El Eter

Monstruos

( https://www.youtube.com/watch?v=9E6b3swbnWg )  "Nocturne op.9 No.2" Chopin 

 

 

 

Levantó la cabeza para mirar el arruinado paisaje.

Todos están muertos.

Las lágrimas llenan mis ojos, rabia, odio y nostalgia es lo que las componen. Mis hijos, mi pareja, todo, todo se me ha sido arrebatado por guijarros de metal.

Los oídos fueron rotos, siento el cálido beso de la sangre por mi rostro, también por los lugares donde mi ropa está rota. Grito sin soltar un solo sonido, rasgo y golpeó el suelo intentando descargar la furia, solo consigo lastimar mis manos. El polvo entra a través de las ventanas, siluetas hechas por el cálido sol entran por los agujeros de la casa, tomo el collar de mi hijo mayor, lloro por última vez a los pies de mis amados, me despido en voz baja de mi hermoso hogar, de todos los que amaba. Escuchó más explosiones cerca, me paro lentamente, saliva y sangre sale por mi boca muestra de la ira que me consume. Esperando a que el mundo entero pague por mi pena, salgo de mi casa a sembrar la misma desdicha que a mí me dieron los enemigos.

Mi furia consumirá a todos.

En la calle el paisaje cultivado en muerte abunda en todos los hogares, personas salen de sus casas dispuestos a todo, todo por tener retribución.

Retribución.

Alzó el arma de los restos de un enemigo que estaba en suelo, un monstruo caído, los demás tendrán el peso de mis pérdidas.

Cruzo corriendo por la calle con el arma entre mis manos, mis vecinos hacen lo mismo, viene otra oleada, la tierra se mueve más lento esperando el choque entre los monstruos y los buenos.

Suelto el primer estruendo, los monstruos se ponen a cubierto, su piel de ropas negras y verde los distinguen de nosotros.

Truenos suenan por las calles, los muros explotan, gritos de irá irradian y alientan a resistir.

Avanzamos hacia los monstruos, muchos caen en una explosión de líquidos carmesí como los de mis hijos.

Una explosión mía le da a uno en la cabeza. Una ola de satisfacción pasa por todo mi cuerpo siento una sonrisa formándose en mi rostro. Suelto un grito aterrando a los demás monstruos.

Cada vez hay menos.

Los que quedan intentan escapar como pueden, uno de ellos se me acerca empuñando una daga negra, alguien le disparó volándole la tapa del cráneo y su líquido rojo se impregna en mi rostro.

Agarro su arma y me pongo a perseguir los que quedan.

Al llegar va una bocacalle veo a uno de espaldas.

Lo sujeto por la cabeza.

Le clavó la daga en la unión de la cabeza con el cuerpo.

El monstruo se desploma poco a poco.

Liquido carmesí moja mi mano.

Se desploma totalmente de pronto, tomándome por sorpresa.

Mi mano que aún sujetaba su cabeza, se queda con un pedazo de tela que cubría la cara del monstruo. Por fin vi el rostro de uno.

Miro mis manos cubiertas de sangre, todo se volvió confuso y borroso, sentía que mi cuerpo temblaba, abro los ojos más, intentando pensar que era solo una ilusión del enemigo, no, está era la realidad, me arrodille a lado del cadáver, sentía nuevamente lágrimas escurrir por mis mejillas; sentí una punzada profunda, del pecho me salía a borbotones liquido carmesí, un castigo divino que apenas aliviaría mi culpa por tener deseos de muerte, por deseos de venganza.

El paisaje moribundo se hacía cada vez más oscuro.

Iría al infierno, merezco el infierno, deseo ir al infierno. Allí purgare un poco de mi acto.

No olvidaré el rostro de la última de las víctimas de mi ira.

Vi en el a mis hijos, me vi a mí, vi inocencia arrebatada de la cuna, vi el resultado de este mundo, vi lo que quedaría, el pasado y futuro muriendo.

Merezco morir.

Agarro el collar de mi hijo mayor, lo presionó contra mi pecho, la ausencia de calor se va haciendo más notoria, el mundo se vuelve más oscuro.

Me desplomó sobre el suelo, dolor da sus últimos estoques me acurrucó a lado de mi víctima, intentando pedir perdón, pero las palabras no salían ya, solo más lágrimas, y más culpa

Mate a alguien que solo seguía órdenes.

“Porque no me di cuenta antes, no son monstruos, solo siguen órdenes” fue mi último pensamiento.

No mataba monstruos. No era retribución. No era justo. No era nada…

Eran solo niños

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Luego de lavarse la sangre que manchaba sus manos

cientos de veces, aun no desaparecía…

La sangre no estaba en sus manos

logro comprender después.




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