~12~

Brooke estaba terminando de hacerle una trenza a Ava cuando el sonido de una notificación interrumpió el momento. Tomó el teléfono y vio un mensaje de Samuel.

Samuel: Estoy cerca de tu casa. ¿Tienes efectivo? El cajero tragó mi tarjeta. Te hago una transferencia.

Brooke respondió enseguida.

Brooke: Sí, te espero afuera. Ya voy de salida.

Samuel: Genial, no tardo. Maldito Mercurio retrógrado.

Brooke le envió un emoji riendo para poder darle el último detalle al peinado de Ava.

Apenas dejó el teléfono sobre la cómoda, otra notificación apareció en la pantalla. Esta vez, el remitente hizo que su estómago diera un pequeño vuelco.

Ethan: Estoy abajo.

Se mordió el labio. Estaba nerviosa por la primera interacción entre Ava y Ethan.

En realidad, era la segunda, pero aquel encuentro en el hospital había sido demasiado corto. Esta vez pasarían horas juntos.

—Ava, Ethan ya llegó —anunció con una sonrisa.

Su hija soltó un chillido emocionado y comenzó a dar pequeños saltitos sobre el suelo, agitando las manos.

—¡Vamos, vamos, vamos! —insistió, tirando de su mano con una impaciencia casi contagiosa.

Brooke soltó una risa y terminó de recoger sus cosas.

—Está bien, tranquila.

Ambas salieron del departamento y bajaron en el ascensor. En cuanto las puertas se abrieron y pisaron la calle, Ava le soltó la mano y salió corriendo en dirección a Ethan, que estaba apoyado contra su auto con una expresión tranquila.

—¡Ethan!

Ethan apenas tuvo tiempo de agacharse antes de que se le lanzara encima. La sostuvo sin dudar, envolviéndola en un abrazo mientras dejaba escapar una risa.

—Hola, preciosa —dijo con calidez.

Brooke caminó hasta ellos, observando la escena con una sensación extraña en el pecho.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Ethan levantó la mirada y le dedicó una sonrisa.

—Hola.

—Hola —respondió, devolviéndole la sonrisa con un tono amable.

Ava, sin soltar a Ethan, la miró con el ceño fruncido.

—Mamá, ¿no vas a abrazar a Ethan también?

Brooke parpadeó, sorprendida, sintiendo un leve calor subirle a las mejillas.

—Yo…

Buscó rápidamente algo que decir, pero, para su alivio, en ese momento vio a Samuel acercarse desde el otro lado de la calle. Aprovechó la distracción y se volvió hacia Ethan.

—Dame un minuto, tengo que atender algo rápido —dijo antes de mirar a Ava—. Quédate aquí con Ethan, ¿de acuerdo?

—¡Sí! —respondió sin pensarlo dos veces.

Brooke asintió y se giró para caminar hacia Samuel. Mientras tanto, Ava se quedó aferrada a la mano de Ethan, balanceando los pies con una sonrisa radiante, como si fuera el mejor día de su vida.

Cuando llegó junto a su amigo, sacó un par de billetes de su bolso y se los entregó.

—Aquí tienes.

—Gracias —respondió él, guardándolos en su billetera—. Ya te hice la transferencia de camino.

Ella asintió y estaba a punto de despedirse cuando Samuel la observó con una media sonrisa pícara y dijo:

—Ahora entiendo por qué te conformabas con una cita a la semana.

Brooke frunció el ceño.

—¿De qué hablas?

Samuel hizo un leve gesto con la cabeza en dirección a Ethan, que seguía junto a su auto con Ava.

—Ethan está que raja la tierra.

Brooke puso los ojos en blanco con exasperación.

—Oh, por favor. ¿Ahora lo quieres?

Samuel rio entre dientes.

—No, pero te felicito por haberte llevado a esa lindura a la cama.

Brooke negó con la cabeza, pero terminó soltando una risa.

Antes de que pudiera responder algo más, Ava le gritó a Samuel desde el auto.

—¡Adiós, Sam!

Y con una gran sonrisa, le lanzó un beso al aire.

Samuel hizo un gesto exagerado, atrapándolo en el aire y llevándolo a su pecho con dramatismo.

—¡Recibido, mi monstruito!

Brooke sonrió ante la escena. Pero entonces Samuel volvió a mirarla con fingida seriedad.

—Dime la verdad, ¿Ethan secuestró a Ava o por qué mi ahijada me saluda desde lejos?

Ella dejó escapar un suspiro divertido.

—No, simplemente me puse nerviosa y le pedí a Ava que se quedara con él porque sin pudor alguno me preguntó si no pensaba abrazarlo.

Samuel soltó una carcajada.

—Bueno, yo sí le daría un abrazo a papi Ethan.