El Fantasma Encadenado-Tomo 2

22-Reinicio

Ana se había rendido muy pronto de tratar de medir el tiempo, ni el reloj ayudaba porque venia en horas militares, creía llevar un par de días allí pero en relación al exterior debía ser más, no obstante suponía que aun faltaba para que Laiyon apareciese asique tenía tiempo para salir con Kroper a conocer la ciudad.

 

-¿Señora?-tocaron a la puerta.

-Está abierto-aliso un poco su vestido y se giro para recibirlo-¿me veo bien?

-Luce muy bella, señora-y le ofreció su brazo-¿nos vamos?

-Estoy lista.

 

El único sitio habitado íntegramente por fantasmas que Ana conocía era el pequeño pueblo de Gravetown y Perceber le resulto una revelación; la populosa ciudad parecía una mescla de capitales, mil culturas se habían unido para crearla y darle forma bajo la dirección del Juez Karma, un nombre que hacía temblar a los prisioneros pero era sinónimo de poder y respeto para todos los demás.

 

-En sus inicios la ciudad era solo un conjunto de cuevas excavadas en la roca-le decía Kroper, haciéndola de guía turístico-fue el Juez Karma quien decidió convertirla en la capital del Submundo en los comienzos de su mandato, hace ya ochocientos años.

-Es impresionante-señalo una altas terrezuelas a la distancia-¿esas son catedrales?

-Es un hospital, las Casas de Curación de Perceber, son uno de los cuatro edificios diseñados por el Juez, los otros son el Juzgado Solum, la Casa de Armas y las oficinas del Eternal Dream, si miras Perceber desde arriba veras que su perímetro es redondo y esos cuatro lugares están en los extremos como los puntos cardinales de una brújula.

-Que interesante.

-Y, bueno, nadie sabe muy bien cuál era la idea de crear estructuras que engañaran con su apariencia pero todos decidieron repetir el patrón y así Perceber se gano su lema “Pregunta antes de entrar”-Ana soltó una ligera risa.

-Debe ser difícil orientarse aquí.

-Uno se las arregla pero la verdad es que solo habito aquí por comodidad en el trabajo, Villa Inferno me gusta mucho más.

-¿La ciudad de los carceleros?-algo sabia de esta-¿es bonita?

-Yo no usaría la palabra “bonita” para describirla pero sin duda es más tranquila y no le tomamos el pelo a los visitantes, luego la llevare a conocerla, créame cuando le digo que hay pocas cosas más impresionantes que la vista del Castillo Antagonic.

-Si…estaría bien…

-¿Le sucede algo?-se detuvo al notar que se distraía.

-Lo siento, pensé que salir me ayudaría y que empezaría a acostumbrarme a todo esto pero no dejo de pensar en la superficie-dirigió sus ojos arriba, a la oscuridad del techo cavernoso-pienso en el sol, en el viento, cosas que no volveré a sentir, pero más que nada pienso en mi hermano y en lo aterrado que estaba cuando lo deje-bajo la mirada-se que Laiyon está cuidando pero lo extraño, quisiera verlo al menos una última vez.

-Es ilegal que un alma tan reciente deje el Submundo-ella asintió, deprimida-pero si usted no dice nada yo tampoco.

-¿Qué?-levanto la cabeza y al entenderlo se tiro a sus brazos-¡Dios mío, Kroper!-él le regreso el abrazo, muy fuerte-¿Se…señor?

-Sujétese.

 

Y salieron disparados hacia el cielo, Ana cerró los ojos mientras le invadía de nuevo esa sensación de calor al atravesar los kilómetros de tierra que separaban al Submundo del mundo exterior y los mantuvo cerrados hasta notar que Kroper le soltaba así del todo, solo quedo sujeta su mano.

 

-¡Dios mío!-el sol le encandilo, volaban por sobre New York.

-Hay que hacer esto deprisa, ¿puede darme su dirección exacta?

 

Volaron hasta el edificio y se metieron por la ventana que daba a su cuarto, lo primero en saltarle a la vista fue el relativo desorden, como si alguien hubiera estado usando su habitación, pasaron a la sala y el estado era similar, claro, su hermano no debía estar en condiciones de limpiar y Laiyon no debió tener tiempo entre cuidarlo y ver lo del funeral.

 

-¿Laiyon?, ¡Laiyon, estoy en casa!-fue su hermano quien salió de la cocina-¡Dal!

-¡Señora, espere!




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