El ex de mamá es mi papá

~6~

Brooke había pensado en su charla con Ethan mientras trabajaba y luego durante todo el trayecto a casa, pero al llegar, el bullicio de la sala la hizo sonreír. Abrió la puerta con sigilo y se quedó en el umbral, observando la escena ante ella.

Ava, acurrucada en el sofá con su manta, miraba fascinada a Samuel, quien, sin inhibiciones, bailaba con energía al ritmo de Bad Romance de Lady Gaga. Con giros y pasos exagerados, replicaba la coreografía del videoclip con el dramatismo de un profesional… o al menos lo intentaba.

Brooke se llevó una mano a la boca para contener la risa cuando notó su atuendo. Samuel había asaltado su armario, improvisando un vestuario digno de la mismísima Lady Gaga. Una de sus bufandas de seda, envuelta torpemente en su torso, brillaba con cada movimiento, mientras otro pañuelo atado a su cabeza completaba su look excéntrico.

Ava reía, aplaudiendo al ritmo de la música.

Cuando la canción terminó con un último giro descoordinado, Samuel se detuvo, jadeante y orgulloso, justo en el momento en que Brooke aplaudió desde la entrada.

Ava la vio y corrió hacia ella con una sonrisa radiante.

—¡Mamá! ¡Volviste! —exclamó, abrazándola con fuerza.

Brooke la estrechó contra su pecho, riendo suavemente mientras acariciaba su cabello.

—Te he echado mucho de menos. ¿Te has divertido con Samuel?

Ava asintió con entusiasmo, como si hubiese vivido la aventura más emocionante del mundo.

—¡Sí! ¡Sam cantó y bailó para que no me aburriera! —exclamó con los ojos brillando de emoción.

Brooke le lanzó una mirada agradecida a Samuel, quien, completamente derrotado, se dejó caer en el sofá, respirando pesadamente y sacudiendo la cabeza como si acabara de correr un maratón. Así era él: lo daba todo y más por Ava, sin reservas.

—Ava, ¿por qué no buscas tu libro de colorear mientras Samuel me ayuda en la cocina?

La niña asintió sin dudar y corrió a su habitación. Brooke aprovechó el momento para hacerle una seña a Samuel, quien la siguió al instante, deshaciéndose del improvisado vestuario y lanzándolo al sofá con prisa.

—Has recuperado la energía en tiempo récord —comentó Brooke con diversión.

—Imagino que tienes chisme —replicó él con absoluta seriedad—. Y donde hay chisme, yo ahí estoy.

Brooke sonrió y entró en la cocina, dejando su mochila sobre la mesa. Con un leve suspiro, sacó el sobre que Ethan le había dado y se lo extendió a Samuel. Él lo tomó con curiosidad y, al abrirlo, su expresión pasó del desconcierto a la incredulidad.

—¿Robaste un banco de camino a casa? —preguntó llevándose dramáticamente una mano al pecho.

Brooke soltó una carcajada.

—Más bien, Ethan rompió el chanchito y me dio parte de sus ahorros.

Samuel arqueó una ceja.

—¿Teme una demanda?

—Eso pensé, pero en realidad no. Se ha comportado sorprendentemente bien y quiere ser parte de la vida de Ava.

—Oh, wow. Estoy… Wow.

Brooke sonrió ante la reacción de Samuel, quien parpadeó un par de veces como si intentara procesar la noticia.

—No quiere abogados de por medio y tiene razón. ¿Para qué gastar en eso cuando ese dinero puede ir directamente a Ava?

—Tiene sentido. Hasta parece que tiene corazón y no un bloque de hielo.

Brooke rio y se encogió de hombros mientras revisaba la alacena en busca de inspiración para el almuerzo.

—Me aseguró que será el mejor padre del mundo.

—¿Y le crees?

—Es Ethan. Si no va a hacer algo bien, ni siquiera lo intenta.

Samuel guardó el sobre en la mochila y la observó con interés.

—¿Y tú? ¿Cómo te sientes con todo esto? Vas a tener que verlo y estar en contacto con él.

—Bien, la verdad. Pensé que volvería con el ánimo por el suelo, pero no. Fui clara, será el padre de Ava y tendremos un trato amigable, cordial, pero no pasará de ahí.

—¿Y cuándo se lo dirás a ella?

—No lo sé. Ethan propuso que hablemos primero con una psicóloga.

Samuel arqueó una ceja, genuinamente sorprendido.

—¡Mira tú qué buena idea! Me está empezando a caer bien.

—El lunes a primera hora me escribirá para avisarme si consiguió la cita. Seguiremos los pasos que nos indique la profesional.

—Eso es excelente. Parece que lograron entenderse bien.

—Ambos queremos lo mismo. Aquí lo único que importa es Ava.

Brooke cerró la alacena sin haber encontrado nada que la convenciera y se volvió hacia Samuel.

—¿Te quedas a almorzar?

—Claro, pero yo cocino y tú descansas.

—¿En serio?

—Sí. No soy yo quien tuvo que ir a trabajar y, a media mañana, lidiar con un ex.

Sin dudarlo, Brooke se acercó y lo abrazó con fuerza.




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