—¿Cuál es el problema? —expuso el tipo. La voz se escuchó por todo el restaurante.
El joven en frente de él parpadeó un par de veces sin entender.
¿Era tan difícil para él entender que en realidad no existía un problema como tal?
Suspiró, cansando de la situación y dijo: —No lo hay —continuó, tomando las manos del tipo sobre la mesa, intentando ser cordial— No me gustas, es todo.
Sus palabras fueron contrarias a sus acciones, y luego se regularizaron. Se paró de la silla, a punto de irse. Sintió lástima por el tipo que estaba abandonando, pero eso era todo. Ni siquiera recordaba su nombre, quizás si hubiera estado con él un día más, se lo hubiera aprendido, pero ese era el final.
Así era como era.
Stefan era un joven muy codiciado, y disfrutaba esa atención sin limitarse. Los hombres le encantaban. La atención desenfrenada, los mimos, regalos…
Claro, que solo ocurría al comienzo, luego de eso, pensaba que eran aburridos.
Consiguió siempre lo que quería.
En la universidad, le encantaba un profesor. El respeto que se exigía entre estudiantes y profesores lo limitaban. La moral de un profesional era jodidamente estúpida, para él. El profesor Will tampoco cooperaba, era, por completo, un aburrido.
Tardó tres meses en conseguirlo para él. Al comienzo supuso que de alguna forma estaba enamorado.
Era una idea emocionando para Stefan.
¿Qué haría un omega tan indefenso como él?
Fue rechazado incontables veces por el profesor.
El primer mes, Stefan se sintió tan triste y deprimido. Cada segundo que pasaba era una montaña rusa, su corazón se aceleraba y volvía a su normalidad. El final de ese mes, Stefan se reunió con un amigo, como cada vez que acostumbraba, a tomar un pequeño descanso en el parque y disfrutar de una bella comida.
—He sido muy cruel con todos mis exnovios, es por eso. Este es mi karma —se lamentó frente a su amigo. Pero como disfrutaba los pícnics.
Alex chasqueó la lengua, tomó un sorbo del café y dijo: —Ese tipo ni siquiera es tan atractivo. ¿Cuál es tu problema?
Stefan se levantó del pastizal, miró el cielo y luego miró el paisaje por completo, admiró la naturaleza, los árboles, los animales. Una combinación preciosa. Su estómago se revolvió, observó en un punto fijo, abrió los ojos, tenía la respuesta frente a él.
—Estoy enamorado —concluyó— Eso es lo que sucede.
Alex escupió el sorbo de café y se limpió con la manga.
—¿Qué debería hacer? —el tono de Stefan cambió por completo. ¿Él realmente estaba preocupado por un hombre que ni siquiera lo miraba? Stefan expuso un rostro ansioso y triste —Hice de todo. Participaba en sus clases con frecuencia, entregué todas mis tareas… ¡Me esforcé por ser notado! ¡Leía su clase un día antes!
Alex suspiró.
Pero no era el final, Stefan continuó, apretó un pan con sus manos: —Coqueteaba con él de forma descarada, e incluso fingía que las cosas se me caían y las recogía restregando mi…
—Está bien, para, por favor —intervino Alex. En esa interrupción el llanto de Stefan tomó lugar. Alex giró los ojos y luego sonrió. Stefan era un tonto, pero un tonto que era apreciado por todos sus amigos. Alex tuvo una idea —¿Tus padres no eran algo como “grandes donadores del fondo de la universidad”?
Stefan entre llanto asintió con la cabeza, en respuesta. Pero eso, ¿qué tenía que ver? Solo pasaron algunos segundos para que Stefan lo entendiera por completo, solo ahí, dijo: —Eres un maldito genio —concluyó Stefan. Su cara estaba hinchada y llena del resto de lágrimas.
—Te ves jodidamente fatal.
…
El profesor Will dejó de ejercer al segundo mes, por alguna extraña razón, sus superiores creían que ya no era indispensable. Había dejado de existir, entonces, alguna objeción que podría impedir el amor de Stefan.
Entonces, lo encontró por casualidad frente a un supermercado.
—Profesor —llamó su atención, expuso una sonrisa, inevitable.
El profesor le devolvió la sonrisa. No fueron los únicos encuentros casuales que tuvieron, por una extraña razón Stefan aparecía en los momentos más inoportunos.
Al tercer mes, el profesor Will fue seducido por Stefan. Unos días luego de ese, Stefan tomó todo lo que le pertenecía. Era la primera vez que llegaba tan lejos con un alfa. La noche fue muy ardiente. A la mañana siguiente despertó, y no podía saberlo con claridad.
Se vistió y salió del departamento. Fue rápido, no dejó ninguna nota. Llegó a su vivienda con intranquilidad. No lo pudo saber con claridad, tal vez era porque se había acostado muy tarde, o era normal sentirse así luego de tener sexo con la persona que más amas.
Amor.
Solo ahí, parado en medio de la sala, pudo entenderlo con claridad.
El amor era muy grande.
No sintió ningún tipo de emoción cuando el profesor Will no lo contactó nuevamente, tampoco sintió la necesidad de contactarlo. Era como era.
Porque el amor era demasiado enorme para él.
A la semana siguiente tenía un nuevo objetivo. Esta vez no tardó tanto como se había acostumbrado con Will, al contrario, fue demasiado fácil. Y terminó luego de dos días.
El tipo que tenía frente a él no era común, para nada.
Permaneció en silencio durante algunos minutos, que se sintieron eternos. La rutina era impaciente, Stefan deseaba salir lo más pronto que podía de la cafetería. Observó las ventanas desde dentro, a punto de levantarse.
—¿Eso es todo? —dijo el tipo —Terminas conmigo con un maldito guion y luego pretendes marcharte. Stefan, siendo así, hubiera preferido que me termines por teléfono. Dime, ¿crees que es divertido hacer perder el tiempo de la gente en estupideces? Solo estuvimos juntos dos días, ni siquiera dejaste que te bese. Mierda, sé más humano la próxima vez.
Stefan se sorprendió por lo directo que era el tipo. Aunque no pudo negar absolutamente nada. En realidad, había olvidado que solo había estado con él dos días, de ser por él, simplemente dejaba de contactarlo. Soltó una pequeña risa entre dientes. Tal vez esta vez sería mucho más fácil. Ese tipo parecía entenderlo a la perfección.
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Editado: 02.11.2024