Un poco más de ellos, buen domingo
PD: Una vez más BN no avisa de la actualización
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Wu Fang despertó varias horas después con la sensación de haber descansado, al despertar notó que estaba cubierto por unas gruesas mantas, también había un brasero en la habitación. Se incorporó un poco y escuchó una exclamación
-¡Ya despertó! – dijo alguien y al buscar con la mirada descubrió un niño que estaba sentado frente a él apoyado contra la pared como si lo hubiese estadio vigilando- ¡Iré a avisarle a la señora! – dijo y salió de prisa.
Sonrió.
En efecto, lo había estado vigilando.
Báixuě entró poco tiempo después, traía una bandeja y recién entonces Wu Fang notó que también habían puesto un par de sillas y una mesa pequeña en la que había un tintero, papel y ahora la bandeja que traía ella.
-¿Descansó?- preguntó ella
-Sí, y mucho parece que podrían haberme llevado en andas y no me hubiese enterado- dijo haciendo referencia a los arreglos en la habitación.
-Me alegra que descansara, y me temo que este lugar siempre es un poco frío, más de lo común – dijo aclarando pues el frío era quien verdaderamente reinaba en el norte ¿Cree que pueda levantarse a comer?
-Sí – dijo y se levantó. Ella se sentó en una de las sillas y él en la otra.
-Hacen buena comida y también buena medicina – dijo señalándole el pequeño frasco de cerámica que estaba en a la bandeja. El remedio es bueno pero amargo, así que elija el orden.
-Creo que mejor beberlo primero, si es lo amargo prefiero que pase pronto, y luego olvidarlo con la cena. No me gustaría que lo amargo viniere luego, a arruinar un buen momento- dijo él.
-A veces es inevitable- murmuró ella. Sus conversaciones siempre parecían ir en dos sentidos, hablaran de lo que hablaran siempre estaba la superficie de lo cotidiano y a la vez la profundidad de la realidad que afrontaban.- De todas maneras también traje eso- dijo y señaló un pequeño plato que parecía contener una galleta dulce- Pero primero la cena, galletas de arroz y miel no le devolverán la fuerza.
-De acuerdo – dijo él y bebió primero la medicina, en verdad sabía horrible. Luego se dedicó a la comida ,aunque el regusto amargo aún persistía, notó que tenía hambre, así que comió con ganas. Cuando tenía el plato medio vacío, recordó sus modales.
-¿Ya comió?
-Sí, hace rato.
-¿No me dormí un día entero, verdad?
-No, no tanto, pero la hora de comer pasó hace tiempo- dijo ella.
-Gracias- musitó él levemente y siguió comiendo pero tenía un extraño nudo en la garganta, porque no recordaba la última vez que lo habían cuidado, no por deber, no por ser el Príncipe Real, solo como a un ser humano. Sentía que la deuda que tenía con aquella mujer no era algo que fuera a poder pagar alguna vez, le había salvado la vida y lo estaba cuidando. No sabía qué decir, así que terminó la comida y luego probó la galleta- Es rica – dijo y recordó que la última vez que había comido algo dulce había sido tiempo atrás junto a ella en año nuevo.
-¿Verdad que sí? Uno no imaginaría que en un templo hacen buena comida, pero son bastante excepcionales y como últimamente vienen muchos niños pidiendo asilo, creo que los monjes han intentado darles algo rico que les haga olvidar un poco los males del mundo.
-¿Funcionará conmigo también?
-Seguramente –respondió pero no parecía muy convencida.
-Imagino que piensa que quizás también yo sea parte de los males del mundo.
-No, la guerra sí, y espero que pueda terminar pronto. De la misma manera que espero que pueda ser quien remedie un poco esos males. De esa manera no me arrepentiré
-¿Ese es el pago que quiere?- preguntó y ella lo miró sorprendida
-¿Pago?
-Le debo la vida.
-Sabe que en realidad no buscaba un pago por salvarlo, pero tiene razón. Soy comerciante después de todo, así que su vida... úsela bien, será un precio justo- dijo, tomó la bandeja y salió.
Wu Fang había querido ser una buena persona para honrar a su madre, más tarde había querido ser alguien digno de la confianza de Longxin, luego había querido ser alguien que pudiera proteger a su hermana y sobrino, y había querido ser alguien diferente a su padre. Pero aquellas intenciones había supuesto una lucha interna y constante, en que el deber parecía ahogarlo. Sin embargo, ahora sentía que el deber que tenía hacia Báixuě era mucho más grande, porque ahora debía protegerse a sí mismo para proteger la vida que ella había salvado y lograr que su existencia marcara una diferencia para todos. Extrañamente, aunque aquello podía suponer una nueva carga, él sentía que le daba un nuevo propósito, pero uno que lo reconciliaba consigo mismo.
Tal vez fuera que estar en un templo lo acercaba a reflexionar en una forma más espiritual, o tal vez fuera que no quería defraudarla.
Apenas amaneció, Wu fang se despertó porque alguien lo estaba sacudiendo suavemente.
-¡Despierte! – escuchó la voz que lo llamaba y le costó despejarse del sueño y reaccionar. Cuando abrió los ojos, vio a Báixuě a su lado.
-¿Sucedió algo? – preguntó incorporándose alarmado. Quizás los habían encontrado o estaban atacando
-No, solo que han respondido a su mensaje y pensé que querría leerlo y quizás responder lo más pronto posible. Además partiré mañana así que si hay algo que necesite resolver es importante saberlo ahora.
-Está bien.
-Dejé el mensaje sobre la mesa, también hay agua fresca para asearse. Volveré en un rato- le dijo y salió.
El príncipe se levantó y se lavó la cara con el agua fría para despejarse. Luego tomó el tubo sellado que contenía la respuesta de Zhongchen. En el mensaje su hombre agradecía que estuviera a salvo, le aseguraba que estaba todo preparado por si había un contraataque y le pedía que se concentrara en recuperarse. También le hablaba de los espías que había descubierto, habían rastreado algunos hasta las casas de algunos nobles de la capital, otros hasta pequeños funcionarios rurales y le habían dado muerte a varios. Y por ahora el plan estaba funcionando porque nadie sabía a ciencia cierta qué había sucedido con el príncipe heredero así que había todo tipo de rumores circulando.