A la mañana siguiente, David escuchaba con atención al nihilim.
—Humano David, el lugar donde quiero que te dirijas es el Reino Humano —dijo el nihilim.
—¿El Reino Humano? ¿Hay más reinos?
—Existen seis reinos: Humano, Élfico, Quimérico, Demoníaco, Draconiano y Nihilim. Los tres últimos poseen una alianza fuerte, los dos primeros, también. El Quimérico no se alía con nadie por cuestiones ideológicas, ya que desprecia al resto de especies inteligentes, considerándolas inferiores. Su odio por los humanos es especialmente fuerte, pero volvamos al tema. Irás al Reino Humano, concretamente a Arcantia, ciudad de los aventureros. Allí, te unirás al gremio de aventureros y empezará tu misión. Mientras la cumplas, la forma en que lo hagas y los medios que utilices quedan a tu elección. ¿Tienes alguna pregunta?
—Sí. ¿Cuántos aventureros de otro mundo hay?
—Según mis fuentes, hay quince, pero cinco de ellos pertenecen al Reino Élfico. Tu misión es encargarte de los humanos.
—Necesitaré más información sobre el Reino Humano. ¿Cuál es la moneda y cuál es su valor?
—Usan un sistema de cinco monedas. De mayor a menor valor son: platino, oro, plata, cobre y estaño. Un platino vale tres oros; un oro, tres platas; una plata, tres cobres; y un cobre, tres estaños.
—¿Podré hablar el idioma? Ahora que lo pienso, ¿cómo nos entendemos usted y yo?
—Has tardado en darte cuenta —suspiró el nihilim—. Utilicé un hechizo que me permitió entender tu idioma y aprenderlo instantáneamente. Es una lengua muy peculiar, pero no infringe las reglas básicas de cualquier idioma, así que no es difícil de decodificar para un ser con alta afinidad mágica como yo.
—¿Puedo usar yo ese hechizo?
—Ja, ja, ja. Escucha, no sé cómo es en tu mundo, pero aquí hay dos tipos de humanos: AM y NAM. Dicho de otra forma, afines a la magia y no afines a la magia. No siento maná fluyendo por tu cuerpo, así que eres de los segundos, jamás usarás magia.
—¿Y cómo voy a aprender el idioma del Reino Humano?
—Usaré el hechizo en ti, así lo aprenderás. Aunque no me hago responsable de cómo te afecte aprender un idioma en segundos, ja, ja, ja. Sería un problema si te quedaras estúpido, por lo que te introduciré el idioma por partes.
Durante la siguiente hora, David dominó el idioma de los humanos. El dolor de cabeza fue tan grande que necesitó descansar una hora más.
—Es momento de que te vayas —dijo el nihilim—. Te enviaré directamente a Arcantia, el resto es cosa tuya. Mi especie calculó que la batalla final por el control del mundo tendrá lugar dentro de cuatro o cinco años. Tienes hasta entonces para derrotar a los posibles héroes humanos. Si no, ya sabes lo que te ocurrirá.
David tragó saliva y asintió sin decir una palabra. Había muerto con 18 años en su mundo y había revivido en uno mucho más complicado. No tenía tiempo para seguir lamentándose, debía cumplir su misión para sobrevivir y para encontrar la forma de volver a casa.
El nihilim recitó un conjuro y abrió un portal hacia Arcantia. David lo cruzó y se sorprendió por lo que vio al otro lado. Una calle recta y tan larga que se perdía en la distancia. A ambos lados de la misma, diversos establecimientos que ofrecían un variedad enorme de servicios, desde cortes de cabello hasta equipamiento para ir a la batalla, pasando por una perfumería, una floristería, un restaurante familiar e, incluso, un puticlub (aunque este último no estaba cerca del restaurante). Siguiendo por la calle, aproximadamente a treinta minutos de donde David apareció, se encontraba el gremio del que había hablado la criatura informe. Era un local muy grande, del tamaño de una mansión pequeña. En su interior, podías encontrar muchos tableros llenos de misiones de recompensa por las paredes. Si girabas a la izquierda, estaba lleno de mesas propias de un restaurante en las que los aventureros se sentaban a beber y comer para recuperar fuerzas tras el trabajo. Había escaleras que llevaban a un segundo piso con muchas habitaciones, normalmente usadas por el personal para realizar el papeleo del día a día o tomar un descanso. Enfrente de David, quien acababa de entrar por la puerta, se encontraba la recepción. Dentro de ella, había un hermosa joven de pelo rubio y rizado y ojos marrones, con un tamaño de busto que no era fácil pasar por alto, menos aún con lo abierto que era el escote de su uniforme.
—Bienvenido sea al gremio de aventureros de Arcantia. ¿En qué puedo servirle? —dijo ella, con una voz suave y melódica que haría envidiar a una sirena.
—Buenos días, me llamo David y me gustaría hacerme aventurero.
—¿David? Otro nombre peculiar, ¿no me diga que es usted de otro mundo? —preguntó la recepcionista con una sonrisa.