Un poco más de esta historia que va a fuego lento.
¿Les está gustando? Espero que sí, a mí me está gustando conocerlos
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Aquella noche, Wu Fang envió un mensajero y Báixuě lo esperó en las puertas de la fortaleza para guiarlo en su visita al campamento de la caravana. Ahora que habían desarmado su formación y habían levantado tiendas, eran aún más impresionantes, parecía un campamento militar más que un grupo de comerciantes. Sin embargo, el sonido de las charlas y la risa, marcaba la diferencia. Y aunque él no era experto en el tema, había un aire de familia entre los miembros de aquella caravana, una camaradería que podía percibirse en su organización y en el trato entre ellos. Y también era innegable el respeto que tenían hacia su líder, la mujer que lo acompañaba.
-¿Hay algo que quiera saber? – preguntó ella
-¿Responderá a todas mis preguntas?
-No, no a todas. También yo debo resguardar a mi gente, así que hay información que es confidencial, pero puedo responder todo lo demás siempre que no implique un riesgo- dijo ella.
-¿Cómo impermeabilizan sus tiendas? – preguntó pasando su mano por la tela gruesa que estaba en la tienda de campaña que se levantaba a un costado.
-¿Esa es su pregunta, Alteza?- lo cuestionó divertida y él asintió.
-Debe ser una técnica especial para soportar este clima y las nevadas, no parece ser lo que usamos nosotros , me da curiosidad- respondió y ella se lo quedó observando. El príncipe Wang Wu Fang no se parecía a nadie que conociera. Como comerciante, trataba con muchos nobles y con señores ricos e incluso líderes militares, pero nunca había conocido a alguien así.
No había sabido qué esperar en su primer encuentro, sabía que era un príncipe y también un militar, pero había encontrado mucho más que eso, era también un hábil jugador de weiqi lo que hablaba de su inteligencia, pero a la vez era compasivo con los débiles. Trataba a sus subordinados con respeto, incluso a ella jamás la había tratado con desdén ni por ser comerciante ni por ser mujer, al contrario, la trataba como un igual.
Era también alguien que sabía sobre muchos temas, excepto animales de granja, y que sentía curiosidad por aprender cosas nuevas. Y eso la desconcertaba enormemente, que hubiera tantas capas en él, y no fuera el príncipe autoritario y soberbio que había imaginado al inicio. Era complejo, y también la guerra que peleaba lo era, decían que era letal en un campo de batalla, pero ella había visto a hombres con sed de sangre y muerte, Wu Fang no era uno de esos. Estaba peleando una guerra, pero ella imaginaba que su objetivo final no se trataba de matar a enemigos, sino que había mucho más en juego. Quizás, nunca llegara a comprender cuánto, de la misma forma que no llegaba a descifrar por completo a aquel hombre, y eso que ella era experta en descifrar a las personas. No se podía ser buen vendedor si no se era capaz de ahondar en lo que los clientes anhelaban. Él parecía ser un pozo de agua profundo.
-¿Es un secreto que no puede divulgar? – preguntó Wu Fang y ella se dio cuenta que no había respondido aún a su pregunta por estar perdida en sus propios pensamientos.
-No, no lo es, Su alteza. Impermeabilizamos con una mezcla de cera y aceite de Tung. También lo usamos para las alfombras que hay en el interior, así no pasa la humedad- explicó ella y notó como él absorbía aquella información. De pronto tuvo una duda - ¿Por qué sabe de medicinas?
-Ya le dije que porque he tenido que usarlas.
-Sabe de plantas y hierbas, pero no de animales.
-Bueno, es que me temo que de los animales se encargaba el personal de cocina del palacio, ya me los servían en un plato.
-¿Y las hierbas?
-Debía conocerlas, para evitar que las usaran para envenenar los platos que comía- respondió él con ligereza, pero ella se estremeció de oírlo hablar de venenos con aquella naturalidad.
-¿Venenos? – preguntó en voz alta sin notarlo.
-Sí, la vida en palacio no es tan fácil como puede parecer- dijo él y luego cambió de tema- ¿Puedo ver el interior de una tienda?
-Por aquí, Su Alteza- dijo y lo guió al interior de su propia tienda. Tal como le había comentado , el suelo estaba cubierto por tela impermeabilizada y alfombras. Y la cama tenía cueros de ovejas y mantas gruesas de plumas de ganso. Además había braseros que estaban cerrados para evitar accidentes ,pero daban buen calor a pesar de su tamaño. Wu Fang hizo varias preguntas al respecto, también observó el lugar, extrañamente, a pesar de ser una tienda se sentía cálido, hogareño. Mucho más que la residencia que él ocupaba. Había unos documentos sobre una pequeña mesa , por el breve vistazo parecían ser libros de cuentas, pero no volvió a mirar allí, era parte de la privacidad de Báixuě. Tampoco hizo preguntas referidas a la cantidad de gente que tenía la caravana, ni a las rutas que transitaban, nada que fuera un riesgo para aquellos que lo recibían con hospitalidad, pero hizo miles de preguntas de distintos temas que le causaban curiosidad, sobre todo porque La Nieve tenían paciencia para explicar y conocía aquella región mejor que nadie.
Volvieron a salir y recorrer el campamento, la gente estaba reunida en pequeños grupos alrededor de fogatas mientras charlaban y comían.
Se acercaron a una de las rondas, la gente los saludó con respeto, estaban asando carne y le ofrecieron a los dos. El príncipe dudó, no quería ofender a nadie, pero llevaba años desconfiando, no era algo fácil de cambiar. La mujer lo miró un instante, luego sacó un pequeño cuchillo de su manga, de plata, y cortó personalmente un trozo de carne. Después se lo ofreció pinchado en el mismo cuchillo con el que había cortado para que él viera. El cuchillo no había cambiado de color, no había veneno en la comida, y para asegurarlo, dio ella misma un mordisco al trozo que le habían ofrecido previamente. Wu fang tomó la carne , agradeció y comió con ellos.