Incoare algo imbatible, inaudito. Me aturdía, se revolcaba en mi tuétano desmoralizando mi decencia infantil, y me persiguió como un condenado, la que me llevó a la impaciencia de imbuir está reliquia de recuerdo, pese a la improbable aceptación de esta historieta, que cuya memoria hace gibar mis goces de mecenas.
Ciertamente me apegare al método de la letra, dónde entresacare mis inquietudes de este hombre. Aunque llevo sufriendo una escasez de la inspiración concreta que definirá los hechos a proceder.
Hace un decenio no más, me había embarcado dentro y fuera de Escocia recorriendo toda su deformidad geografica. Entre innumerables lugares que he conocido recuerdo mi estadía por la Isla Skye, me asombraba su firmeza ante el mar y la ausencia de la muchedumbre lo cual fue un eterno respirar.
En uno de esos recorrido por la isla, en El Fairy Glen, dónde ocasionalmente me llamó la atención un hombre que llevaba un buen tiempo observando la infinidad del mar. Lo hallé cansado, moribundo, llenos de fatiga, el viejo había escapado de su hogar, nadie se había enterado de lo imprevisto según delataba.
Se sentó en el cascajo cerca del acantilado para disfrutar del aire puro que ofrecía la brisa, proveniente del mar, apoyo sus manos hacia atrás, redobló sus piernas y se dedicó a quejarse por un momento.
_Este lugar me conoce mejor que mi familia, y la mejor parte no me regaña el día entero. Ya hace una buena época que deje de visitar este terreno, debido a la delicadeza de mi salud, hoy me hice un favor al venir_ dijo el viejo al notar mi asechanza.
_ Itzae es mi primer nombre, Itzae Kaley. Olvidé presentarme, soy anticuado en estas ocasiones_ agregó riéndose de si mismo.
_¿Que tan a menudo venía aquí?_ pregunté mirando las travesías de unas debiles olas que venían y empapaba el pie del acantilado.
_Parece un lugar cualquiera, no parece poseer cierta rareza que cautive mi curiosidad_ argumenté.
El viejo calló un momento, se enmudeció. Y del silencio respondió.
_Este sitio era un punto de encuentro para mi, comenzo en la primavera del 31, una preciosa dama había pasado en un bote por aquí. Yo en ese entonces escribía una columna en el períodico de la época, hacía unos ensayos de cuentos y relatos en mi tiempo libre, también tomaba el té en este lugar y lo veía pasar a la extraña. Desde ese entonces vengo aquí a verlo, solíar alzar sus manos para llamar mi atencion, digo que esos momentos era extraordinario por lo que jamás enseñe a alguien_
_¿Es un escritor?_ pregunté del modo que me sorprendió su relato.
_En efecto muchacho, jamás he intentado publicar mi obra, toda esta manía sucedía a escondidas_
Me voltee enteramente hacia el, lo observé minuciosamente _Pudiste haberlo hecho, con eso se puede exigir algún tipo de respeto, y ganar algunos honorarios, eso a nadie le podría dejar de interesar_
_ Joven, observe usted, que los habitantes de este mundo se rebusca de cuento o relatos llena de ensoñaciones, odian la verdad, y se recrean a través de la fantasía. Precisamente ese gusto acabo fusilando mi carrera, dado que no era ese estilo la que me mantenía clavado junto a mi máquina de letras_
Se quedó en silencio un instante mirando el suelo, parecía agitarse al pronunciar sus inquietudes _ menuda elección la mía al tratar de hacer algo sin importancia_
Saco de su bolsillo una botella de cristal que contenía algo de wisky, lo destapó fragilmente y lo acercó a su boca.
__¡por la extraña del bote!_ dijo y bebió su bebida, ahogandose en el ardor del contenido, _ será mejor pase antes que muera aquí, o deberá buscar otra isla para hacer un adiós tan primorosa_
Su cajetilla en su mano, que temblaba por el abandono de su cuerpo. De vez en cuando hacía una extensa exhalación que lo dejaba al borde de una catástrofe.
Saco de su otro bolsillo otro elemento, lo desdobló en mi frente completamente.
_ lo ves, aquí conmigo traigo mis palabras, esta obra puede servirte a ti. Hace tiempo, cuando la juventud transitaba por mi cuerpo, añoraba esta edad como si ya viviese de antemano esta visión. Me inundaba una repercusión de lo porvenir, que tal vez ya estaba destinado mi trabajo sin éxito, pero lograría atraer a un lector que haría de mi obra un brillo superficialmente. Por lo que se da las circunstancias podría ser hoy, y para empedreñar esta locura inminente, te otorgare mi último libro, como obra tuya_
_ De ninguna manera_ contesté rápidamente, sorpendido de alguna manera por su decisión llena de misterio, _ en ningún sentido es apropiado según los modales tal acto, no habré sido un auténtico autor, no me permitiré resbalar en semejante locura infantil_
_ no tendría la ocasión nuevamente para insinuarte esta oferta, ya no habrá otra charla_
Dentro de todo ese asombro lo observaba, trato de levantarse por si mismo, valiéndose de un estiramiento poco adecuado.
