El experimento

Capítulo 2.

Mi cabeza era en estos momentos un enorme mar de preguntas a las cuales no tenía ni una sola respuesta. La sentía como una gran bomba que explotaría de no encontrarlas y por ese motivo tenía que esforzarme para poder hallarlas. Pero tenía miedo a dormir por lo que había acabado de vivir... ese sueño no era más que una pesadilla, una sugestión de lo que había pasado varias horas antes en la ciudad y había sido demasiado real.

Miré a ambos lados de la camioneta para detallar a lo que ya catalogaba como dos amigos. Diego dormía plácidamente con la boca entreabierta al tiempo que se dedicaba a roncar como un cerdo. Brenda por otro lado, tenía su cabeza apoyada en la ventanilla de la camioneta con un gran mechón de cabello que le cubría medio rostro.

Por el retrovisor vi la mirada de mi padre fija en el frente con el ceño fruncido a la vez que pude detectar como un montón de preguntas le bombardeaban dentro del cráneo y también lo mantenía ocupado. Su silencio era misterioso, ¿qué estaba pensando?

Mi madre por el otro lado estaba sentada ahí cruzada de brazos y con su mano derecha levantada hasta la altura de la comisura de sus labios. Pensativa y se le podía ver algo preocupada. Lo podía sentir... había preguntas en todos nosotros, pero más en mí y mis padres seguro, ni siquiera sospechaban eso. No podían saber que los cables se me habían quemado.

La verdad, el hecho de haber visto esa preocupación e interés de mis padres hacia mi se me había hecho bastante rara. Todavía recordaba a la perfección el rostro de mi madre cuando me vio cubierto de polvo y con una herida en la cabeza. Además de que el abrazo que me dieron produjo una sensación extraña en mí, como si no fueran ellos o simplemente el hecho de saber que estuve a punto de morir, hubiera sido suficiente como para hacerles entender que el dinero no lo es todo.

Un momento, ¿por qué estaba pensando esas cosas si se supone que no recuerdo nada?, es que no son recuerdos, son más bien sensaciones que tengo, presentimientos o un nivel avanzado de intuición. Tal vez.

En fin, parece que la única forma de que muestren interés en mi es poniendo mi vida en peligro, por lo que así tendré que hacer... que pensamiento tan absurdo. Sé que hay mejores formas de que lo hagan.

Tres horas más tarde ya nos encontrábamos a medio camino de llegar a Bogotá. La radio estaba encendida desde no hacía mucho rato y en ella estaban transmitiendo lo que había sucedido en Manizales. El silencio que acompañaba la voz de los locutores me producía un frío en la espina dorsal, como si estuvieran narrando una historia de terror a eso de media noche.

—...según informes, el terremoto que la noche anterior asoló a la ciudad de Manizales; se considera uno de los movimientos telúricos más fuertes que se hayan registrado en la historia de Colombia. —decía la mujer por la radio entonando y haciendo énfasis en palabras como "terremoto, fuerte, movimiento, Manizales". —... con una magnitud de 10.6 grados en la escala Richter, se posiciona en el terremoto más poderoso luego de Japón en 2011 con 9.4 y Chile con 9.6... —seguía diciendo la chica. —... incluso fue tan fuerte que se sintió en todo el Norte del país, parte de Panamá y la frontera de Ecuador y Venezuela... se habla también que gracias al terremoto, la actividad volcánica del Nevado del Ruiz, aumentó considerablemente en menos de doce horas, emitiendo gran cantidad de ceniza que lo ponen en alerta naranja... —sentí un escalofrío y me encogí en el asiento muerto del terror. —...la cifra de muertes asciende a más de cien mil y la de desaparecidos en vez de bajar, sigue aumentando. Ni una sola estructura logró salvarse del terremoto, toda la ciudad colapsó y los pocos sobrevivientes cuentan cómo fue la experiencia... —aquí comenzó a hablar una mujer, debido al tono de su voz, me di cuenta de que no tenía más de cincuenta años. Estaba rota, llorando. —... el piso... el piso se movía con demasiada fuerza y ni siquiera era capaz de levantarme... —decía entre sollozos. —... me hallaba en casa con mi nieto y fui la única que pudo salir... aún buscan a mi nieto y hasta el momento no han podido encontrarlo... hay... —la radio se apagó y entonces vi a mi papá con su mano cerca de un botón. No quería oír más. Seguro tenía la misma sensación que yo en ese momento.

Todos habíamos oído lo que la mujer había dicho en la radio, pero ninguno decía nada. Brenda y Diego tenían la mirada fija por las ventanillas y el viento que ingresaba por allí sacudía de a poco el cabello cenizo que llevaban ahora.

—¿Tienen hambre? —pregunto él dándome una leve mirada por el retrovisor. Lo miré.

—Si... no he comido nada desde ayer... —le respondí. Asintió y entonces se detuvo en una estación de servicio que había un poco más adelante. Seguro lo preguntó porque ahí estaba, en medio de la nada esperando que algunos clientes llegaran. Sus paredes estaban un poco agrietadas debido al terremoto y en algunas partes de la carretera había deslizamientos de tierra. Aún así, había servicio y poca gente comía en el interior del restaurante.



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En el texto hay: misterio, ciencia ficcion, viaje en el tiempo

Editado: 18.11.2018

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