-¡Termine!-fue la exclamación entusiasta de Laiyon en la sala.
-¿Ya?-Dal salió de la cocina con dos tazas, una de café y una de té.
-Cada tarea, cada cuestionario, cada reporte-recibió su tasa-y en una semana, Carnegie va a estar orgullosa, lo que significa que dejara de seguirme susurrando “tu tiempo se acaba” con su voz tenebrosa.
-Quisiera conocer a esa niña-rio, Laiyon bostezo-al menos ahora podrás relajarte, no te vez bien.
-Aun no, ya me puse al día en la Academia pero debería volver a la Brigada, a Milo le debo un montón de clases y definitivamente debo hablar con Jack a la primera oportunidad, quizás ya sabe algo.
-¿No crees que te estás exigiendo demasiado?
-Es solo cansancio, igual ya estoy muerto, ¿Qué más podría pasarme?
-Es lo que me preocupa, que no sabemos.
-Bien, la Brigada puede esperar unos días-dejo su taza vacía sobre la mesita-escucha, hable con Nora y hay algunos cuartos disponibles en Moria´s Garden, en cuanto Ana obtenga su permiso la trasladare allí, podrías visitarla entonces.
-¿Y no aceptan inquilinos vivos?-pregunto con ilusión.
-Me temo que no y aunque lo hicieran, sería demasiado problema, la señora Moria es carcelero y hay un límite en cuanto podemos engañarla.
-Cierto…de todos modos he pensado que deberíamos mudarnos más cerca de la Calle Velvet-bajo la voz-¿sabes?, no me acostumbro, paso cada mañana frente a su cuarto y sigo esperando verla salir, creí que sería más sencillo sabiendo cómo funciona.
-Nunca es sencillo pero te entiendo, si quieres ir a otra parte yo te seguiré.
-Bueno, ahora voy al trabajo-se calzo la gorra-y allí no me puedes seguir, intenta descansar y no me esperes en la noche, creo que tomare un doble turno.
Cual mal de los dos, Laiyon había aprovechado lo de sus tareas para salir a diario y Dal estaba tomando muchos turnos dobles, el hecho era que ninguno quería pasar mucho tiempo en un departamento que se había vuelto demasiado grande para los dos, si, seria mejor que se mudasen.
Luego de que Dal se fue se recostó en el sillón y trato de dormir, tal y como temía eso trajo de vuelta ese angustiante sueño de él atrapado en un espacio oscuro y pequeño, aunque ya no lloraba, el pánico inicial había sido remplazado por una sensación de desolación absoluta, creía que llevaba tanto tiempo allí que se había dado por vencido.
-¿Qué significa?-se pregunto conscientemente, y entonces se dio cuenta de que no estaba del todo dormido.
-¿Hola?-dijo de pronto una voz idéntica a la suya pero débil y temblorosa, el miedo le domino-¡¡Ayúdenme!!
Abrió los ojos sobresaltado, estaba flotando a medio metro del sofá con el cuerpo encogido, ¿Qué acababa de pasar?, ya había reparado en que la persona de su sueño se sentía como él mismo pero no lo era exactamente, ahora parecía que le había hablado, más que soñar era como si se hubiera conectado psíquicamente con alguien más, no entendía nada.
-Es solo un sueño-se dijo, harto de sumar preocupaciones a su agenda-mejor me voy ahora.
Con todo si había logrado dormir un buen rato, llego a la escuela con solo veinte minutos de margen y en la puerta del salón había una nota indicando ir al gimnasio asique se dirigió hacia allá.
-Buenas noches, señorita Carnegie-su pequeña maestra había improvisado un escritorio cerca de las bancas.
-Llegas temprano, muñequito-le sonrió con malicia.
-No tenía otra cosa que hacer, ya termine mis tareas-le entrego el portafolio.
-Mira que bien, ¿quieres un premio?-el chico negó-buen chico, ahora siéntate y quédate callado.
-Sí, señorita.
El resto de la clase apareció después, Laiyon estaba de buen humor, se sentía descansado, había obtenido una estupenda calificación y resulto que la clase de ese día iba sobre algo que sabía hacer muy bien.
-¿Quién sabe lo que es esto?-pregunto Carnegie, apareciendo un fuego azul, por primera vez la mano de Laiyon se levanto antes que la de Nora.