Una vez que pude conciliar el sueño luego de tener ese pequeño episodio en la madrugada, amaneció y abrí los ojos nuevamente con algo de terror creyendo que me encontraba en algún otro lugar. Sin embargo, ahí estaba el techo de mi habitación a unos cuantos metros de distancia de mi cabeza. Removí mi cuerpo un poco en mi cama, pues el sol estaba ingresando de forma descomunal por mi ventana produciéndome una gran molestia. Luego, unos segundos más tarde, mis ojos se acoplaron a la luz que ingresaba a mi habitación y me senté en el borde de la cama mientras me tallaba un poco los ojos. Miré hacia mi izquierda donde estaba el colchón de Diego y para mi sorpresa me di cuenta de que el ya no estaba. Sobre el colchón reposaban las cobijas y mantas que había usado la noche anterior perfectamente dobladas y acomodadas… se me hizo extraño eso.
Agarré mi móvil que se encontraba en la mesita de noche y cuando lo desbloqueé para ver la hora, pegué un salto de mi cama a toda velocidad y me puse a toda velocidad mis crocs. Iban a ser casi medio día y yo todavía seguía medio dormido.
—Por Dios… —dije para mis adentros con preocupación y salí disparado hasta el baño. Me cepillé los dientes lo más rápido que pude y luego salí de allí a toda velocidad. Llegué hasta la entrada de mi cuarto y cuando abrí la puerta, me topé de frente con Diego y por poco casi me choco con él. Quedamos super cerca, pero me aparté un poco con algo de pena.
—Wow… wow… —dijo con una enorme y sexy sonrisa en su rostro. —¿A dónde vas tan rápido vaquero?
—Mi mamá me va a matar por despertarme tan tarde… ya debe de estar furiosa. —le respondí con algo de preocupación. Mis padres siempre habían sido algo molestos con ese tema, ya que decían que un triunfador siempre se despertaba temprano.
—Hey… cálmate… —me dijo cuando intenté pasar por un lado suyo. —No te preocupes… tu madre me ha dicho que solo por hoy te iba a dejar dormir todo lo que tu quisieras…
—¿Enserio? —me sentí aliviado. —¿Dónde está?
—Salió con tu padre esta mañana… nos hizo el desayuno a Brenda y a mí y nos ha dicho que tú nos llevarías de compra… —sonrió de nuevo con eso último que dijo. —Al parecer tenían algo importante que atender.
—Es normal que hagan eso. —le dije con algo de tristeza. Agaché la cabeza ahí en el umbral de la puerta observando mis pies y oí que él suspiró. Se acercó más y me dio un abrazo. Por un momento me sentí extraño, pero cuando sentí sus brazos rodear mi espalda no pude evitar contener la emoción de hacer lo mismo. Su cuerpo estaba cálido y estábamos tan juntos que podía sentir cada rincón de su cuerpo contra el mío. De nuevo, esa misma sensación de familiaridad me invadió por completo haciéndome sentir muy mal, pero esta vez en vez de huir de su contacto, decidí abrazarlo con más fuerza. Luego me soltó, me agarró de la mano y me arrastró.
—Ven… —me pidió y luego me soltó la mano. La sensación desapareció de inmediato como si hubieran desconectado un cable en mi cerebro. Le seguí el paso, pero al mismo tiempo me puse a pensar en lo extraño que había sido eso. Hacia unos segundos me sentía otra vez muy triste y con la sensación de conocerlo de hace tiempo, pero cuando el contacto con él se perdía, mi cerebro parecía volver a la normalidad. —Vamos a comer algo… venía a ver si ya te habías despertado… es que como ayer te demoraste una hora en el baño, creí que algo te había sucedido.
—No pude dormir bien anoche. —le dije mientras caminaba a su lado lentamente. Frunció el ceño confundido.
—¿Por qué no?, se supone que una cama celosa debería darte todo el amor del mundo para duermas con un bebé… pero yo no me quedo atrás, dormí muy bien.
Sonreí ante su comentario… siempre pretendía ser gracioso.
—Tuve pesadillas. —le respondí y sentí miedo de contarle lo que me estaba pasando, ¿y sí Diego tenía que ver con mis pesadillas?
—¿Qué sonaste? —me preguntó con curiosidad. Se detuvo y me volteó a mirar para quedar frente a mí. Hice lo mismo.
—Soñé que estaba atado a una camilla y que estaba haciéndome todo tipo de cosas… como si fuera una rata de laboratorio. —le respondí sin apartar su mirada de la suya. Dejó de sonreír. —Tenía sondas saliendo de todas partes de mi cuerpo… eran pequeñas.
—Eso suena muy mal. —me respondió y luego sonrió. —¿Qué tal si tienes pesadillas porque no compartiste tu cama conmigo?