_ No vine aquí por un vano y simple deseo, también acudí al mar para aprender de la infinidad, la vida larga que me obsequiará el cielo con mi expiración_
Entonces le dije_ de seguro usted no es inmortal por lo que sé, no obstante le recomiendo que vuelva a su hogar, junto a su familia_
_Esta es mi familia y me desconoce, y puedo afirmar que es mi culpa_
De repente se echó a toser soberbiamente enrojeciendo todo su rostro estallando una especie de estruendo sin final. Preocupante quedé mirándolo como casi desmayaba ese lánguido y viejo hombre. Se precipitó en el suelo, añoraba el paso de la extraña, miraba continuamente el mar por si en la lejanía viniese la misteriosa mujer.
Me apresure en tomarlo y asistirlo_ ¡Por Dios, le pediría que no se muera en mi presencia!. Una desgracia delante de mis ojos pondria toda mi suerte en juego_
_Estoy muriendo con esta salud deteriorandose, cada vez se pone peor. Una vida llena de tragedias y corta como el evento de una oruga. Ayúdame a levantarme. Con suerte podré a esa mujer si logra pasar a tiempo_
Lo tome del brazo cargando contra mi cuerpo ese hueso envuelto de trapo con olor a cigarros_ Olvídate de la extraña, te llevaré a tu casa, estás enfermo de gravedad_
_ La calamidad ya hizo lo posible por enterrar este pedazo de historia, pero sigo volando en mis sueños, siempre lo estuve, hijo usted quedará sorprendido más de la cuenta, si dispones un día a leer lo que he escrito en este papel_ contestó pasandome el pedazo de manuscrito, sonreía débilmente pese a la situación extrema que se resolvía su cuerpo_ será mejor que te sientes a mí costado, y déjame saludar a la mujer que ya viene_
Lo levanté de pie hasta que lograse sostenerse de pie, junto al borde del arrecife, con el viento amoldando su ropa a su delgada figura. Dejándolo allí, asenté cabeza y descansé.
De pronto comenzó a exaltarse, emocionado y delirante _¡Si¡, ¡Ahí viene¡_ grito con ánimo de Guerrero. Me sorprendió su energía que de pronto desveló hacia el borde del acantilado.
Me levanté y miré el abismo del mar, y venía allí, en un pequeño bote, remando pausadamente acariciando la cima del agua, con un remo que mostraba una carisma sin igual. En la distancia aparentaba la sencillez de una mujer que cuya sonrisa podría curarlo todo.
_¡Ella es la mujer que te mencionaba!_ dijo emocionado mirando ansiosamente.
La mujer desde su bote, dejo el remo un lado y se levantó a saludarlo, apenas se podía ver su rostro de mujer. Al dar un adiós con sus manos, volvió a su remo y continuo su senda marítima.
_¡Adiós¡_ decia Itzae viendo que esta se alejaba nuevamente con su bote de madera. Nadie sabía que era aquello, ni que significado ocultaba detrás de tanta amabilidad desconocida.
El ver qué se fue nuevamente, se acerca Itzae, sentándose lentamente en el lugar de donde se levantó.
_acercate, te diré algo_ nuevamente encubierto por una nube de tristeza y enfermedad que atravesaba su cuerpo.
Y dijo_Toma este papel, tengo varios cuentos aquí, uno es muy especial, estaba dedicado para este día, y no quiero insistir, debes tomarlo por educación_
Tomé el papel, pero sin perder de vista la agonía de aquel viejo. Se acostó en el césped, soltándose de su cuerpo seco y sin vida, obstinado a su momento de morir.
Lo sacudí como un monedero vacío, lo cargue en mis brazos apresurado con mi preocupación y dije _De verdad se ve muy mal, su rostro ha cambiado totalmente. Necesita ver un médico. Vamos, yo la cargaré hasta un móvil_
_No será necesario joven, observé atentamente hacia el agua, si ve una paloma blanca, saludame allí_. Contemplé la vacuidad del interminable mar, y Vi la paloma que sobrevolaba las turbias aguas del Atlántico.
Al momento de la gloriosa vista, el viejo expiró sin dudas, murió al ordenarme su deseo, exalo su última respiración dejando firme ese torso de hombre, sonriendo fragilmente antes la circunstancia. Lo acosté en el césped, y desenrede el manuscrito. Traía un título normal y poco atractivo. El piano de Edimburgo. El segundo fue inesperado como su muerte, Omnia mea mecum Porto (Llevo conmigo todo lo mío)
Abrí y leí el primer párrafo delante del cadáver y decía así.
Hoy, un día de prodigios en la resurrección de mi almanaque, volaré por el arrecife junto al fantasma de mi esposa por última vez, quién cada día visito mi corazón desde lejos. También me incorpore a la noticia de excelencia y notable nostalgia, de hallar al hijo que lo daba por perdido, la cual su aventura cruzaría en mi hogar.
_¡Padre, Madre!_grite desconsoladamente.
La paloma se fue, y el bote sufrió una de las primeras desaparición.
Fin