El Fantasma Encadenado-Tomo 2

39-La Propuesta

Milo vivía en el cuartel, después de todo era el segundo de Jack y mientras este se rotaba entre las diferentes células de La Brigada a él le correspondía cuidar de su base principal.

 

A veces sentía que había sido un soldado toda su existencia aunque todo empezó en el guetto cuando tenía cincuenta y seis y la carrera le duro poco, luego de…el accidente, y tras descubrir la ingrata realidad de las almas humanas, su mayor prioridad fue tratar de encontrar a su familia, a los amigos que habían sido llevados en los trenes nazis, y solo se encontró con otra gota en aquel océano de infamias; las personas llevadas a los campos eran tan lastimadas, físicas y moralmente, que sus espíritus transcendían casi al momento de morir; se había quedado solo, no podía vengarse y no le dejaron interferir con la historia, careció de objetivo hasta que Jack apareció para salvarle.

 

-¡Arriba!, ¡Más alto!-ordeno a su clase-¡Me iré diez minutos y más les vale que esas vigas sigan flotando cuando vuelva!

 

Y desde el primer comienzo Jack le había dado el rol perfecto como reclutador y luego lugarteniente en la Brigada, para él los carceleros no eran muy diferentes a los nazis y enfrentarles le daba un propósito; luego llego Alban, hacia unos años y él era…era divertido, desde la primera vez que le vio se dio cuenta de que no le caía bien aunque intentaba hacer ver lo contrario, de manera muy extraña tuvieron que ganarse la confianza del otro mientras fingían que ya la tenían, en lo personal le agradaba, a veces lo veía como a un hijo y siempre como a un amigo.

 

Por eso le hizo gracia cuando lo encontró en las taquillas, este se sobresalto y escondió algo.

 

-Ah, eres tú, Milo.

-¿Quién más?-le dirigió una sonrisa cínica-¿ahora qué te traes?

-Oh, solo es…-miro a su alrededor-bueno, en verdad me muero por mostrarle a alguien.

-Dime que no trajiste otro pájaro herido-hacía tiempo que no le veía tan emocionado.

-Tienes que jurar que no le contaras a nadie.

-Palabra de soldado.

-Y no te vayas a reír-de nuevo miro a su alrededor y entonces le mostro una caja con un delicado anillo de compromiso, la joya era un pequeño brillante ensartado en una margarita-¿Qué te parece?

-¡Santo Dios, Alban!-le miro y entonces dijo-compañero, me halagas pero estas muy pollito para mí.

-… ¿Llegara el día en que seas serio?

-Contigo jamás-se rio y le dio una palmadita en el hombro-¡Diablos!, en serio te gusta esa bestia, ¿eh?

-Magui no es ninguna bestia

-Por lo que me has contado…

-Solo es algo ruda-cerro la cajita-he estado desanimado estos días pero, en el espectro general, jamás nos había ido tan bien y creo que es el mejor momento para hacerlo.

-Son palabras mayores, ¿estás seguro?

-¿De querer pasar con ella el resto de mi existencia?, sin duda alguna.

-Suerte pues, ¿puedo ser tu padrino?, haber si acaso al fin conozco a tu chica.

-Ya veremos, oye, ¿Laiyon vino a entrenar hoy?

-Vino pero yo me rendí con él, no tiene madera de guerrero.

-¿De veras?-le costó disimular el timbre irónico-¿Dónde está entonces?

-Con Vandarec, en mi parte de la fábrica, le dije que lo vigilara para que no rompiera mi prensa de balas.

 

En eso oyeron un estruendo, Milo dejo escapar un juramento y salió corriendo de regreso con su clase a ver quien había dejado caer su viga, a veces podía exigirle demasiado a sus estudiantes, Alban se guardo el anillo y fue al taller de Milo, la parte de la fábrica donde tenía su catre de campaña y su original prensa para hacer balas de fuego negro.

 

Se sentía conflictuado, algunas personas reaccionan cubriendo sus inseguridades con agresividad y era lo que él estaba haciendo, con su mala actitud de las últimas semanas buscaba que nadie reparase en la culpa que le atenazaba por dentro desde la muerte de Ana, las noticias de lo bien que progresaba en el Submundo fueron un consuelo pero seguía recriminándose, Magicus siempre había dicho que tenia demasiada conciencia.

 

Y ahora iba a pedirle ayuda a Laiyon para su propuesta… ¿por dónde empezar a contar los fallos de ese plan?, ¿Por qué tenía que ser tan atravesado?, ya estaba allí, pudo escucharles hablar.




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