Un sábado, a las 11:57 de la noche, estaba yo en mi última pelea en La Jaula Sangrienta. Era la pelea número 200 y el lugar estaba más lleno que nunca. El señor Reginald saltaba de la emoción en las gradas ya que había puesto mucho dinero en la pelea. Ronnie y Janet estaban en la zona VIP gritando y animándome, así como todos los que me apoyaban en el club. Moby Dick, si lo recuerdan, se salió de El Ring del Box para venir a verme y estaba muy emocionado por la pelea. Ese gordo sí que me cae bien. Lo más graciosos es que no conozco su nombre real. Bueno, volviendo a la pelea, mi oponente ya estaba muy cansado. No había sido capaz de acertarme ningún golpe y yo ya le había contraatacado varias veces. Me faltaba poco para ganar.
-¡A Byakko ya le falta poco para ganar la pelea! ¡Juicy Dave está muy agotado y apenas puede moverse! ¡Parece que dentro de poco tendremos al mayor peleador invicto de la ciudad! –decía el presentador con su micrófono.
-¡Vamos Byakko! ¡Adelante Tigre! ¡Tú puedes! –decían las personas del público.
-Bueno, supongo que es hora de acabar con esto. –dije yo poniéndome en guardia.
El chico que combatía conmigo era un gran aspirante. Había luchado contra todos en La Jaula con tal de enfrentarse a mí. Pero yo era mucho mejor que él. Se acercó a mí para atacarme. Con una Mae Geri en el estómago, lo contraataque. Teniéndolo yo lastimado y con la guardia baja, le di dos golpes a la cara. Apenas volvió en si para continuar, me lo quité de encima dándole una Ura en la cara. Sorprendentemente, no cayó. Era muy resistente. Pero la pelea debía terminar. Así que solo corrí hacia él e hice una técnica que nunca había hecho en el club.
-¡Nidan Ushiro Tobi Geri! –Así es, si se lo imaginan con las enseñanzas de términos que les he dado, entonces saben que fue una Patada Doble hacía atrás Saltando. Primero salté y le di en el pecho con la pierna derecha después del giro y luego volví a girar hacia atrás y le di con la pierna izquierda, esta vez con más fuerza, mandándolo a volar. El cayó, y tras verme, se dejó derrotar tirándose al suelo sin levantarse.
-¡AHÍ ESTA! ¡TENEMOS A UN CAMPEÓN! ¡A UN NUEVO CAMPEÓN INVICTO! ¡LO LOGRÓ, LO LOGRÓ! ¡BYAKKO LO LOGRÓ! SEÑORAS Y SEÑORES, BYAKKO, EL TIGRE BLANCO DEL OESTE ES UNA VERDADERA FIERA QUE CON 200 VICTORIAS SE ALZA CON EL TÍTULO DE CAMPEÓN INVICTO DE LA JAULA SANGRIENTA.
El público enloqueció. El Señor Reginald daba saltos de alegría y la gente aplaudía, gritaba y silbaba de la emoción. La Jaula parecía un estadio de fútbol. Era verdaderamente un bullicio total. Janet y Ronnie saltaron de las sillas VIP para ayudar a abrir las puertas de La Jaula y entraron a abrazarme. Igual el señor Reginald y el resto del equipo de coaching, por decirlo así. Después de celebrar por un rato, el señor Reginald tomó el micrófono para dar un anuncio.
-Buenas noches a todos los presentes, buenas noches, espero que la hayan pasado muy bien. Una gran pelea acabamos de ver, sí, pero lamentablemente, esto no sucederá más. Nuestro gran peleador, Byakko, ya ha cumplido con el contrato de patrocinio por lo cual no lo patrocinaré más. Y... debo anunciar que La Jaula Sangrienta cambiará de director por motivos personales. –todo el público empezó a murmurar preocupados. –Los que conozco, los que admiran a Byakko, pues ya dependerá de este gran peleador el que lo vuelvan a ver. Pero en cuanto a mí, más nunca volveré a verlos. Lamentablemente les anuncio esto hoy y así me despido. Pero no se preocupen. Estoy seguro de que Byakko no los decepcionará. Buenas noches, me despido.
El señor Reginald salió de La Jaula y yo, aunque me dieron el micrófono, tuve que salir de ahí para hablar con él.
-¡Señor Reginald! ¡Señor! –decía yo para atraer su atención. -¿Qué fue eso de allá afuera? ¿En serio usted piensa abandonara La Jaula?
-Todo tiene su final Louis. La presidencia, la gobernación, una dictadura, la comida... todo. Y ya llegó la hora de que abandone este lugar.
-¿Pero por qué? Dígame.
-Veras Louis... me voy de la ciudad. Gracias a ti, he ganado un gran capital que puedo invertir en empresas de otras ciudades. Me cansé de ser un hombre deshonrado. La policía ha estado tras mi pista. Y quiero limpiar mi nombre. Así que me iré de Remington, lejos de lo que fuese que me pueda mantener atado a este mundo. Tal vez tú deberías hacer lo mismo. Solo digo, si es que quieres seguir siendo un peleador clandestino.
-Usted sabe que estas peleas no son nada como las peleas que he tenido en la calle. Aparte, ser peleador clandestino no es mi diversión. Yo tengo un objetivo y es ser el mejor de la ciudad.
-Pero si ya lo eres. 200 victorias seguidas, ningún As de ningún club logrado eso.
-No señor... aún sé que no soy el mejor. Aún hay peleadores en la calle que conozco que pueden vencerme fácilmente. Debo entrenar para vencerlos. Solo así seré el mejor. Y otra cosa... ¿a usted ya no le importa lo que le suceda a este club?