El Fénix y la Nieve

Capítulo 8- Un juego solitario

Un poco más del Príncipe y su camino...

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Wang Wu Fang se quedó dos semanas combatiendo en el frente y yendo al campamento, luego de eso, regresó a la fortaleza para poder organizarse mejor, tenía mucho que hacer.

Debía mejorar las condiciones de los soldados, conseguir médicos y medicinas para atender a los heridos, mejores armas y lograr que la fortaleza fuera un lugar mucho más cómodo para sus habitantes, también tenía que entrenar más hombres para convertirlos en soldados capaces. Contaba con tiempo, la lucha en la frontera llevaba años, y quizás durara otro tanto, pero no con recursos sificientes. El dinero que le había dado el rey era limitado, no bastaba para todo lo que necesitaba, y sabía que no podía pedir más, porque el país no estaba en condiciones de gastar en guerras, porque no sería bien visto por los miembros de la corte y lo usarían en su contra, y porque solo si tenía logros podría solicitar asistencia. Estaba solo.

Así que le quedaba planificar bien los gastos y poner dinero propio, envió una carta a su administrador para que vendiera alguna propiedad que estaba a su nombre y por otra parte reunió distintos objetos de valor que había llevado consigo, joyas y algunas sedas, incluso algunos de sus atuendos. Necesitaría venderlos más adelante para conseguir dinero.

Cuando se agotó de sacar cuentas y pensar en soluciones que parecían más trampas que salidas, se dedicó a escribirle a su hermana. Fue una carta corta y casi de cortesía porque no había mucho que quisiera contarle.

Estando en el norte, había sentido que se acercaba un poco más a la vida que ella había llevado, si bien era cierto que había estado en la mansión del general, lejos de la guerra, no olvidaría cómo la había encontrado al llegar a buscarla allí. No lo hablaron, pero ahora en aquella tierra, tenía la sensación de que podía sentir algo de lo que ella había vivido y callado, sola, lejos y sin nadie de su lado.

No quería angustiarla llevándole recuerdos de aquellos tiempos. La imaginaba feliz en su casa con jardines y con Yichen creciendo a su lado . Liyuen había recuperado la sonrisa hacía muy poco tiempo, no quería agobiarla. Así que su carta fue más bien un saludo para tranquilizarla, y omitió mencionar sus preocupaciones. Y también rezó a quién pudiera oírlo para que su hermana siguiera manteniéndose feliz y a salvo, hasta que él regresara, si es que algún día regresaba

Aquella campaña exigía todo de él, su mente, su cuerpo y parte de su alma, se preguntó qué tanto peso sería ser el rey de aquel país si solo ser príncipe y sobrevivir le costaba tanto.

Miró el tablero de weiqi que tenía delante, estaba hecho de la madera más fina y de jade, probablemente debiera venderlo también en algún momento, después de todo ya no tenía con quien jugar. Longyin había sido su maestro y mejor contrincante en aquel juego, obligándolo a reflexionar sobre cada paso y movida, haciendo que temiera y respetara a su rival en partes iguales. Tras su muerte no había tenido ningún rival digno. Solo Fei Longxuan tenía el mismo nivel y el mismo afecto por aquel juego, pero fuera de la ayuda que le prestaba en la corte para cumplir con el deseo de su hermano mayor, Longxuan lo odiaba, nunca jugaría con él. Wang Wu Fang casi sonrió con tristeza, después de todo, tenía razones para odiarlo, hasta él se odiaba a sí mismo a veces.

Quizás por eso había enseñado a jugar a su sobrino, porque le gustaba la idea de jugar con él alguna vez cuando Yichen fuera mayor. Y le gustaba mucho más la idea de crear un mundo donde Yichen pudiera ser libre y feliz, quizás así, Liyuen lo perdonara verdaderamente.

Pero ahora no había nadie que jugara con él, las fichas estaban dispuestas en el tablero porque le gustaba pensar juegos y movidas, pero perdía gracia si no había quien lo desafiara.

Aquella semana empezó a trabajar en lo que tenía proyectado, Zhongchen era su hombre de confianza, aunque entre ellos siempre estaba la distancia que su título imponía, era la persona más cercana a él desde hacía años. Así que Wu Fang le encomendó la tarea de armar un campamento de entrenamiento dentro de la fortaleza para entrenar soldados, y cada día él mismo pasaba un par de horas entrenándolos y forjando el vínculo que debía haber entre un general y su gente, porque si quería lealtad de ellos , debía construirla.

También trató de hacer el relevamiento de lo que necesitaba mejorar con mayor urgencia en la fortaleza.Primero debía mandar a comprar comida para sumar a la que tenía en los depósitos y enviarla lueho a los soldados de la frontera. Implicaría un desembolso importante del capital que tenía y debía manejar cuidadosamente su presupuesto, pero lo más imperioso era alimentar bien a los que estaban combatiendo. Ya luego sería más frugal con otros gastos. Él había llevado bastante grano y otros alimentos que había almacenado y distribuía racionándolos, pero era mejor proveerse antes que llegara el invierno porque sería más difícil y porque los precios subirían. También necesitaba comprar algunos animales, como gallinas y cerdos que no había podido transportar hasta allí y que serían necesarios para una buena alimentación. Lo malo era que la ciudad más cercana para abastecerse estaba demasiado lejos y que había otras cosas como los medicamentos que no estaba seguro que pudieran encontrar allí.Además no podía prescindir de su gente más cercana para ir a hacer aquellas compras, pero tampoco podía confiar en desconocidos.

Cuando preguntó a uno de los lugareños que trabajaba en su residencia, le hizo una sugerencia.

-Debería pedírselo a La Nieve – respondió y Wu Fang lo miró confundido. ¿Acaso la nieve concedería sus deseos? ¿Era algún tipo de creencia en aquel lugar?

-¿La Nieve? – repreguntó.

-Es quien está a cargo del comercio en esta zona- explicó y el príncipe se sintió un poco más tranquilo de que estuviera hablando de una persona real.




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