Capítulo 1 - Parte 3
Abrí los ojos asustada, en verdad había sido el peor sueño o pesadilla que había tenido en mucho tiempo, toque mi frente y estaba empapada de sudor, mi respiración era agitada, voltee a ver el celular eran cerca de las 4 de la mañana, me levante al baño para lavar mi rostro, al verme en el espejo podía ver aun el susto en mi semblante, tenía algunos cabellos pegados al rostro y al cuello, me apoye sobre el lavabo, cerré los ojos y respire profundamente, puse una mano sobre mi pecho y sin querer toque el dije que me había dado mi madre y abrí los ojos al instante, me asombro que el metal se sintiera tibio, lo tome entre los dedos y lo observe un momento, la gema que tenía en su interior parecía tener unas grietas y cada una de ellas era de diferentes colores, se veía extraño y al mismo tiempo hermoso, de todo el tiempo que llevaba conmigo nunca se había tornado a esos colores. Tome un poco de agua y regrese a la cama. La noche de hizo eterna, solo giraba y giraba en la cama y no lograba poder dormir y en el momento que menos espere sonó la alarma de mi celular.
Las clases se me hicieron eternas, estaba demasiado cansada para poder poner el mínimo de atención; para la última clase ya no podía con tanto cansancio, hacia todo lo posible por mantener los ojos abiertos. En cuanto sonó la campana salí de la escuela, apenas y me despedí de Kali. Camine rumbo a casa, se me hacía eterno el camino gracias al inmenso calor que había, o talvez solo yo lo sentía porque todos los demás se veían contentos, llegue a pensar que el dormir tan poco me estaba poniendo irritable; unas cuadras más adelante ya no habían alumnos, las calles estaban muy despejadas, ni personas ni animales y autos. Nada. Me disponía a cruzar la calle cuando literalmente me golpeo una ola de aire, revolvió mi cabello y en seguida me sentí mareada y al instante siguiente había un auto frente a mí que frenó en seco, la cabeza me daba vueltas y caí al suelo. La visión se me nublo hasta que todo se volvió oscuro.
Un murmullo a lo lejos fue de lo primero que estuve consiente, me dolía un poco la cabeza y percibía un olor extraño, bueno, no extraño más bien no me era familiar, algo como a puros y menta. Poco a poco abrí los ojos, había una luz muy tenue en el lugar, una de las paredes estaba llena de libros, había una chimenea eléctrica que daba un calor muy tenue, me incorpore sobre el sillón de terciopelo rojo, mis libros y bolso estaban sobre una pequeña mesa frente a mí, lo tome y busque mi teléfono celular, había pasado poco más de una hora desde la hora de salida de la escuela.
- Hasta que despertaste – la voz era familiar y provenía detrás mío, poco a poco gire mi cabeza y de reojo pude ver cuatro siluetas de pie detrás de mí, me puse de pie en un brinco y frente a mi estaban los cuatro chicos extraños de la escuela
- ¿Qué hacen Uds. aquí?
- Esta es nuestra casa - respondió el chico pelirrojo
- ¿Su… casa? – comencé a observas las cosas de la habitación ninguna me era familiar, la habitación era amplia, parecía un estudio a mi lado derecho había un escritorio de madera y sobre de él habían libros y varios documentos, del lado izquierdo estaba el muro repleto de libros, la mayoría parecían antiguos - ¿Qué hago yo en su casa?
- Te desmayaste, Valeria – respondió Dylan – y no sabemos en dónde vives así que te trajimos aquí
- Entiendo, bueno, agradezco mucho su gentileza y preocupación, pero tengo que irme, lamento las molestias – sujete firmemente mi bolso y tome mis libros y empecé a caminar hacia la puerta pero justo cuando pasaba al lado del chico pelirrojo el me sujeto del brazo con fuerza, solo voltee a verlo sorprendida –
- ¿A dónde crees que vas?
