donde de verdad lo entendí. Aunque aún me preguntaba por qué le llamaban "Señor" una de mis dudas se despejó. Maxwell no conocía ningún Arte Marcial. Maxwell había crecido en peleas y en medio de violencia. Es por eso que el estilo de pelea de Maxwell era el estilo callejero. ¡Y dicho estilo, aunque no es considerado estilo, se forja peleando!
Le ataqué con golpes continuos. Busqué darle en la cara y no pude. Su velocidad, fuerza y destreza eran comparables con la mía. Sin embargo, antes de que pudiese acertar su próximo golpe, intenté patearlo con una Ura Geri.
-¡Hya!
-¡Hah! –tomó mi pierna.
-¡¿Eh?! ¡Aaaah! –me jaló por la pierna hasta poder tomar mi cuerpo y me levantó, azotándome contra el suelo hacia atrás.
-¡Mortal Suplex! –Y caí.
-¡Uh! ¡Qué ágil! –me arrastré y busqué levantarme. Cuando volteé, el ya venía hacía mi con un gran gancho izquierdo. Me agaché y le di con un Gyaku Tzuki en su abdomen. Pero... ¡el no sintió nada!
-......... eres débil. –me tomó con sus brazos y empezó a darme rodillazos en la barriga y el pecho.
Había entrenado tanto su musculatura que mi golpe, por fuerte que fue, no le hizo daño en el abdomen. Su rudeza era de notar.
-¡Ay! ¡Ah! ¡Ya suéltame! –con un puñetazo improvisado, le di en la barbilla. Entonces me soltó.
-¡Tch! Eres molesto... -lanzó una ráfaga de puños, pero me agaché para esquivarla.
-¡Kia! –apliqué un Ura Tzuki bien hecho para darle en la barbilla.
-¡Ho! –lo esquivó yéndose hacia atrás. -¡Kaaaa! –me tomó por los brazos y me dio un cabezazo en la frente que me dejó viendo las estrellas.
Nuevamente, ahí estaba yo. Tirado en el suelo. Rodeado de un anillo de fuego ardiente en el muelle de la ciudad. Peleando contra alguien que nunca había practicado un Arte Marcial. Que vergonzoso. Siendo derrotado por un peleador callejero... pero... ¡Este no podía ser un peleador cualquiera! De alguna forma, era alguien importante. Debía averiguar quién era.