Pasó seis días hospitalizada en la cama del hospital HostingMercy.
Gracias a Lucy, descubrió que luego del accidente de choque fue enviada a HostingTown, el pueblo de donde Alicia nació y creció, dejándolo a los 18 años.
El pueblo no resaltaba en absolutamente nada, a lo mucho tenía un arroyo casi sin agua. Incluso las plantas comenzaban a florecer ahí.
HostingTown se distinguía por su fauna y vegetación, a dónde sea que fueras te encontrabas con muchos árboles, tenía bosques por doquier, pero con poca agua.
HostingTown tiene un aproximado de 8km², por lo que casi todos ahí se conocen. Está muy alejado de las demás ciudades, estando bien escondidos.
Sin embargo lo que más cerca les queda es Washington, aproximadamente a cuatro horas en carro.
Alicia pasó toda su infancia/adolescencia en HostingTown. Pese a ser un lugar aburrido para todo el mundo, incluyendo a su propia población, para Alicia no era así. Genuinamente le encantaba su pueblo, su vegetación, su gente, todo.
Nadie la entendía, pero a ella no le importaba, era feliz.
Bueno, en realidad ella se conformaba con cualquier cosa, sorprendiéndose de todo.
Incluso, demasiadas veces ella disociaba mucho, quedándose como estatua, volviéndose eso un problema, los demás niños convivían y tenían muchos amigos. Ali por su parte se la pasaba sola, con su propia imaginación.
También amaba las historias de romance, las anécdotas de su padre y madre en su juventud, siendo el único entretenimiento de Alicia. Pues su familia era de escasos recursos, de hecho casi todos en HostingTown lo eran.
Empezó a sentirse insatisfecha con solo oir anécdotas y crear escenarios imaginarios. Quería más.
***
Un día hubo un gran revuelo. Un montón de personas, tanto periodistas cómo camarógrafos, policías, todos estaban formando una especie de círculo alrededor de algo o alguien.
Los policías (escasos en HostingTown) amenazaban a los pobladores para alejarse, con sus escudos antidisturbios. La multitud era enorme <¿Acaso todo el pueblo se reunió?>
Una Alicia diminuta de siete años de edad iba pasando por la zona, al ver a todos ahí, intentó meterse para saber la razón de todo el revuelo.
Varios codazos y pisadas en el talón le impidieron siquiera meterse. Con lágrimas en los ojos por el dolor de los golpes se fue chillando del lugar.
Poco a poco al transcurrir el día ella fue olvidando la horda. Pues luego de lo sucedido se había ido al río (al igual que el arroyo, no tenía mucha agua. El río se encontraba justo al Norte de HostingTown.
Su familia debido a ser pobres no tenían para comer, apenas sobrevivían. Los deberes de cada miembro eran simples.
La señora Miller solo barría, lavaba platos y ropa, cocinaba. Estudió la universidad, más específicamente estuvo en la carrera de arquitectura. Se salió por falta de dinero.
Ralph Miller trabajaba en una lavandería, la cuál cerraría poco después del escape de Alicia unos años tarde.
Alicia Miller no fue al instituto, en su lugar, su padre le enseñó a pescar desde muy temprana edad.
Alicia pasaba casi todo el día buscando peces para llevar a casa, eso era lo único que comían todos los días. En su tiempo libre vagaba por el HostingTown.
Ese día terminó de pescar, teniendo un buen día con la suerte de haber conseguido unos 5 salmones.
Subió la pequeña colina y comenzó a caminar en el bosque.
En HostingTown las carreteras en dirección a salir del pueblo son la 119 (sur), 121 (este), 120 (Norte) Siendo está última donde iba caminando tranquilamente. Alicia iba silbando una melodía que escuchó en un puesto de televisores hace días. Estaba disociando cómo siempre, creando escenarios ficticios en su mente.
Un Ford andaba a alta velocidad por la 120, claramente eran visitantes que pararon en el pueblo por combustible, o por un conocido. Alicia nunca lo supo.
El carro al ver a la niña caminando justo por el medio de la carretera, intentó frenarse de golpe. No lo logró.
Alicia salió volando a la izquierda. Empezó a chillar sujetándose la rodilla derecha, el impacto fue claro.
El Ford se paró y de él salió un hombre delgado.
-¿¡Estás bien, pequeña!?.- Dijo el hombre, tenía un traje negro bastante elegante.
-¡Mi pie!.- Siguió llorando.
-Por Dios...¡Tengo prisa!
El hombre más que preocupado se veía apurado, se movía a un lado a otro. No podía llevarse a la niña al hospital, pero tampoco podía dejarla ahí con esa herida. ¿Qué hará?
El flacucho suspiró y comentó.- ¡Ya sé! Espera un momento...- Retrocedió y abrió la cajuela del Ford.
Estuvo un rato moviendo muchas cosas hasta que finalmente sacó un libro.
-Lamento todo... Te atropellé pero no tengo tiempo... Sé que no me conoces ni nada, pero porfavor acepta esto como disculpas.
El hombre se metió denuevo en el carro y se fue pitando, mientras Alicia seguía aún en el suelo, surealista por lo raro de la situación . Ella Nunca lo volvió a ver.
Alicia quedó con un dolor permanente, que todavía posee hasta la actualidad, ya de adulta. Su rodilla nunca volvió a ser la misma, cada vez que la flexiona un poco más de lo normal le suenan los huesos.
Ese día volvió a casa, sujetándose de la pared cómo apoyo, caminó hasta la cocina y entregó los salmones a la señora Miller.
-¡Por Dios, Ali! ¿¡Qué te pasó!?.- La madre estaba lavando platos, hasta que oyó la puerta de la casa abrirse y se volteó.
-Mientras caminaba luego de pescar un carro me... Un carro m-me.- La pequeña Alicia no pudo continuar y echó a llorar.
La señora Miller abrazó fuertemente a su hija. Era raro verlas así, ella adoraba a su hija, pero no podía demostrar tanto cariño pues Ralph Miller repudia eso. De hecho La señora Miller pocas veces era ella misma, pues le tenía temor, pánico a su esposo.