El Fénix y la Nieve

Capítulo 25- Bajo Protección

Bueno, les dejo un poco más

Buen fin de semana, abrazo

PD: cruzando dedos para que BN esta vez avise de la publicación

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Cuando al día siguiente la caravana se detuvo, él supo que habían llegado a su destino, aunque Báixuě entró poco después a confirmárselo

-Ya llegamos – dijo y traía en las manos un conjunto de ropa como el que usaban los guardias de la caravana - ¿Cree que pueda caminar, Su alteza?

-Creo que sí- respondió, se había intentado levantar un poco el día anterior, y le había costado pero en ese momento se sentía un poco más fuerte.

-Solo un poco, luego podrá descansar. Tendrá que cambiarse a estas ropas, será más fácil si creen que es uno de los míos. Y es bueno que en este instante su apariencia no sea tan noble- dijo ella y ahí él fue consciente de que debía verse realmente horrible, sin afeitar, demacrado y sin darse un baño completo en días.

-No sé si sentirme bien sobre eso o no.

-Por el momento , nos sirve de ventaja.

-¿Dónde estamos?-preguntó finalmente vencido por la curiosidad.

-Un templo

-¿Un templo?

-Sí, es un lugar discreto, además de venir cada tanto por negocios, también suelo venir un par de días al año cuando necesito descansar o pensar. Es un buen lugar, está dentro de nuestro territorio, me conocen y son buenos manteniendo secretos. Estará tranquilo acá y podrá recuperarse. Diremos que es uno de mis hombres. Yo no puedo quedarme más de dos días o sería sospechoso, pero Samid se quedará con usted .Estará a salvo– dijo haciendo referencia a uno de los guardias personales que siempre la acompañaba.

-Un templo.No lo hubiera imaginado.

-Es conveniente, está cerca de las fronteras así que podrá mantener comunicación con su gente si es necesario y regresar pronto. Además llevarlo a un lugar más lejano sería riesgoso y no está recuperado como para seguir viajando en estas condiciones – explicó ella y él entendió que había pensado muy bien cada movimiento.

-Tiene razón, veo que pensó en todo.

-Lo dejo para que pueda cambiarse, ¿le envío ayuda?

-Puedo solo- dijo y sonó casi como un niño caprichoso, pero en verdad necesitaba recuperar algo de normalidad. Le costó vestirse, y al caminar hacia la salida del carromato se sintió bastante débil, pero lo logró. Afuera lo esperaba Báixuě y su guardia. Ella se acercó y le levantó la capucha de la capa negra para cubrirlo, también ella se cubrió.

-Mejor tomar todas las precauciones – dijo y él asintió. Samid se le acercó y el príncipe supo que era para ayudarlo en caso de que no pudiera caminar solo hasta el templo, estaba varios metros delante y había unas escaleras. En su estado, era un desafío.

Caminó un poco y sus pasos se volvieron un poco inestables, Baixue lo notó antes que su guardia y tomó del codo, Samid actuó a continuación, poniendo su brazo tras la cintura del príncipe para servirle de apoyo. Él hizo un gesto breve de agradecimiento, pero el hombre permaneció impasible, sus expresiones jamás delataban nada. Wu Fang era alto, pero el guardia le sacaba casi una cabeza, al observarlo, notó por primera vez que debía ser extranjero.

Ya luego no pudo pensar en nada más porque llegaron al pie de las escaleras de piedra y largó un suspiró involuntario. Iba a costarle subir, y no estaba acostumbrado a sentirse débil físicamente, era tanto un erudito como un guerrero, pero las dos heridas, la sangre que había perdido y el tiempo tirado en la nieve, sumado a que últimamente no estaba cuidando bien de sí mismo hacían que la recuperación fuera más lenta y compleja.

-¿Podrá?- preguntó ella.

-Sí, tendré que hacerlo, si no puedo con una escalera no debería aspirar a gobernar un país, ¿no le parece? – preguntó con una sonrisa leve.

-De acuerdo, vamos entonces, no puede caerse hasta llegar a la cima- dijo ella devolviéndole la sonrisa.

Y paso a paso, Wu Fang fue subiendo, aunque con la garantía de que tanto la Nieve que iba delante, casi a su lado, y el guardia que iba detrás de él no lo dejarían caer.

Cuando llegaron a la cima, el príncipe se detuvo un instante a recuperar el aliento. Luego tuvo la posibilidad de apreciar lo grande que era aquel lugar, gran parte construido y otra parte parecía estar tallado en la piedra de la montaña en la que se asentaba. Y en verdad se podía sentir la paz de aquel lugar, casi como algo tangible.

Un monje se acercó a ellos y Báixuě le hizo una reverencia, debía ser quien estaba a cargo del templo. Luego se acercaron a él.

-Él es Fang, espero que pueda quedarse aquí unos días hasta que se recupere – dijo ella. Él también lo saludó con una reverencia

-Sean bienvenidos- dijo el monje.

-Gracias – respondió Wu Fang.

-Hemos traído algunas cosas- dijo Baixue y recién el príncipe notó que detrás de ellos venían varios de los hombres de la caravana cargando distintos productos, bolsas de cereales e incluso algunos pequeños animales de granja.

-No es necesario, tenemos desde la última vez que viniste de visita – dijo el monje con calidez.

-Pero no quería venir con las manos vacías, menos cuando vengo a pedir un favor. Además siempre están brindando ayuda a los necesitados y a quienes vienen a refugiarse.

-Eso es verdad, la guerra deja a mucha gente lastimada, tanto en sus cuerpos como en sus almas, e incluso muchos sin hogares. Tu ayuda nos sirve para socorrer a las viudas y huérfanos que suelen acercarse a nosotros- comentó y ella asintió.

Wu Fang escuchó en silencio, ella siempre lo sorprendía. No era una comerciante, era mucho más que eso, era alguien que velaba por los demás, era alguien que había sobrevivido en las peores condiciones, pero había convertido ese pasado en su fortaleza y en compasión hacia los más débiles.




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