El falso héroe

Capítulo 5: Deseo mutuo.

Después de mirar el símbolo de su pecho, se acostó en la cama. Entendía las consecuencias de su pacto y no quería morir, pero valorar su vida por encima de la de los humanos de este mundo era, como poco, un acto despreciable del más puro egoísmo. El nihilim le había dicho que la batalla final tendría lugar dentro de cuatro o cinco años, por lo que tenía tiempo para pensar. Sin embargo, él carecía de habilidades que pudieran ayudarlo a derrotar a los héroes. En cambio, como dijo la criatura sin forma definida, ellos sí contaban con armas sagradas de gran poder. En caso de elegir acabar con ellos, David podría morir en el intento. Si se negaba, también moriría en pocos años. Eran dos malas opciones entre las que elegir.

 

Y luego está ella, pensó. Exacto, ¿qué pasaba con Éstel? Matar a los héroes significaría la victoria de los enemigos de los humanos y, por tanto, el asesinato o la esclavitud de estos. ¿Podía vivir David sabiendo lo que le había hecho a ella? ¿Sabiendo que la había decepcionado? ¿Sabiendo que la muerte de su padre ya no tendría justificación? Parecía un futuro demasiado cruel para ser verdad, pero nada lo hacía imposible. ¿Pero es morir la decisión adecuada? David nunca podría volver a ver a su familia, ni siquiera pudo despedirse antes de morir. Tampoco a sus amigos, que debieron de pasarlo igual de mal en el funeral. Él quería volver a casa, llevar una vida larga, plena, feliz. ¿Por qué se le negaba eso? ¿Por qué tuvo que morir apuñalado? No era justo, no lo entendía.

 

Incumplir mi contrato con el bando enemigo y morir, pero dándoles una oportunidad a los humanos y elfos de ganar, o cumplir el contrato y vivir, pero viviendo con el cargo de conciencia por mis acciones. Morir duele, es lo único que sé, pero Éstel confía en mí. Éstel...

 

Después de un hora más dándole vueltas, tomó una decisión.

 

Está decidido, acepto morir otra vez. Le contaré a Éstel la verdad sobre mí y el tiempo que me queda. Quiero ser un héroe para ella, quiero poder despedirme como es debido, quiero vivir e irme de este mundo sin culpa.

 

En ese momento, alguien tocó la puerta.

 

—Adelante —dijo David, incorporándose en la cama.

 

—¿Te interrumpo? —dijo Éstel.

 

—Para nada, ya he pensado lo suficiente.

 

—Bien. Me preguntaba si querrías venir conmigo al mercado a comprar los ingredientes para el sugrud.

 

—Claro, vamos.

 

—Genial.

 

Salieron de casa y se dirigieron calle arriba.

 

—¿Cómo dijiste que se llamaba ese plato típico de aquí? —dijo él.

 

—Sugrud, es un plato de pasta. Lleva perejil, tomate, salsa de veneno de seta...

 

—Con que esos ingredientes también existen en este planeta, ¿eh? Espera, ¿¡veneno de seta!? ¿¡Esa cosa no te mata!?

 

—No te preocupes, la salsa de veneno de seta se vende en frascos y se elimina su mortalidad con anterioridad en el instituto/fábrica de pociones. De esa manera, se convierte en un condimento riquísimo y muy usado en multitud de platos. A mí me encanta echárselo a todo.

 

David no daba crédito a lo que oía, pero si le hubieran dicho que existía la magia y que, cuando muriera, Dios lo reviviría en un mundo de fantasía, tampoco se lo hubiera creído. No conocía mucho sobre la magia de este planeta ni cómo funcionaba. ¿Qué hacía mágico a este lugar? ¿Por qué la Tierra no lo era? ¿Por qué aquí también había humanos, más allá de los héroes? ¿Cómo es posible que todos los terrestres conozcan a los seres mitológicos que existen en este mundo a pesar de no existir en el suyo? Eran muchas preguntas sin respuesta, pero no le importaba, solo quería terminar con la compra, volver a casa, cenar y contarle todo a Éstel. Esa era su prioridad.

 

—Éstel, cuando volvamos a casa, necesito contarte algo. Puede que sea impactante para ti, pero te pido que escuches hasta el final —dijo muy serio.

 

—Entiendo, lo haré —respondió ella seriamente.

 

Terminaron la compra y volvieron a casa. Durante el camino de vuelta, no se dirigieron palabra. El ambiente estaba muy tenso, cosa que incomodaba a Éstel, pero sabía que era porque algo muy importante se discutía en la cabeza de David. Al entrar por la puerta, dejaron la compra en la mesa de la cocina y empezaron a preparar los alimentos y encender el fuego. Ambos colaboraron para hacer el sugrud, aunque se dirigieron pocas palabras. Mientras comían, la tensión crecía por momentos, Éstel estaba deseosa de saber qué era eso tan importante que David debía decirle.


Por fin, después de lavar los platos, él se sentó de nuevo y habló.

 

—Lo que quería decirte es esto. Cuando llegué a este mundo, lo hice en el peor lugar posible, el territorio nihilim. Allí, uno de ellos me atrapó. Para sobrevivir, le dije que haría lo que fuera y me obligó a contraer un pacto mediante juramento con él.



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En el texto hay: romance, drama, magia

Editado: 28.04.2021

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