Capítulo 7: Ya son un equipo hecho y derecho.

David y Nerdanel entraron por la puerta del gremio. En la recepción, como era normal a esa hora, estaba Éstel. Al ver a David, se alegró, pero se preguntaba quién era la encapuchada que lo acompañaba. Ambos se acercaron a ella.

—Éstel, te presento a...

—Nerela —corrigió rápidamente Nerdanel—, encantada. He venido para hacerme aventurera.

Aun sin entender muy bien el porqué de tanto secretismo con su identidad, David se calló y dejó que ella se encargase de la situación.

—Encantada de conocerte, Nerela —respondió Éstel con su sonrisa habitual—. ¿Por qué razón están juntos? —dijo mirando a David.

—Simplemente, nos cruzamos por el camino. Como me dijo que buscaba el gremio, la llevé hasta aquí. Además, ha aceptado hacer un equipo conmigo.

—Ya veo. ¿Por qué razón llevas esa capucha?

—Preferiría no responder preguntas innecesarias, no me gusta hablar de mí misma con alguien que acabo de conocer.

—Oh, perdona si te he incomodado —dijo Éstel con auténtica cara de arrepentimiento.

—Dejando eso de lado, dale el formulario —dijo David.

Éstel le entregó el papel que debía rellenar a Nerdanel y le dio la misma explicación que a David cuando llegó por primera vez. Ella rellenó los datos y se lo entregó.

—Ahora que está todo en orden, ¿qué te parece si vamos juntos a ver la ciudad, Nerela? —preguntó David.

Nerdanel asintió.

—Oye —Dijo Éstel, haciendo señas para que David se acercara. Cuando lo hizo, le dio un beso apasionado delante de la elfa—. No vengas muy tarde a casa, tendré la cena lista.

Parecía que la siempre alegre y amable Éstel tenía también un lado de animal territorial, marcando claramente al macho de su propiedad delante de otra hembra.

Después de aquello, David y Nerdanel/Nerela salieron del gremio y se echaron a caminar.

—O sea que estás saliendo con la guapa recepcionista, ¿verdad? —preguntó ella.

—Eh... Diría que sí, aunque es muy reciente.

—Dejando eso de lado, necesitamos más miembros en nuestro grupo, un estratega no vale de mucho en un grupo de dos, y una arquera está en serio peligro si la atención del enemigo está dirigida a ella.

—Creo que, como mínimo, deberíamos tener otros dos compañeros. Preferiblemente, de especialidades distintas para que podamos coger misiones mucho más variadas. Ah, y uno de nuestros compañeros debe ser mago.

—¿Por qué?

—Porque molan.

A Nerdanel le hacía gracia esa forma de ser tan simplona de David. ¿Cómo sería realmente como estratega? Era algo que ella quería descubrir lo antes posible.

—Colguemos carteles indicando que buscamos compañeros aventureros —dijo Nerdanel.

—En eso pensaba. Por cierto, ya que vamos a ser compañeros, creo que deberías contarme por qué ocultas tus rasgos élficos y te cambias el nombre a uno que, supongo, es humano.

—La verdad es que, si bien el Reino Humano y el Élfico son aliados, eso no quiere decir que les guste tener contacto entre ellos. La guerra los ha unido para luchar contra un enemigo común, esa es toda la relación que existe entre ellos. Realmente, salí del Reino Élfico de forma ilegal para venir aquí. Prefiero que no corran rumores de que hay una elfa con los humanos o podría ser repatriada, así que finge que soy humana, por favor.

—Por mí, no hay problema. Sin embargo, ¿qué te impulsó a hacerte aventurera aquí y no en tu Reino?

—En el Reino Élfico, somos cinco héroes. Todos estamos especializados en el uso del arco y ninguno está dispuesto a renunciar. Además, la población es pequeña debido a los altos controles de natalidad que impiden la sobrepoblación de un especie tan longeva como la nuestra. Eso ocasiona que no haya tantos aventureros como para que cada héroe tenga un grupo satisfactorio de cuatro o cinco miembros. Viendo la situación, pensé que tendría más sentido si me uniera a un equipo de humanos, ya que ustedes superan en número a casi todas las especies inteligentes, a excepción de los demonios.

—Ya entiendo. Muy bien, ayudaré en lo que pueda para que nadie se entere de tu procedencia.

—Gracias, David.