El Extraño Hombre Del Parque

EL EXTRAÑO HOMBRE DEL PARQUE

Ahí estaba, caminando solo por las calles, sin rumbo, simplemente por la extraña manía que tenia de salir y liberar tensiones. Su cabello negro azabache ligeramente largo y desordenado por el viento le cubría ligeramente las cejas, tenía una mirada pérdida y vacía por momentos.

Aquella tarde parecía diferente y sintió que algo había cambiado. Sus instintos dormidos habían estado aguardando el momento justo para liberar lo que todos estos años intentó apaciguar; por primera vez se sintió en libertad de seguirlos.

Se detuvo unos segundos y miró a su alrededor en un intento de ubicar donde se encontraba, pues había caminado varias cuadras sumido en su mente, en modo automático. Al ubicarse se encaminó hacia el parque que siempre solía visitar. El lugar donde imaginaba miles de escenas que su mente turbia le enviaba como dosis de calmantes, pero mientras se acercaba al lugar se figuraba como sería llevar alguna de ellas a la realidad…

Miró el semáforo peatonal en rojo, seguidamente observó a ambos extremos de la vía y aguardo unos segundos. El sonido del pitido peatonal le alertó del cambio a verde y mientras cruzaba la carretera no apartó la vista del contador en retroceso mientras su boca dibujaba una extraña sonrisa, como si ese conteo formara parte el destino o de lo que pensaba escribir en él.

Siguió su camino hacia la banca que siempre elegía en ese parque, era metódico, tenía patrones marcados en su comportamiento. Pero el mundo no parecía percatarse de ello. Las personas iban y venían, cada uno en su mundo, las miradas difícil mente se cruzaban, todos seguían sus rutas prestablecidas. Y eso era algo que él solía notar. La rutina de las personas para el eran patrones marcados, al punto que en ocasiones le parecía estar observando la misma escena al mejor estilo de un déjà vu.

Miró su reloj, marcaba las tres y veinticinco de la tarde, de nuevo sonrió para sí mismo, como si todo formara parte de una película que él ya había visto en repetidas ocasiones.

Dirigió su mirada al suroeste del parque, la luz del sol pasaba sutilmente a través de los árboles y dibujaban sombras alargadas que se movían con la suave brisa, pero no era eso lo que el miraba, pues bajo la sombra de aquellos árboles se dibujaba una silueta femenina, una joven coqueta con su vestimenta de oficina se aproximaba por el camino de adoquines y pronto pasaría justo en frente de la banca del taciturno observador.

La joven caminaba ajena al mundo que la rodeaba hasta que una sensación de ser observada la hizo voltear hacia el pálido hombre de cabellos desordenados que mantenía su mirada fija en ella. El intentó sonreírle pero su intento fue una mueca sin el más mínimo atisbo de coqueteo. A la que ella reaccionó con un gesto de desprecio que le llenó de rabia consigo mismo, pero aún más con la joven que continuó su camino. La mente del hombre repetía la escena y esa mirada despreciativa golpeaba su mente nublando todo a su alrededor…

Repentinamente se sobresaltó, algo desorientado miró a sus alrededores de nuevo tratando de ubicarse, pues para llegar ahí había caminado dos cuadras desde el parque, pero no recordaba haber sido consciente de ello. Fue entonces cuando la vio, la joven le recordó porque estaba ahí, continúo su camino manteniendo la distancia pero sin perder el rastro de la chica que caminaba de manera parsimonia ajena al mundo que la rodeaba.

Los minutos pasaban y la chica se detuvo junto a una cantidad considerable de personas, el hombre observó de lejos mientras cubría su cabeza y parte del rostro con el gorro de su abrigo, ahí desde el otro extremo de la cuadra esperó a que otras personas continuaran la fila y se acercó y se mezcló entre ellas mientras las puertas del autobús se abrían. Subió y pasó junto a la joven quien distraída miraba su celular en los asientos delanteros del autobús y él de nuevo sonrió para sí mismo, mientras continuó lentamente hacia la parte trasera donde podía apreciar completamente a todos los pasajeros, pero su mirada solo se dirigía a una persona.

El autobús emprendió su camino y poco a poco bajaban personas y otras subían, nunca al punto de que alguien quedara de pie por falta de espacio.

Habían pasado al menos veinte minutos de viaje y la delgada mano de la chica presionó el timbre, de nuevo el hombre sintió como su corazón se aceleraba y se puso de pie acercándose a la puerta para bajar del autobús, la miró levantarse con forme el autobús disminuía la velocidad y se acercaba a la parada. La puerta se abrió  y el hombre saltó casi de inmediato y se ocultó tras una columna de hormigón de una entrada de lo que parecía un predio donde se almacenaban vehículos pesados, ahí esperó a que la chica tomara cierta ventaja para seguirla.

El camino carecía de aceras, a la derecha se dibujaban algunas casas no muy cercanas entre ellas mientras que al lado izquierdo una plantación de café se extendía hasta donde la vista alcanzaba, el hombre se percató de una pequeña entrada que se habría paso entre las plantas de café y entró en ella pues se sentía expuesto y la joven podría percatarse, así que decidió adentrarse algunos metros e intentar adelantarse; Podía escuchar a su corazón latir con fuerza.




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