El Fantasma Encadenado-Tomo 2

30-Los Registros de Almas

La rutina en el departamento había cambiado desde que Laiyon comenzase a asistir a la academia, ahora era Ana quien salía de la cama primero y le preparaba el desayuno a Dal mientras este se preparaba para el trabajo; pero esa mañana se lo encontraron en la sala, con un cuaderno y muchas hojas de apuntes, lo vieron tan concentrado que prefirieron no decirle nada por un rato.

 

-¿Vas a trabajar hasta tarde hoy?-le pregunto Ana a su hermano.

-Voy a ver, te llamo cualquier cosa-se caló la gorra de policía-¡Laiyon!-el otro dio un respingo-vuelve a la tierra, ya me voy.

-¿Qué?-alcanzo a verlo salir-¿pues qué hora es?

-Como las seis-Ana se sentó a su lado con una jarra de café-¿Qué es todo esto?, ¿tarea?

-No, intento organizar mi horario, es absurdo, tuve siglos de tiempo libre para aprender de todo y ahora no me rinden las horas-movió una hoja de lugar-pero creo que lo logre, hoy debería poder salir con Vincen y Belinda.

-¿Hoy?, ¿no me acompañaras al refugio?-por tierra todo su esfuerzo.

-¡Diablos!, me olvide de eso…quizás si no voy al cuartel el sábado…o falto un di a clases…no, Carnegie me remataria.

-Laiyon-rio y le dio un beso en la frente-estoy jugando contigo, ve a divertirte con tus amigos.

-¿Segura?

-Segura, ¿tendrás tiempo de hacerme un omelette?

-¿Con o sin yemas?

 

Esa mañana Laiyon se ocupó de hacer su tarea y asear el departamento, a las doce se despidió de Ana y de a buscar a sus amigos.

 

Ana saldría media hora después, cargaría la canasta de su escotter con comida para el refugio de animales, revisaría su vehículo como siempre lo hacía y abandonaría el edificio para recorrer las calles, llamando la atención de todos con su vistoso traje amarillo.

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De manera que Laiyon se fue al cine con sus amigos y vieron una película muy curiosa sobre un neumático que cobraba conciencia y se dedicaba a matar gente volándoles las cabezas con sus poderes psíquicos.

 

-¿Alguien más siente que se va a pasar todo el día sonriendo de forma incomoda?-les pregunto al salir.

-No puedo creer que mamá me obligara a acompañarlos-Keyla venia de chaperona.

-Oh, vamos-dijo su hermano-no estuvo tan mal, los efectos eran geniales.

-Yo me estuve aguantando la risa-dijo Belinda-¿es normal?

-Creo que es una de esas cosas que adquieren sentido con el tiempo…

-Pero si al puro principio te dicen que nada en la vida tiene sentido, Laiyon.

-No, no acepto eso-menos con todas las condenadas casualidades en su historia-¿quieren ir a comer algo?, yo invito.

 

En eso una patrulla policial aparco en la acera donde estaban, del auto bajo la oficial Marquez y Laiyon se acercó a saludar antes de notar que Dal no estaba con ella.

 

-Oficial…-algo se retorció en su interior-¿Dónde…donde está mi tío?

-Me envió por ti, sube-le abrió la puerta del acompañante, estaba muy seria-ustedes tres, váyanse a casa.

 

Evelin Marquez no era una mujer muy grande pero tenía una fuerte presencia y de inmediato hizo valer su autoridad, Laiyon se había puesto tan tenso que no consiguió hablar hasta que estuvieron en camino y se dio cuenta de que no iban para el edificio.

 

-¿Le paso algo a mi tío?-pregunto, odiando cada letra pronunciada de antemano.

-Escucha-se ablando un poco pero mantuvo la distancia-tu tía tuvo un accidente, está en el hospital y Dal está con ella, para allá vamos.

-¿Qué clase de accidente?-pregunto, descolocado por su sangre fría.

-No conozco los detalles-se ablando un tanto más y al fin le dirigió una mirada-seguro solo fue el susto, debe estar muy bien.

 

No sabía que decir, Evelin estaba haciendo un gran trabajo manteniendo la calma pero él estaba horrorizado y cuando llegaron al hospital supieron enseguida que había sido más que un susto; en aquellos momentos Ana estaba en cirugía y Dal esperaba afuera, pálido como la cera, lucia a punto de desmayarse.




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