El treinta y uno de Diciembre llego como un día normal y todo iba perfectamente bien hasta la tarde, cuando Dal se puso su uniforme de policía para irse a trabajar.
-¿En serio no volverás hasta mañana?-le pregunto Laiyon.
-Esta ciudad siempre se pone un poco loca en año nuevo, necesitan a todos en las calles.
-Tienes que prometerme que vas a tener mucho cuidado.
-Siempre lo tengo-eso no parecía bastarle-ya sé que te preocupa pero oye, no soy un novato, y no ando solo por allí, voy a estar bien, ahora, ¿me puedo llevar uno de estos?
Laiyon estaba haciendo emparedados para llevarlos a la azotea, donde se reuniría con sus amigos para una especie de acampada y ver los fuegos artificiales, empaco dos, uno para él y otro para quien fuera su compañero.
-Llama antes de que me acueste-pidió Ana-y apenas salgas.
-Ok, y tu relájate-le dijo a Laiyon-si muero no me iré a ningún lado.
-¡No bromees con eso!-el otro salió conteniendo la risa-pero que imprudente.
-Tiene razón en algo, te preocupas demasiado-le dio un beso en la frente-claro que es porque nos quieres asique está bien, ¿todo listo para la noche?
-Eso creo, estoy pensando en si agrego un postre o no.
-Solo van a estar arriba unas horas, comprare una botella de refresco y con eso bastara.
-Bueno, tú sabes más de esto.
-Y cuando salgas llévate la llave, yo me voy a tomar una pastilla para dormir, aun no sabes lo alborotadores que son los vecinos.
A las seis Vincen bajo a buscarlo y le ayudo a llevar la comida a la azotea del edificio, de camino se les unieron su hermana Keyla, Belinda y Britt.
-¿Tendrás algo sin carne?-pregunto Keyla-debo cuidar mi figura.
-¿Bromeas, verdad?-dijo Laiyon, enarcando la ceja-si estas terriblemente delgada, ¿cenaste hoy?
-Ella nunca cena-dijo Vincen, instalando su telescopio.
-Pues ya mismo resuelvo yo esto.
La fascinación original que había sentido por Keyla se le paso en cuanto la conoció mejor, no dejaba de vivir bajo las convenciones de hacia cinco siglos y ese cuerpo espectacular era un atentado para los estándares de belleza y salud de su época, donde una mujer decente debía estar algo llenita para indicar que tenia buena salud; saco un emparedado de jamón y se lo entrego con tal firmeza que a la otra no le quedo más que comérselo…por la cara que puso se noto que lo necesitaba.
Repartió emparedados y refrescos entre todos y pasaron un rato ameno en la azotea charlando, comiendo, disfrutando de los primeros fuegos artificiales de la noche; Laiyon intentaba integrarse pero sus pensamientos iban una y otra vez con Dal.
-¿Ya viste uno?-le pregunto a Vincen, quien sondeaba con su cámara el cielo.
-Si no lo agarro a simple vista estará en la grabación.
-¿Cómo es un ovni, a todo esto?
-Es una nave, puede ser como un plato, un cono, una esfera que brilla, la cosa es que no se ve ni se mueve como nada que el hombre haya inventado.
-Entonces debe ser fácil de encontrar…
-¿Sigues preocupado por tu tío?
-Probablemente exagero pero…no sé, quisiera poder estar con él, tal vez si viera exactamente lo que hace me sentiría más tranquilo al respecto.
-Eso se puede arreglar.
Se quedo frio del susto y miro a su izquierda sin mover la cabeza, el carcelero Hesperian estaba de pie, como si tal cosa, justo a su lado, pero estaba invisible asique solo él lo notaba.
-Si de verdad quieres verlo, asegurarte de que este seguro, entonces regresa aquí después de que todos se vayan, tengo una propuesta para ti.
No tenía idea de cómo reaccionar asique asintió levemente y agradeció que con eso se fuera.