El primer amor.
El primer sentimiento.
La emoción trasciende desde lo más profundo, y nos vuelve capaces.
Las primeras veces están sujetas a algo mucho más especial, un delicioso aroma que solo se respira una vez en la vida, y que se recordará por siempre.
De pequeño se sintió como algo alcanzable. Mis objetivos estaban acompañados con un, “primer”.
Ser el primero en la clase.
Ser el primero en el examen de admisión.
Ser el primero en el trabajo.
Porque ser el primero, era, sin duda, ser el mejor.
Y lo logré.
Era espectacular, la adrenalina que sentía en mi pecho. Desde el momento en el que abrí los ojos, o dije mis primeras palabras, una etiqueta decoraba mi frente.
El primer hijo, el primer nieto, el primer heredero…
Un camino trazado por la diosa de la avaricia, me dirigían a un destino favorable. Y gozaba de ese privilegio.
Hasta que me casé.
Ese fue el momento, en que el título que presumía se me fue relegado.
Me convertiría en el esposo de Octavio.
Y sería su segundo marido.
¿Quieres saber lo que sucedió después?
En cambio, yo nunca deseé vivirlo.
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Octavio y Stefan.
Carta de presentación:
Stefan Falcon-Evans.
— Su apellido es único entre muchos otros, luce siempre por ser el primero.
—Emite presencia y elegancia.
—Suele atraer miradas de admiración, tanto como de envidia.
—El primer omega con un rango superior a cualquier otro omega.
Octavio Brad Brande
—Un hombre con una reputación intachable, que ha vivido escondido los últimos años.
—Un alfa con mucho poder, a punto de perderlo todo.
—El octavo y último nieto de su familia.
#1061 en Novela contemporánea
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Editado: 02.11.2024