El experimento

Capítulo 1.

No entendía nada de lo que Brenda me estaba diciendo y de lo que ya hacía unos momentos antes me había contado. Yo estaba ahí de pie frente a ella mientras a su espalda solo veía la destrucción, polvo, escombros y algunos bomberos llevando personas en camillas improvisadas. A nuestro lado, estaba el chico que recién me había auxiliado cuando me encontró tendido en el suelo.

La miré. Era una chica hermosa de cabello oscuro que ahora se veía de un tono cenizo gracias al polvo que volaba en los aires y luego se asentaba en las delgadas fibras del cabello. Sus ojos verdes eran profundos y sus pecas apenas si se notaban ante el blanco tono de su piel.

—Vamos... acompáñame. —me pidió ella. Se inclinó un poco hacia el frente y me tomó de la mano como si tratara de un niño pequeño. A continuación, me arrastró por todo el lugar para llevarme hasta donde alguien que me pudiera revisar. —Tienes una herida en la cabeza... tiene que verte un doctor.

No dije nada. Conservé el silencio a la par de que observaba todo mi alrededor. Había ruido y algunas máquinas de construcción rompiendo grandes lozas y paredes para buscar si había gente atrapada bajo los escombros... o en el peor de los casos, rescatar cadáveres.

Un poco más al frente, había un hospital de campaña que había sido montado en la noche de cualquier forma en el parque del barrio donde asentaba el edificio. Había camillas en plena luz del sol porque las tiendas estaban llenas de personas que tenían heridas todavía peores. La gente en ese lugar tenía vendajes en algunas partes de sus cuerpos, pero más que todo en las extremidades. El vendaje blanco ahora estaba sucio y lleno de sangre seca, lo cual, me llenó de un escalofrío que recorrió mi cuerpo a toda velocidad produciendo que me quedara quieto y me estremeciera.

Cerré los ojos.

—¿Estás bien? —preguntó Brenda. El chico nos estaba siguiendo también y se me quedó viendo mientras trataba de reaccionar. Asentí y volví a caminar junto a ella.

El área médica que había allí mismo estaba resguardada por varios militares que iban y venían con sus armas a la altura del pecho. Me extrañé en ese momento, ¿por qué había militares vigilando todo como si estuviera protegiendo algo?, decidí no pensar más en eso, tal vez solo estaban pendientes de que no llegara alguien y propiciara el caos o intentara robarse los medicamentos, porque sí, eso podía suceder con todo lo que estaba sucediendo en la ciudad.

La gente en las camillas estaba agonizando de dolor. Retorciéndose e incluso gritando por las heridas tan mortales que tenían. Otros lloraban sentados al borde de ellas, lo que me indicaba que seguro había perdido a alguien... mientras tanto los que se hallaban cuerdos y bien de salud —pero cubiertos de polvo y sangre seca—, se dedicaban a ayudar en la zona médica, pues los enfermeros y doctores que habían llegado a la ciudad no eran suficiente para cubrir a toda la gente que necesitaba atención médica.

Un helicóptero pasó volando sobre nosotros a toda velocidad y lo pude reconocer de inmediato. Era de la policía por el tono verde claro que llevaba en su fuselaje. También cerca de nosotros había varios reporteros grabando y transmitiendo al mundo lo que estaba sucediendo. Me sentí mal en ese momento, creo que ahora no estábamos para grabar lo que sucedía, pues por lo que alcanzaba a detallar, eran más los heridos que aquellos que podía ayudar.

Llegamos a una de las tiendas y un militar se puso frente a nosotros sin siquiera pestañear. Nos estaba negando el paso. Era entendible, la herida que tenía en la cabeza no era lo suficientemente grave como para poder necesitar ayuda médica con urgencia.

—No pueden pasar a menos que tengan una herida que comprometa la vida. —dijo el hombre con una voz gruesa y una mirada firme. Me sentí invadido en ese momento e incluso un poco apenado.

—Tiene una herida en la cabeza. —le reprochó Brenda al militar sin dejarlo de mirar. Me volteó a mirar con curiosidad y luego se volvió hacia el militar. —Ni siquiera recuerda nada de lo que sucedió... puede tener una hemorragia.

El tipo le sostuvo la mirada a mi mejor amiga y luego la pasó sobre mí por un instante hasta quedarse observándome.

—¿Te sientes bien? —me preguntó. Miré a ambos lados como si creyera que le estaba preguntando a alguien más. —Si, es a ti a quien pregunto.

—Supongo... no me siento mal. —le respondí al militar. Asintió y luego de mi parte sacudí un poco la mano de Brenda para que me pusiera atención. No era necesario estar ahí, yo me encontraba bien y más que todo necesitaba que me explicara todo con mejor detalle.

Me sentía extraño e invadido por múltiples sensaciones que no podía explicar con claridad. Solo veía a Brenda y la sensación de familiaridad explotaba en mi cabeza como una cruel bomba. La misma sensación pasaba con el chico que estaba ahí junto a nosotros y siguiéndonos como un perrito.

Brenda se dio media vuelta conmigo y me miró con cara de pocos amigos. Me arrastró de nuevo sin soltarme la mano y me llevó hasta un lugar más tranquilo. Tomamos asiento y se me quedó viendo esperando que yo dijera algo.



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En el texto hay: misterio, ciencia ficcion, viaje en el tiempo

Editado: 18.11.2018

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