capitulo 3 - parte 2
Una vez fuera de la casa, Dylan se ofreció a llevarme a casa nuevamente, en la puerta se despidieron Ferrán y Silas mientras que Joas estaba en el piso superior, apenas me vio cuando me disponía a subirme al coche. A pesar de todo lo que había ocurrido ese día por alguna razón me sentía feliz, me sentía completa, no me había dado cuenta de lo vacía que me sentía hasta antes de conocer todo esto; muchas cosas pasaban por mi mente, entre ellas mi madre ¿ella también había sabido todo esto? ¿Sabía lo que éramos y cual era nuestro destino? Seguramente no, no es del tipo de cosas que le ocultarías a tu hija ¿o sí? No, estaba segura que ella jamás había sido consiente de todo esto. La idea de las 4 lunas cruzo por mi cabeza, cuatro lunas significaba cuatro meses aproximadamente ¿sería suficiente para que yo aprendiera todo lo que se suponía tenía que saber? Dylan noto mi ausencia y comenzó a hablarme.
- ¿Qué pasa? ¿Todo bien?
- Si, supongo, estaba pensando en lo de las cuatro lunas, son cuatro meses ¿no?
- Aproximadamente, si
- ¿Cuánto tiempo les llevo a ustedes aprender todo lo que saben? – Dylan dudo en responder mi pregunta
- A decir verdad… nosotros entrenamos desde que tenemos uso de razón, desde muy chicos cargamos con muchas responsabilidades, por eso iniciamos muy jóvenes nuestro entrenamiento
- ¿Es una broma, verdad?
- Nop
- Ósea… ¿Me estas diciendo que yo tengo 4 meses para aprender lo que a ustedes les llevo toda su vida?
- Si… básicamente
- Ahora si me siento mal, creo que tengo ganas de vomitar
- Tranquila, no te pongas nerviosa, estoy seguro que lo harás muy bien
- Me tienes mucha fe
- Lo demostraste, lo que tu hiciste ayer a Joas le debió haber tomado años aprenderlo y tú lo hiciste por instinto. Esto será pan comido para ti, ya lo veras – guiño un ojo y esbozo otra sonrisa, me sentía bien estando a su lado, una parte de mi sentía que podía confiar en él –
Esta vez sí deje que me llevaran hasta la puerta de mi casa, justo cuando me estaba despidiendo de Dylan llego mi padre en el auto, sonreí a mi padre y el se mostró curioso.
- ¿Tú te bajaste de ese auto?
- Si papá
- ¿Y quién te vino a dejar?
- Un amigo, me quede platicando con él y se ofreció a traerme a casa
- Ya tienes amigos… eso es bueno. ¿Me imagino que no hay nada para comer, verdad?
- Ups, lo siento papi
- Yo tampoco tengo ganas de cocinar, vamos, sube, comeremos fuera hoy
- Genial – a papá le encantaban las hamburguesas así que ya sabía a donde iríamos a comer, como era mitad de semana el lugar tenía poca gente, lo cual era genial ya que podrían atendernos rápido. Mientras comíamos me contaba algunas cosa que le habían ocurrido, y en algún momento la plática se tornó hacia mí –
- ¿Y cómo te fue hoy en la escuela?
- Genial papá, es bastante agradable
- No decías eso hace unos días
- No había empezado a hacer amigos hace unos días
- Parece que el hacer amigos te ha sentado bien, te ves contenta
- Siempre es bueno hacer amigos ¿no?
- Si, por supuesto. Sería interesante poder conocerlos ¿Por qué no los invitas a cenar la próxima semana? – casi me ahogo cuando escuche eso – tranquila, ¿Estas bien?
- Papá, solo es una amigo
- Supongo que no es el único amigo que tienes, invita a todos tus amigos a la casa, es más se me ocurre que puedes hacer una pequeña reunión, la podemos dejar para el fin de semana y podemos hacer una carne asada o algo así
- Papá tampoco tengo tantos amigos como para hacer una gran fiesta
- No será una gran fiesta, solo una comida. Comprare todo lo necesario, no te preocupes por eso – pero no era eso lo que me preocupaba, era que mi papá los conociera, solo de pensarlo se me ruborizaba el rostro – termina tu hamburguesa, se ve que está muy buena – me limite a sonreír y comer
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