El Éter

Capítulo 2 - Parte 1

Joas me tomo de una de las muñecas y me jalo, mis cosas cayeron al suelo mientras que el me sacaba de la habitación, detrás de nosotros escuchaba las voces de los chicos,  todos le decían que me soltara, que me dejara en paz, preguntaban qué haría pero él no respondía, atravesamos la casa hasta que salimos al pario trasero, era inmenso, no se veía más que un largo prado alrededor, algunos árboles y nada de gente, la casa parecía estar en medio de la nada, parecía estar a las afueras de la ciudad.

 

  • Ahora vemos a ver si realmente eres al éter o si solo tuviste la suerte de que la gema callera en tus manos
  • ¿Qué? ¿De que estas hablando? – el sonrió y ese gento me provoco un escalofrió; me jalo y me aventó delante de él y camino de regreso por donde habíamos llegado, cuando estuvo a unos 4 metros de distancia giro, el resto de los chicos ya nos había alcanzado, se detuvieron detrás de él –
  • ¿Y ahora que estupidez vas a cometer Joas? – dijo Ferrán
  • Algo que seguramente ya pensaste pero que jamás serás capaz de hacer

 

Y lo que siguió a continuación nadie lo vio venir, principalmente yo, estoy segura de que todo pasó muy rápido pero en mi cabeza todo ocurrió en cámara lenta: los ojos de Joas se iluminaron, el tono ámbar de sus ojos se volvió más brilloso, levanto una de sus manos a la altura de su pecho, sus dedos estaban curveados, como si sujetara algo redondo entre ellos y en ese instante ocurrió todo, los chicos se dieron cuenta de lo que haría mucho antes de que yo lo entendiera, los tres se acercaron para detenerlo pero con su mano izquierda lanzo una bola de fuego, ellos se cubrieron mientras que al mismo tiempo a mí me lanzaba otra, pude verla dirigirse hacia mi iba a impactar directo hacia mi rostro y en el último instante levante ambos brazos y los cruce sobre mi rostro con las palmas extendidas, sentí como el calor abrazaba todo mi cuerpo, apreté mis ojos con fuerza. No sé cuánto tiempo estuve así, abrí los ojos cuando ya no sentí calor, poco a poco abrí los ojos y respire, no me había dado cuenta que había estado conteniendo la respiración, voltee a ver mis manos, esperaba ver quemaduras pero solo estaban rojas, no lo entendía había visto la bola de fuego venir hacia mí, voltee a ver mi collar, la gema brillaba de un rojo carmesí; voltee a ver a los chicos, todos me veían sorprendidos estaban petrificados, de pronto empecé a sentir frio en las manos, las piernas débiles y la vista borrosa, di un par de pasos  y caí al suelo.

 

Cuando abrí los ojos estaba de nuevo en el estudio, los chicos estaban alrededor del sillón esperando a que reaccionara. El que estaba más lejos de mí era Joas, lo cual agradecía ya que me sentía aterrada de él después de lo que había pasado; ¿pero qué era lo que había pasado? ¿En verdad él había lanzado una bola de fuego de la nada? Voltee de nuevo a ver mis manos y brazos y no había seña alguna de haber sufrido una lesión, pensándolo bien todo era demasiado loco como para haber sido real, mi cabeza daba vueltas, me sentía tan confundida. Ferrán noto mi expresión e intento tomar mi mano pero al instante la quite.

  • Valeria, tenemos que hablar contigo
  • No, yo ya no tengo nada que hablar con Uds. Me largo de aquí
  • Por favor, Valeria, escúchanos – suplico Dylan
  • Todos Uds. están locos, ahora entiendo porque nadie habla con Uds.

Tome mis cosas y Salí de la habitación, había una gran sala y al final había una gran puerta de roble, abrí y cerré a mis espaldas. Tal y como había visto antes la casa estaba en medio de la nada, solo había un largo camino, empecé a caminar, detrás de mi escuche la puerta abrirse y alguien dijo mi nombre pero no quise voltear, quería alejarme lo antes posible de ese lugar.

 

Después de unos pocos minutos escuche un automóvil a la distancia, camine hacia la orilla para dejar que pasara y justo cuando pensé que me pasaría de largo bajo la velocidad y empezó a andar a la par mía, voltee a ver al conductor y era Dylan. Apresure mis pasos sin voltear a verlo.

  • Valeria, detente, el camino es muy largo de aquí a la ciudad, sube por favor
  • Aléjate de mí. Puedo llegar a casa sola
  • Claro que puedes llegar, mañana seguramente estarás en tu casa
  • ¿Qué? ¿Tan lejos estoy?
  • Me temo que sí. Vamos, sube, si no quieres que te lleve a tu casa puedo dejarte en la ciudad para que tomes un taxi o lo que tú quieras. No quiero hacerte daño, solo quiero ayudar



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En el texto hay: elementos, magia, magia y brujas

Editado: 22.09.2018

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