El Fénix y la Nieve

Capítulo 20- Anhelo

Báixuě se marchó sin ningún pedido del príncipe, las cosas que él necesitaba comprar con ese dinero ,ella no podía conseguirlas, estaba fuera de los límites, pero sí tomo pedidos de los habitantes de la fortaleza, como siempre, y prometió regresar antes del mes para continuar con su partida.

-Se va dejándome en una posición complicada- se quejó Wu Fang sobre las fichas del tablero.

-Tiene tiempo para pensar en una salida , Su Alteza- dijo ella con una leve sonrisa.

Y durante el tiempo que siguió, Wu Fang se dedicó a pensar en eso, las posibles salidas que tenía al estar rodeado y no solo por el juego de Weiqi.

A esa altura, ya tenía muy en claro que había un plan para sabotearlo, no era casual que las provisiones, las partidas de dinero llegaran tarde y siendo menores a lo que esperaba.

-Debiera informarle al rey – le sugirió Zhongchen y él negó con la cabeza.

-No sin pruebas, solo les daría el gusto de comportarme como un incompetente y darle armas contra mí a mis enemigos de la corte– dijo, aunque en el fondo también sentía el temor de que su padre lo supiera y no le importara. O incluso que fuese una decisión de él para ponerlo a prueba.

-¿Qué haremos?- preguntó su subordinado

-Ganar, contra todas las posibilidades, vamos a ganar y regresar. Pero por lo pronto necesito que sigas recolectando toda la información y testimonios que puedan servirnos de pruebas más adelante. Aún aquello que ahora pueda parecer irrelevante. Estoy seguro de que se creen impunes y van a cometer errores, también necesito que te encargues de algunas compras.

-La Nieve…

-Ella no puede encargarse de eso, una vez que les demos una compensación a las familias de los soldados caídos para que puedan sustentarse, necesitamos comprar lo necesario para el nuevo campamento y también armas. Con suma discreción.

-Me haré cargo personalmente, Su Alteza. Pero…

- Sí, Zhongchen, estaré bien en tu ausencia, antes que preguntes. Y no tengo esa espada de adorno, sé usarla muy bien- dijo señalándola espada que descansaba en el soporte mientras conversaban.

-Lo sé, pero…

-Solo deja a tus hombres de mayor confianza custodiándome y prometo que no haré nada arriesgado hasta tu regreso.

-Está bien…

-Zhongchen- lo llamó mientras se iba.

-Sí, Su Alteza.

-¿También piensas que hay espías en la fortaleza?

-Eso me temo, si quieren que fracase, sería lo más lógico poner gente a vigilarlo y que les informe de sus movimientos. Hemos sido muy cuidadosos, pero existe esa posibilidad.

-Lo sé,lo tendré en cuenta, no te preocupes- le dijo y su hombre asintió.

Traición. Wu Fang casi sonrió al pensar en la palabra. No había ni un solo día en su vida sin que la traición fuera uno de los fantasmas que lo acompañaban.

En su camino iba rodeado de los compañeros más aterradores, la traición, la culpa, la soledad y el miedo, un miedo que incluso tenía que ver con su propia naturaleza.

¿Podría escapar de la sombra de su padre?

Algunas veces cuando se sentía demasiado agobiado se imaginaba escapar, desaparecer en el lejano norte, cruzar las fronteras hacia algún lugar donde pudiera liberarse de las cargas que llevaba, incluso podría fingir su muerte para que su padre eligiera a otro heredero y ser libre.

Pero no era capaz, y no porque se aferrara al poder, sino porque además de ser hijo del rey que los usaba como peones era hijo de su madre, y quería honrar su nombre, también por Liyuen y Yichen, y no menos importante por la gente común que merecía un buen gobernante.

Como siempre, reprimió las sombras en lo más profundo de su ser y procedió a cumplir sus deberes. Después de todo, lo habían educado para eso.

Hizo una breve excursión hacia la frontera donde estaba en campamento, porque Zhongchen insistió en ser quien lo acompañara antes de cumplir con lo que le había ordenado, revisaron los progresos y verificaron lo que necesitaba, además de ver como seguía la situación.

Las tropas enemigas se habían replegado y Wu Fang sabía que eso no era buena señal, aquella pausa en el combate significaba que su adversario estaba haciendo sus propios planes, tal como ellos.

Luego regresó a la fortaleza, mientras Zhongchen se marchaba a buscar lo que necesitaban para terminar de reforzar el campamento y armas, necesitaban espadas, flechas, lanzas , pólvora Tenían varias opciones para conseguirlas, algunas solicitar a los magistrados de pueblos cercanos, otras comprarlas a traficantes de armas y otras comprar los elementos para fabricarlas. No podrían encubrir lo que estaban haciendo, quisieran o no, enemigos internos y extranjeros lo sabrían, pero sí podían engañarlos con la cantidad y con los tiempos.

Y mientras él seguía planificando y entrenando a la gente de la fortaleza, también se dio cuenta que e no pasaba un día que no mirara el tablero de weiqi y se pensara en qué movimientos hacer y en la mujer que lo obligaba a pesar complejas estrategias para no perder. Y también notó que esperaba con ansiedad que Báixuě volviera. E incluso la esperaba con un dejo de preocupación, porque siempre había respetado los tiempos que acordaba, pero esta vez se estaba demorando.

¿Era posible que le hubiese pasado algo?

La caravana tenía tal sincretismo que era difícil saber de ellos hasta que llegaban, y que no llegaran a tiempo lo inquietaba.

¿Cuándo había empezado aquella mujer a ocupar tanto lugar en sus pensamientos? O mejor dicho, ¿cuándo cualquier mujer había ocupado tanto sus pensamientos?

Pero Báixuě que era su contrincante perfecto para el weiqi, con todos sus misterios a cuestas pero que al mismo tiempo parecía alguien semejante a él y comprender sus luchas, había empezado a irrumpir en sus pensamientos. Porque cuando tomaba un descanso, su vista se iba al tablero o a las pinturas, pero pensaba en la mujer que estaba detrás de todo aquello, pensaba en cuándo volvería.

Él que no acostumbraba confiar en nadie, bajaba la guardia con ella, quizás porque hasta ahora había demostrado ser digna de su confianza, a veces incluso a riesgo de traspasar las leyes por las que ella se regía, porque aunque no pudiera considerarla completamente una aliada, sí lo había ayudado varias veces con una sutileza que lo hacía admirarla más.




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