- A mi casa, suéltame… por favor
- Antes de que te vayas queremos hablar contigo – dijo el chico rubio – Joas, suéltala – muy a su pesar me soltó, el chico rubio rodeo el sillón y me hizo un gesto invitándome a sentarme, su expresión era serena y amable, lo dude un segundo pero ninguno de los cuatro me quitaba la vista de encima, tenía la sensación de que no me dejarían irme en ese momento, al final regrese y me senté de nuevo en el sillón - creo que hemos sido bastante… groseros contigo. Permítenos presentarnos, mi nombre es Ferrán Iparraguirre, encantando – el chico trigueño se recargo sobre el escritorio e hizo un gesto con la cabeza –
- Yo soy Silas Herhueta – el chico pelirrojo se recargo sobre el muro de libros, saco un cigarrillo de su chaqueta y lo encendió, saco el humo y después hablo –
- Mi nombre es Joas Fiammetta – Dylan se sentó al lado mío, cruzo una pierna sobre la otra y sonrió –
- A mí ya me conoces, soy Dylan Chadburn
- Un… placer conocerlos a todos. – no sabía bien que decir, tenía la sensación de que en cualquier momento diría o hacia algo mal y no me dejarían salir de esa casa – Y, ¿de qué quieren hablar conmigo?
- Solo queremos hacerte algunas preguntas
- Ok, ¿Sobre qué?
- Creo que la más importante es ¿a quién le robaste ese collar? – dijo Joas, lo decía con tanta seguridad, como si estuviera convencido de que lo había robado, me sentí insultada y de inmediato conteste –
- ¿Quién te crees que eres para juzgarme de esa manera?
- No encuentro otra explicación
- Eres un idiota – respondí
- Suficiente, Joas – intervino Ferrán - ¿esta era tu brillante idea?, Joas solo volteo los ojos y le dio un toque más a su cigarrillo – discúlpalo Valeria, en ocasiones Joas no mide sus palabras. Regresando al tema ¿podrías hablarnos sobre tu collar? – lo tome entre mis dedos y voltee a verlo –
- ¿Todo esto porque quieren hablar de mi collar? ¿les han dicho que son extraños? – Ferrán, Dylan y Silas rieron –
- Hemos escuchado algunas cosas en la escuela – respondió Silas
- Por favor Valeria, talvez para ti no tenga sentido hablar de tu collar, pero para nosotros si es importante – Dylan era igual de amable que como había sido en el pasillo –
- No lo robe, – dije con firmeza viendo a Joas directamente y después gire mi cabeza para ver a los otros tres chicos – fue un regalo de mi mamá
- ¿A hace mucho que lo tienes?
- Como dos años
- Talvez ella pueda decirnos en donde esta – dijo Silas, Ferrán asintió con la cabeza –
- ¿Nos permitirías hablar con tu madre? – sonreí con una expresión mezclada entre sarcasmo y nostalgia
- Yo también quisiera hablar con ella, hace dos años que falleció, ella me lo dio justo antes de morir
- Es un maldito callejón sin salida – expreso Joas –
- ¿Quieres calmarte? Debe haber una explicación – contesto Dylan
- Valeria, ¿Tú sabes si tu madre lo compro en algún lugar o si alguien se lo regalo?
- Hasta donde se es algo que siempre ha estado en la familia de mi madre, era de mi abuela y antes de mi bisabuela.
- Eso es imposible – dijo Joas –
- ¿Esto era de lo que querían hablar conmigo? Solo es una antigüedad familiar, no entiendo que les causa tanta curiosidad – los chicos se vieron entre sí, los cuatro guardaron silencio. Al final Ferrán rompió el silencio y se dirigió a mi
- Valeria ¿Alguna notaste si tu madre hacia o tenia habilidades poco comunes?
- ¿Cómo qué?
- No lo sé, cosas… con agua, con el aire…
- Esto cada vez se pone más extraño – dije para mí misma – no, obvio no, nadie puede hacer cosas así
- En realidad ella no sabe nada – dijo Silas
- Sí, eso parece – respondió Dylan
- A lo mejor ella no, pero el éter sabe que si, ¿No han notado como la gema brilla cuando cada uno de nosotros habla? – todos pasaron de ver a Ferrán a ver el collar que colgaba de mi cuello –
- Yo no veo… - Dylan guardo silencio casi al momento que empezó a hablar, las grietas azul marino brillaron, mis ojos se abrieron como platos y de inmediato voltee a verlo, todos tenían la misma expresión que yo
- ¿Qué está pasando?
- Eso lo vamos a averiguar en este instante