El fantasma de Olivia James

Capítulo 1

Thomas:

El jueves por la noche, acostado leyendo las noticias en el periódico, escuché por primera vez a mi madre lloriquear además de vociferar palabras que no lograba diferenciar con exactitud. Me levanté del sofá de un salto, me encaminé sin apuro alguno a la cocina donde había dejado a mi progenitora haciendo la cena; allí estaba ella, con lagrimas circulando por sus mejillas rojizas.

Mi madre nunca ha sido cariñosa con nosotros y cuando digo <<nosotros>> me refiero a mi padre y a mí. Pero como todo ser humano, a veces necesitamos una muestra de afecto puro para sentirnos no solo queridos sino también apoyados a pesar de no saber que decir exactamente. 

Abracé a mi madre como nunca antes lo había hecho, no importaba si desconocía por completo la razón por la que estuviese triste, quería que supiera que pase lo que pase, estaré ahí para ella. Trancó la llamada, se dio media vuelta y me correspondió el abrazo, posando su cabeza en mi hombro y sollozando con una intensidad que jamás había visto antes en ella.

—La abuela no está bien, los doctores dicen que puede que no salga de coma—Confesó con la voz quebrantada. La miré directo a los ojos, esbocé una sonrisa cargada de suficiencia y sosteniendo sus mejillas con ambas manos, besé delicadamente su frente.

—Tienes que ser fuerte. No será fácil afrontarlo pero debemos estar a su lado cuando…Se vaya—Aunque  no era tan unido a mis abuelos, teniendo en cuenta que no los veo desde mi cumpleaños número cinco, por primera vez sentí que un pequeño pedazo de mí se había desplomado. No estaba al nivel de mi madre en cuanto al sentimentalismo, el dolor era leve, pero contaba al estar presente. 

—Le diré a mi padre que mañana viajaremos para allá. Ve a tu habitación, prepara tu equipaje, saldremos mañana lo más temprano posible—La voz de mi madre ya no sonaba rota, al contrario, se oyó firme esa vez. No esperé a que lo dijera de nuevo, así que fui entre zancadas a mi alcoba, saqué una valija que acosté encima de la alfombra y empecé a empacar, no tanta ropa ya que tenía el presentimiento de que no nos quedaríamos por muchos días (como máximo cuatro) y lo indispensable como cepillo de dientes, libros que me otorgó alguna vez mi padre, brújula y una libreta en el que anoto pensamientos, prosas o alguna anécdota.

Teniendo todo guardado al igual que listo, me dispuse a apagar la luz de mi cuarto, cerré la puerta y finalmente me fui a dormir, mañana seria un día largo y posiblemente agotador, no pretendía tener altas expectativas, solo pensar en llegar bien a mi destino era más que suficiente. 

***

A la mañana siguiente, los rayos del sol introduciéndose por mi ventana fueron los causantes de que despertara. Unos golpes nada tenues en mi puerta me forzaron a ponerme de pie para abrirla, vi a mi madre sonriendo como niña mostrando su inigualable dentadura.

—Buenos días— Saludó mi madre, teniendo en sus manos una bandeja con comida. Abrí de par en par la puerta, tomé la bandeja y le agradecí el gesto. Antes de irse de mi habitación besó mi mejilla izquierda para luego inclinarse a besar mi frente con dulzura, no dije nada al respecto pero me pareció extraño. <<Debe estar de buen humor>> pensé.

Al culminar mi desayuno, baje las escaleras con la valija que pesaba como pluma. Al pisar el último escalón escuche una voz adicional a la de mi madre, solo que esta era masculina.

—¡Thomas!—Exclamó Adam muy sonriente al verme. Él es el sujeto que simula quererme cuando la realidad es que no tiene ni la remota idea de quién soy realmente, más allá de ser hijo de la mujer con la que tiene una “Inocente” aventura o como sea que le llamen a lo que tienen—Cada vez estás más alto.

—Sí— Alegué mientras me acercaba a él para darle un <<amistoso>> apretón de manos, aunque era tangible mi desprecio a él—También estoy un poco más fuerte.

—Ya sé en qué hospital tienen a la abuela— Informó mi madre antes de entregarle un trozo de papel a Adam con lo que supongo es en donde está escrita la dirección del hospital—Thomas encárgate de cerrar todas las puertas, yo iré con Adam a subir las valijas al auto. 

—Como usted mande.

Al tener las llaves de mi madre en manos me dirigí primero a la cocina, cerré con doble llave la puerta que da al patio trasero, seguidamente a la puerta que da hacía el jardín y para finalizar la de la entrada.

Miré estando frente al auto de Adam como este le besaba el cuello a mi madre mientras ella reía. Asqueado por ver aquello, decidí interrumpir su preciado momento al carraspear, llamando la atención del imbécil al igual que la de mi madre.

Adam tenía una camioneta Ford F100 año 1970, adelante podrían estar como muchas cuatro personas, así que me tocaría estar entre estos dos. Adam antes de encender el auto observa con disgusto como subo a su chatarra para quedar a su lado mientras que mi madre irá en la ventana un poco alejada de él.

—¿Ya están listos?— Pregunta Adam teniendo su pie a punto de pisar el acelerador, mi madre emocionada contesta un gran “Sí”. Yo en cambio me mantengo en silencio y sintiéndome apático por tener que estar al lado del idiota con el que estuvo mi madre acostándose antes de que se divorciara de mi padre.

La distancia entre Lettwood y Frenchmont no era mucha, el viaje solo duraría tres horas aproximadamente. Nunca comprendí porque a mi madre no le gustaba ir a casa de los abuelos, el traslado es relativamente corto, se lleva bien con ellos, hablan por teléfono cada noche, el lugar en donde viven según mi madre no está nada mal. Así que ¿Por qué no pasar tiempo de calidad con ellos?

Durante el rato que pasamos en carretera preferí quedarme dormido para no intervenir en la plática entre Adam y mi madre en base a sus planes a futuro, dejé de prestar cuidado a lo que decían en cuanto mencionaron la palabra <<Mudanza>>.



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En el texto hay: espiritu, muerte, misterio y suspenso

Editado: 10.11.2018

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