El esposo sustituto

CAPITULO 10:

Stefan había estado jugueteando con la copa de vino, sintiendo cómo el líquido rojo se deslizaba por las paredes del cristal con cada giro. La habitación estaba cargada de tensión, como si el aire mismo supiera que algo importante estaba por ocurrir. Octavio, de pie cerca de la ventana, parecía más distante que nunca, más rígido, como si una marea invisible estuviera empujando contra él. Ambos sabían que la conversación era inevitable, pero ninguno de los dos había dado el primer paso.

Finalmente, fue Octavio quien rompió el silencio.

—Darcy era mi esposa.

Stefan levantó la vista, pero se apresuró a disimular su sorpresa. Tomó un sorbo de vino, sus dedos temblando levemente mientras lo hacía, tratando de retener el control que parecía desmoronarse lentamente. A pesar de sí mismo, su voz salió fría, más cortante de lo que había querido.

—¿Era?

Octavio asintió sin apartar la mirada de la ventana, su tono vacío, como si estuviera hablando de un capítulo cerrado y olvidado.

—Murió hace ocho años.

Las palabras cayeron sobre la habitación como un peso invisible, denso y frío. Stefan no sabía si lo que sentía era alivio, celos o tristeza por algo que nunca había conocido. Algo se agitó en su interior, pero no era algo que pudiera reconocer con facilidad. La sensación de ser desplazado, de no ser el centro del universo de alguien, lo dejó inquieto. El silencio se alargó entre ellos, y Stefan, luchando por encajar las piezas de lo que acababa de escuchar, abrió la boca.

—¿Y qué pasó?

Octavio tardó un momento en responder, su voz temblando ligeramente, revelando un atisbo de vulnerabilidad que Stefan jamás había esperado.

—Un accidente, he intentado ocultarlo por mucho tiempo… pero es hora de que al menos tú lo sepas.

Stefan sintió un nudo formarse en su estómago, cuando escuchó la historia de Octavio, la imagen de Octavio, tan imponente y calculador, ahora roturada por la tragedia que acababa de compartir. Todo en él comenzó a hacer sentido de forma dolorosa. La mirada distante que Octavio a veces mostraba, su obsesión por mantener las apariencias, el control absoluto que parecía querer imponer sobre todo. Era claro ahora: esa fachada de invulnerabilidad, de fuerza, era solo eso, una fachada.

—¿Por eso nadie lo sabe?

Finalmente, Octavio lo miró, y en sus ojos brillaba algo más que la sombra de la tristeza: había determinación, una necesidad profunda de ser entendido, de compartir algo que nunca antes había revelado. Por un instante, Stefan vio al hombre detrás del control, al ser humano que había estado oculto bajo capas de hielo.

—Quería que se respetara su memoria. Ella odiaba a los periodistas, el ruido, la intrusión... Darcy merecía paz, incluso en la muerte.

Las palabras de Octavio dejaron a Stefan sin aliento, una ráfaga de comprensión atravesó su pecho. Por primera vez, en lugar de ser el centro del universo de alguien, comprendió lo que significaba ser otra cosa para esa persona: una sombra, un eco de una vida que había quedado atrás. La revelación lo carcomió por dentro, y mientras sus ojos se mantenían en los de Octavio, algo nuevo comenzó a gestarse dentro de él. No era solo la historia de un hombre que había sobrevivido a un dolor tan profundo; era la historia de una carga que había estado guardada en silencio, esperando a que alguien se atreviera a escucharla.

Stefan había creído que la relación con Octavio era un juego que él podía controlar, que todo giraba en torno a sus deseos y a sus reglas. Pero ahora, se encontraba frente a una realidad mucho más compleja de lo que había imaginado. Octavio no era el hombre imbatible que había construido en su mente; era alguien roto, alguien que había intentado proteger algo tan frágil como el recuerdo de un amor perdido. Un amor que todavía lo perseguía, un amor que Stefan no podía entender, pero que, de alguna manera, ahora compartía. Y en ese momento, mientras las palabras flotaban entre ellos, Stefan supo que nada volvería a ser como antes. La redención de ambos, aunque incierta, estaba comenzando a gestarse en ese mismo espacio, en ese silencio lleno de lo no dicho.

Stefan estaba de pie frente al espejo, los ojos clavados en su reflejo, pero lo que veía no era él mismo. En su mente, la imagen de Darcy persistía, como una sombra que no desaparecía, flotando entre los recuerdos que no le pertenecían. Su cabello se desordenaba entre los dedos mientras se lo pasaba, frustrado, sintiendo que algo dentro de él se quebraba.

"No soy suficiente", murmuró, las palabras saliendo en un suspiro, como si esas tres simples frases pudieran explicar todo lo que sentía. La idea lo quemaba por dentro, y una rabia inexplicable comenzaba a apoderarse de él. Por primera vez en su vida, Stefan sentía que competía con algo intangible, algo que ya no existía, y lo peor de todo, algo que nunca podría alcanzar. ¿Cómo se competía con un fantasma? ¿Cómo se podía vencer a alguien que no estaba allí para ser derrotado?

Con el corazón acelerado, salió de la habitación, el eco de sus pensamientos resonando en cada paso que daba. No podía quedarse más tiempo atrapado en esa confusión, necesitaba desahogarse. Al entrar al despacho de Octavio, lo encontró concentrado en el trabajo, rodeado de papeles y documentos, el brillo de la lámpara sobre él creando una atmósfera fría y distante. Octavio levantó la mirada al escucharlo entrar, pero no dijo nada antes de que Stefan dejara escapar su enojo.

—¿Cómo se supone que compita con un fantasma?

La pregunta cayó pesada en el aire, y Octavio, al principio desconcertado, pronto comprendió la tormenta interna que se estaba desatando en Stefan. Su postura se relajó, y su mirada pasó de la sorpresa a la comprensión. Suspira profundamente, frotándose el puente de la nariz, como si estuviera tratando de encontrar las palabras correctas en medio de todo lo que había sucedido entre ellos.

—No tienes que competir con nadie. Darcy fue parte de mi vida, sí, pero eso no significa que no haya espacio para ti.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.